Carlos Pacheco sabía bien que se quería dedicar al dibujo, sin embargo terminó estudiando biología sin pensar que al final del camino estaría trabajando con los gigantes de las historietas: Marvel y DC.
Actualmente, Pacheco trabaja junto a la guionista Margaret Stohl en una serie de cómics sobre los orígenes de la Capitana Marvel.
Por José Antonio Luna
Madrid/Ciudad de México, 30 agosto (ElDiario.es/SinEmbargo).- Un gran poder conlleva un gran dibujante. La pluma de Carlos Pacheco (San Roque, 1962) ha pasado por el Capitán América, por Linterna Verde o por Superman, entre muchos otros. Es culpable de que muchos se compren un cómic por la portada y se deleiten con lo que encuentran en el interior, talento que le ha servido para pasar por los dos grandes pesos pesados de la industria: Marvel y DC.
Con solo 17 años tuvo que decidir hacia dónde dirigir su vida y, aunque confiesa que se interesó por el dibujo desde antes de aprender a caminar, terminó estudiando biología para “conseguir el alimento por otros derroteros”. A pesar de tener una formación autodidacta y del abismo que en la era pre-Internet separaba a Estados Unidos de España, “a un loco de San Roque”, como él mismo se define, se le ocurrió la idea de intentar trabajar creando las mismas historias que le fascinaban de pequeño.
El ilustrador forma parte de una generación de artistas que apuesta por una nueva Marvel, una en ocasiones difícil de imaginar para quienes se curtieron leyendo a Vengadores que ahora poco o nada tienen que ver con los de entonces. Todo ha cambiado, y reflejo de ello son los tomos sobre La vida de la Capitana Marvel en los que Pacheco trabaja junto a la guionista Margaret Stohl. Lo único que continúa, para deleite visual de los lectores, es el elegante trazo de un gaditano que cumplió su sueño.
¿Cómo consiguió aquel "loco de San Roque" llegar Marvel?
Empecé colaborando con Planeta, ilustrando las ediciones españolas de Marvel Comics, pero eso ni siquiera era trabajo. Sin embargo, a mí me daba el impulso necesario para saber que lo que yo hacía podía tener un cierto interés para el aficionado medio.
Eso me sirvió un día para ir a EU aprovechando que me había surgido la oportunidad de participar en una conferencia sobre flamenco en la Universidad de Maryland, y allí me encajé con más cara que otra cosa. Fue entonces cuando me pasé por Marvel, me tomaron los datos y con los años, cuando yo creía que ya aquello había sido olvidado, me llamaron desde Inglaterra.
Tras haber trabajado en Marvel Inglaterra le llamaron de DC. ¿No es como pasar de jugar en el F.C. Barcelona al Real Madrid?
Como Di Stéfano o Figo [risas]. Ese enfrentamiento existe más en la mente del aficionado que en la realidad. Hoy día el equipo editorial de DC está formado por gente con la que yo empecé. Como Bob Harras, que es el jefe editor de DC y fue la persona que me contrató en Marvel. Es cierto que somos competencia y que los éxitos de una compañía no son necesariamente bien recibidos por la otra, pero al final son éxitos de la historieta en general.
En 2008 vuelve a Marvel y solo un año después Disney compra los derechos. ¿Temió por su libertad creativa?
Sabía que la llegada de Disney iba a afectar. No tenía muy claro la manera en la que iba hacerlo, pero imaginaba que mucho porno no iba a haber [risas]. Pero bueno, así funciona el mundo. Disney es una especie de oligarquía del entretenimiento que controla casi el 80 por ciento empresas del sector en EU. Tenemos que ser conscientes de que ya se ha acabado aquella Marvel artesanal construida por hippies donde Nelson Rockefeller podría ser un villano.
Aunque a veces que le llaman un poco la atención, como con las mencionadas escenas de sexo
A mí hay una parte del sexo en los cómics que no me gusta nada: cuando está hecho para atraer la atención del lector, particularmente del masculino. Pero sí echo de menos que exista un mundo sexual de los personajes, porque esto no deja de ser un punto de interés en la vida de los seres humanos y, si lo que estamos intentando hacer con los personajes de cómics es humanizarlos, entonces no podemos dejar de lado esta faceta.
Ahora está trabajando con la guionista Margaret Stohl en los orígenes de Capitana Marvel. ¿Por qué ha pasado el personaje de estar en las sombras a convertirse en protagonista?
Marvel pretende convertir a la Capitana en el buque insignia para el público que intenta captar en el mundo del cómic, uno con diferentes inquietudes y teniendo presente en todo momento la gran involucración de la audiencia femenina. De hecho, Rafa Fonteriz y yo somos los únicos miembros masculinos en el equipo. El resto son mujeres, desde editoras hasta guionistas.
Tampoco me parece que sea acertado decir que el público femenino llega ahora al mundo de los superhéroes. Con los X-Men de Chris Claremont ya había un gran sector de la mujer como aficionada al mundo del cómic. Lo que sí parece es que, salvo en momentos especiales, daba la impresión de que el cómic no prestaba la atención debida a la presencia femenina. Seguían repitiendo fórmulas directamente hacia el adolescente masculino.
Hay que ser consciente de que ese público está y que hay que ofrecer un trabajo no solo hacia ellas, sino a los aficionados masculinos que también tienen otra manera de entender la historieta con menos testosterona. Esta es la señal positiva de los tiempos en los que estamos.
Thor y Lobezno son mujeres, Spiderman y el Capitán América son negros… ¿Qué está cambiando en Marvel?
A partir de los 80 aparece otra manera de entender el superhéroe, otra gente, otra dirección, y la cosa cambia considerablemente. Yo me siento muy participativo de todo esto, y de hecho me encargué de transformar al Capitán América en un personaje negro: ahora es Sam Wilson, el antiguo Halcón. Todos van a seguir siendo los mismos, solo que el traje se lo pone una persona distinta. Son unos cambios que me retrotraen a la Marvel que siempre he querido.
Sin embargo, no todos los fans reciben igual de bien a estos nuevos referentes
Sí, porque hay quien se enganchó a Marvel en una época distinta y para él su mitología personal se ha construido en base a esos pilares, y no puede entender otra Marvel más que esa. Pero no es cierto, está en constante cambio. Años antes Marvel era totalmente diferente, formaba parte de movimientos contraculturales, era leída por universitarios que se manifestaban en contra de Vietnam… etc.
Y hablando de cambios, ¿cómo ha evolucionado su forma de dibujar?
Se cambia porque se vive, evidentemente. Hay gente que quiere seguir teniendo la misma dosis de estilo o de tipo de dibujo que ha recibido siempre, y algunos autores lo hacen. Pero yo siempre he preferido ir, desde mi perspectiva, aprendiendo a hacer cosas distintas. Por ejemplo, la aparición del manga fue vital en occidente, creando una manera distinta de narrar. De hecho, en respuesta a quienes afirman que he cambiado, colgué en Facebook un dibujo mío de cuando tenía seis años y les dije: ves, claro que he cambiado.
¿Hay algo que mire ahora y piense: 'dios mío, como pude hacer esto'?
Claro, hay cosas que uno ve y es consciente de lo verde que se podía estar en algunos momentos. Pero mi política siempre es la misma: dar el 100 por ciento de ti mismo en cada momento. Rara vez he intentado hacer algo por cumplir. Si se falla, también hay que asumir que no siempre se está en las mismas condiciones. En la vida te pasan muchas cosas, a veces dramáticas, y aun así tienes que llevar el trabajo adelante. Evidentemente luego lo miras y ves que no ha podido salir como hubieras querido.
Batman es de derechas y Superman habría votado a Trump. Ensayos como Con capa y antifaz, la ideología de los superhéroes, hablan de los valores que de forma directa o indirecta representan estos personajes. ¿Qué se esconde tras el antifaz?
Que un señor se enfunde en un traje de mallas, se ponga un antifaz y se dedique a ejercer de juez y verdugo, pues muy de ser de izquierdas parece que no debe ser. Claro que hay un componente de individualismo, de tomarte la justicia por tu mano. Son unos comportamientos que después de todo son transversales y encuentras en todos los sectores ideológicos. Esa actitud de ser individualista y de autodefensa está ahí subyacente desde el comienzo, otra cosa es que el cómic en el que tú trabajes tenga esos matices ideológicos. El personaje puede serlo, pero el tebeo no.
En plena era digital, ¿todavía queda espacio para los cómics de papel?
Yo espero que lo siga habiendo. Es difícil intentar atraer la atención de un público que está acostumbrado a encontrar el entretenimiento a golpes de bits, y lo sé porque yo también soy aficionado. El rendimiento que le sacas a un juego como Horizon Zero Dawn no se lo sacas a un cómic ni loco. Pero eso a su vez es algo que ayuda a la propia evolución de la historieta. Hace que el público cambie y sea distinto, y el que se queda es uno muy exigente con el medio.
¿Ha temido que algún día Marvel Comics cierre sus puertas y se dediquen exclusivamente a las películas?
El miedo está ahí, porque es con lo que tú y tu familia te alimentas, pero me cuesta mucho trabajo pensar que alguien viva instalado en la comodidad en un mundo dominado por el azar. Si algo nos ha demostrado la historia es que todo cambia y hay que ser consciente de que en cualquier momento los pilares de tu mundo se pueden venir abajo. Por qué no nos va a pasar a nosotros, simplemente hay que ser consciente de que puede ocurrir y estar preparado para eso.
No puedo evitar preguntarle por el final de la última película de Los Vengadores, Infinity War. ¿Están todos muertos?
Están tan muertos como lo estuvo Superman en los años 90. Tan muertos como lo ha estado Capitán América en los cómics hace unos años. Tan muertos como lo ha podido estar cualquier superhéroe, como Lobezno o como Fénix. ¿Quién quiere matar a la gallina de los huevos de oro?