Hoy se cumplen 100 años de su nacimiento. Todavía a veces nos damos vuelta y nos parece que veremos su cuerpo enjuto, vestido a la antigua, recitando sus cuentos geniales. Juan José Arreola, fue sofisticado y exótico, fue familiar y abuelo, fue un hombre con la literatura fragmentaria, tan a la moda ahora. "Un escritor es un brujo", dice su nieto José María. Es cierto.
Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).- Hoy empieza el otoño en la mitad del mundo. En la otra mitad, la primavera. Así era Juan José Arreola (1918-2001). Una cuota de invierno y de verano, como esos escorpiones que nacen en el desierto con voluntad de una isla de nieve, crecer en diferentes frentes, hacerse grande a pesar de que el destino, ese malévolo, se hizo desear con sus grandes marquesinas.
Planeta, que ha editado Punta de plata –con ilustraciones de Héctor Xavier (1921-1994)- y una caja conmemorativa con La feria, Bestiario, Palindroma, Varia invención y Confabulario, lo llama “el seductor de palabras”.
Y era, además de seductor, un fabricante y duelista de oraciones que hoy se precian todavía más que cuando él comenzaba a editar sus libros.
“Jubilado por la naturaleza y a falta de pantano a su medida, el hipopótamo se sumerge en el hastío. Potentado biológico, ya no tiene qué hacer junto al pájaro, la flor y la gacela”: sumergirse en sus textos es un vértigo literario que no tiene fin y es su pluma vigorosa y atenta la que hoy cumple 100 años.
Todos quieren subirse al onomástico y recuerdan que era un aficionado al vino, el ajedrez y al ping pong. Fue vendedor ambulante, cargador, impresor, cobrador, panadero, maestro y actor y hoy seguramente lo recordarán especialmente en la Pastelería Arreola, de Zapotlán el Grande, donde muchos de la familia Arreola evocarán como él mismo decía “de tan Grande nos lo hicieron Ciudad Guzmán. Yo, Señores, soy de Zapotlán el Grande”.
Juan José Arreola, autor emblemático de la literatura hispanoamericana, contó con una formación teatral en la Escuela de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fue discípulo de Fernando Wagner, Xavier Villaurrutia y Rodolfo Usigli. No fue, como algunos dicen, tan autodidacta, aunque aprendió mucho más de sus propios diccionarios que de los de la Academia.
Su obra logró importantes reconocimientos, como el Premio Xavier Villaurrutia (1963), el Nacional de Letras y Lingüística (1979) y el Internacional de Literatura Juan Rulfo (1992), entre otros. Impartió diversos talleres literarios que fueron decisivos para las nuevas generaciones de escritores. Conductor de programas televisivos, falleció en su natal Jalisco, dejando en su labor literaria y periodística un valioso legado cultural que se extiende por el mundo.
Ahora mismo, Japón se ha sumado este año a los países en donde la obra de este autor fundamental de la literatura mexicana puede leerse; ya estaban China, Brasil, Bosnia-Herzegovina e Italia.
LA MIGALA, UNA LECTURA SUICIDA
Uno de sus nietos, el músico y escritor Alonso Arreola conmemoró los 100 años presentando en el Claustro de Sor Juana La migala, una lectura suicida, con Denise Gutiérrez, Sofía Mora y Mardonio Carballo
El viernes 14 de septiembre, Sara Poot Herrera, María José Rodilla, Pablo Brescia y Rafael Olea, dieron una charla sobre el escritor en ese lugar cuna de la literatura mexicana, donde los gatos y las piedras construyen un universo propio para absorber la obra publicada en 1952, Cuentos breves latinoamericanos.
El protagonista de esta historia compra una migala, una especie de araña altamente venenosa. Su intención es llevarla a su piso y convivir con ella a la espera de su picadura mortal. Una vez en el departamento, suelta a la migala y la ve esconderse tras un mueble. A partir de ese momento la mente del protagonista vivirá entre el sueño y el insomnio, el amor y la soledad, la angustia vital y el masoquismo, pendiente de esa presencia inquietante.
Los días pasan: él sabe que la migala sigue ahí, al acecho... Todo su mundo se reduce a constatar y temer el momento de su muerte postergada. Pero esa nueva realidad, delirante y claustrofóbica, le sirve de terapia (absurda) para olvidar el dolor de haber sido rechazado por su amada. El protagonista elige experimentar el terror que genera la posibilidad de una muerte inminente antes que el desprecio de su amor imposible.
LAS ACTIVIDADES ARREOLÍSTICAS
El viernes 12 de octubre a las 16:00 horas y en el marco de la Feria del libro del Zócalo se presentará la Revista Inundación Castálida que tiene como tema central a Juan José Arreola con textos de Margo Glantz, Sara Poot Herrera, José de la Colina, Álvaro Ruiz Abreu y Beatriz Espejo, entre otros.
En el Centro Cultural Xavier Villaurrutia algunos autores exploraron la veta ensayística de Juan José Arreola y destacaron la gran precisión, el cuidado del lenguaje, el tratamiento de las ideas y la capacidad de observación del jalisciense
El martes 18 de septiembre Margo Glantz ofreció una plática sobre la vida de Juan José Arreola en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Para la escritora, próxima directora del Fondo de Cultura Económica, leer a Juan José Arreola fue una experiencia gratificante, le dio una impresión magnífica, pues sus obras se despegan de otras de la misma época.
Desde el primer momento hubo una invención por parte del autor, acuñó el término “varia invención”, algo nuevo en México. Arreola se destacó a pesar de que había figuras importantes en la literatura, como el escritor Julio Torri.
El jalisciense tenía una prosa muy particular en la que hay un cuidado especial del lenguaje; incluso se consideraba a sí mismo un artesano del lenguaje.
Fue importante dentro de la formación de destacados escritores en la segunda mitad del siglo XX, quienes acudieron a su taller literario y publicaron en “Mester”.
“Mucha gente intenta copiarlo, pero creo que se necesita tener el talento, la imaginación y la capacidad de jugar con el lenguaje que tenía Arreola, además de su sabiduría y su gran erudición, porque era autodidacta”, enfatizó Margo.
En la Secretaría de Cultura de la Nación publicaron el libro Arreolario. Instrucciones para leer a Juan José Arreola, de Fernando Rivera Calderón y JIS.
En su camino hacia Zapotlán el Grande, Fernando y Jis se enfrentarán a inesperados misterios: luego de encontrarse con un viejecillo con una linterna roja, de ser transportados por una ballena, de tropezar con hipopótamos y elefantes e incluso de ser perseguidos por un borrego negro, descubrirán los tesoros guardados en la casa y la biblioteca de Juan José Arreola. Nuestros autores harán lo imposible por ser aceptados dentro de la logia arreolita, a sabiendas de que, al final, “a Arreola nunca termina uno de encontrarlo”. ¿Lo lograrán?
El Programa Nacional de Salas de Lectura de Jalisco distribuirán, de mano en mano, un total de mil 500 ejemplares de las tres obras más emblemáticas del escritor: Bestiario, La Feria y Confabulario.
La repartición será hoy a las 11:00 horas, en la Galería de la Estación Juárez - Línea 1, del Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara.
Hoy a las 20:00 horas se llevará a cabo una rodada ciclista. El punto de partida será el Andador Escorza y el circuito contempla 10 kilómetros de recorrido por calles y avenidas del Centro de Guadalajara como Juárez, Enrique Díaz de León, Libertad, Bruselas, La Paz, Francisco Javier Gamboa, Agustín Yáñez, López Mateos, Hidalgo, Emilio Castelar, Morelos, Pedro Moreno y 8 de Julio.
El recorrido concluirá en el Ex Convento del Carmen alrededor de las 21:00 horas con un conversatorio sobre Arreola y contará con la participación de José María Arreola Velasco (nieto del maestro) y Juan Vázquez Gama, Director de Desarrollo Cultural y Artístico de la dependencia.
Mañana, sábado 22 de septiembre dará inicio el “Coloquio Arreolino” en la Casa Taller Literario Juan José Arreola (Pedro Moreno 5, Ciudad Guzmán, Jalisco) el cual concluirá el 7 de octubre.
Los días miércoles 25 y jueves 26 de septiembre se presentará el monólogo “Confabulario, primera edición. Un hombre de traje y capa y el cabello alborotado”, en el Teatro Degollado. Ambas funciones serán a las 20:00 horas y la entrada será libre.
El monólogo es una coproducción de la Secretaría de Cultura de Jalisco y la asociación Libros Vivos, cuenta con la dirección de José Manuel López Velarde y la actuación de Mauricio Isaac, además de la participación de Alonso y José María Arreola, nietos de Juan José Arreola.
Así, Arreola tiene voz de futuro, como textos que para hoy son todos comprensibles y porque escribe con esa literatura fragmentaria que está tan de moda. Así nos lo cuenta José María Arreola, su otro nieto.
–¿Tu abuelo estaba loco?
–No es la palabra, sino que estaba descolocado. Era impulsivo. Yo decía siempre que estaba en fuego, siempre se estaba incendiando y eso era muy interesante de ver. No era un berrinche, siempre pensaba en una palabra o en una situación que no se terminaba de concretar o un libro que no podía encontrar, una cosa que había dejado adentro de un libro.
–Los hijos vivieron de manera diferente su razón de ser, ¿qué dice tu padre?
–Es como el albacea de mi abuelo. Mi padre Orso escribe muy bien, era un hombre deportista y como tenista un gran tenista. Como ajedrecista era notable, tal es así que lo metía en rivalidad con mi abuelo. Ahora que vinieron Karpov y Kasparov, Orso se quedaba hasta el final. Ahora vino una campeona cubana a la Casa del Lago, me decía que mi padre era tremendo. Mi padre jugaba mejor que mi abuelo pero a mi abuelo no le gustaba mucho ese detalle.
–Preguntándote si estaba loco es una manera de decir qué tenemos que recordar para este centenario. Yo me quedo con Juan José Arreola escritor
–Diría que es como una aspiración, porque intuyo en este mundo la tendencia a la brevedad. Pensaría por ejemplo en César Aira y el éxito que ha tenido con sus obras. Creo que mi abuelo sin proponérselo mucho se inserta en la brevedad, creo que ese valor que descubrí después me asombra muchísimo. Lo vemos como familia y lo vemos con datos. Cada vez más hay más traducciones, de Japón, de China, las portuguesas, parece que va un in crescendo como muy lógico.
–¿Qué diría él de lo que está pasando con su literatura, porque cuando murió era más un personaje?
–Sí, es cierto. Él se había construido ese personaje y era para él muy fácil tripularlo. No sé qué opinaría ahora de su literatura. Se sentiría orgulloso, en sintonía con lo que él estaba pensando. Creo que los escritores son brujos, construyen el futuro, como Julio Verne, como Roberto Bolaño, pienso que este sería el caso, sobre todo en la forma. Siempre ha sido un misógino absoluto, una mujer amaestrada se lo hubiera comido. Con las redes sociales hubiera hecho muchísimos corajes. Hubiera hecho sintonía con la brevedad.
–En su época se escribía cuentos, no novelas…Él jamás pensaba en las editoriales
–Exacto. Por eso se quedaba afuera de la gran fiesta literaria, era un outsider, sólo soltaba bombas desde lejos. Hay una parte que se olvida y está la parte del editor, era muy importante. Era un sello independiente, traía a un tipo que podía lograr que se editaran a los jóvenes. Estaba haciendo literatura, pero también estaba formando. Creo que es algo muy interesante. A finales del 2000 me tocaron ver algunos descontentos hacia su persona por algunas de sus apariciones televisivas, quizá no muy afortunadas, sus últimos movimientos mediáticos que se los pregunté directamente: ¿Para qué salir con Verónica Castro? Y él me contestó: Donde haya micrófono y si el micrófono es más grande, mejor. Hacía mucha literatura oral, le gustaba muchísimo hablar.
–Tu abuelo era un hombre muy complejo, le gustaban mucho las mujeres, pero al mismo tiempo supo mantener una familia…
–Me tocó verlo establecer un mundo familiar muy a su manera. Desde luego estaba el mundo exterior, donde tenía toda esta energía para acompañar a la gente, para hablar, pero en casa era la familia.
–¿También tuvo mucho que ver tu abuela?
–Sí, es real. Lo contuvo y lo potenció. Mi abuela se dio cuenta de que tenía algo ahí y que tenía que potenciarlo y darle esa realidad. A lo mejor otra mujer no se lo daba y él no se convertía en quien fue. Esa posibilidad de dejarlo libre, de construirse, de destruirse, regresar, la tuvo mi abuela. También es cierto que cuando él estaba y sobre todo cuando estábamos nosotros estaba a expensas de todo el clima familiar. Iba al mercado, compraba la carne, verlo platicar mientras preparaba, eso no pasaba en la ciudad de México. En Zapotlán El Grande, se divertía con los amigos, se preocupaba porque la familia estuviera bien. La ciudad pone, ¿no?
–¿Qué vas a hacer hoy?
–Hay muchas actividades que han hecho en todos lados. Nosotros con la plataforma de Libros Vivos es esta pieza teatral, con Confabulario, con la dirección de José Manuel López Velarde y la actuación de Mauricio Isaac. El guion fue escrito por Alejandro Ricaño, quien recopila algunos de los cuentos más memorables de Arreola como “El prodigioso miligramo”, “El guardagujas” y “Una mujer amaestrada”.