Ahora que empieza el Festival Huellas del Crimen, donde va a estar el autor John Connolly como invitado especial, comenzamos a ver detectives en nuestro día a día. ¡Literatura! Le preguntamos a los escritores cuál era su investigador favorito. Estas son las respuestas.
Ciudad de México, 25 de agosto (SinEmbargo).- Uno piensa a veces en esos detectives que pasaban en las películas francesas, con rayas en el medio, traducidas a medias. A veces piensa en Sherlock Holmes –¿Había Sherlock antes de Robert Downey Junior y de Benedict Cumberbatch- y se imagina esas situaciones absurdas en las que el siempre renovado para la televisión y para el cine Dr.Watson, escuchaba un “elemental” de su investigador un poco loco, un poco drogado.
El libro de Sherlock Holmes lo escribió Arthur Conan Doyle y jamás puso ese latiguillo. La primera vez que apareció la famosa frase “Elemental, mi querido Watson” fue en una película de 1939 (nueve años después del fallecimiento de Conan Doyle) titulada Las aventuras de Sherlock Holmes. Desde entonces se hizo popular.
La novela negra ha crecido en los últimos tiempos por la televisión. Ya sabemos a raíz de las series de un detective al borde de ser detenido, como Idris Elba en Luther, un tipo gordo, diabético y solitario como Kurt Wallander (a nosotros, por eso de Hollywood nos gusta mucho más Kenneth Branagh que los dos suecos previos, pero hay otros más rigurosos que hablan de que a las novelas de Mankell no hay como Suecia adaptándolas). Un detective catatónico como Adrián Monk, un mentalista llamado Patrick Jane y estaba hasta el famoso Dr. Cal Lightman (Tim Roth), que ayudaba a los policías a descubrir a los delincuentes, a quienes descubría los gestos subliminales cuando mentían.
Ahora que comienza el Festival Huellas del Crimen en San Luis Potosí, hemos preguntado a nuestros mejores autores de novela negra cuáles eran sus detectives literarios favoritos. Las respuestas son una verdadera pesquisa.
Bernardo Esquinca, autor de la serie Casasola. Su último libro es Inframundo (Almadía)
Charlie Parker, el detective de John Connolly, porque tiene un pie en el mundo real y otro en el sobrenatural; lo mismo persigue delincuentes comunes que ángeles caídos. Proviene del detective clásico y a la vez representa algo diferente y original. (John Connolly es el invitado especial del Festival de Huellas del Crimen)
ENTREVISTA | Leer historias de horror nos fortalece para enfrentar el horror real: Bernardo Esquinca
Iván Farías, autor de Un plan perfecto (Grijalbo)
Mi detective favorito es Matt Scudder, de Lawrence Block. Cómo Block es alcohólico y vive en New York, se salió de la policía por culpa de esto. Es lo que más me gusta de él.
Se alquila como detective sin licencia para pagar su culpa. Hay siempre un monólogo interno donde justifica su alcoholismo, que lo llevó a asesinar sin querer a una niña puertorriqueña. Y otro en el que menosprecia su dolor. Además, conoce todo NY, cada calle y cada callejón.
César Silva Márquez, autor de La balada de los arcos dorados (Almadía)
Mi detective literario favorito sigue siendo Sherlock Holmes. Un personaje tan superdotado como Batman de extraordinarias habilidades. escondido tras una inteligencia potenciada por una gran habilidad para la observación lo vuelve aun más enigmático. Mucho más carismático que Auguste Dupine, ese detective de Poe más pedante aún, es quizá uno de los personajes que sigue siendo interpretado en nuestra actualidad por distintos actores. Algo así como las demasiadas interpretaciones actuales de las canciones de The Beatles. Sherlock Holmes es a The Beatles en versión literaria. Algo así. Y por tal motivo aun lo admiro. Tendría en mi recámara un póster del detective si fuera posible.
ENTREVISTA | En la nueva novela de César Silva, la justicia toma la forma de la venganza
Imanol Caneyada, autor de la reciente 49 cruces blancas (Planeta)
El detective con el que me inicié en el género como lector es Pepe Carvalho, de Vázquez Montalbán; me parece entrañable su desencanto, su pasado comunista traicionado, su cinismo, su amor por la cocina y la selectiva quema de libros en ese particular delirio contracultural; pero a pesar de todo ello, conserva un sentido estricto de lo que es correcto, una ética oculta tras todos esas capas de cinismo que representa perfectamente a toda una generación militante de la izquierda que fue renunciando a ciertos ideales. De un tiempo a esta parte, he seguido con total asombro el desempeño del comisario Adamsberg, de Fred Vargas. Un detective atolondrado, desconectado de la realidad pero con una lógica implacable a la vez que muy sui generis. La lealtad que muestra siempre a los más frágiles y desprotegidos me remite a un héroe romántico en estos tiempos tan antirrománticos.
Imanol Caneyada escribe una novela negra, psicológica y ¡que no es negra!
César Gándara, autor de La joroba de la bestia (Ediciones B)
Es difícil hablar de UN detective literario preferido porque hay muchos que valen la pena mencionarse. Pero voy a hablar de tres: Filiberto García, de El complot mongol (de Rafael Bernal), quien es un personaje fascinante. Primero que nada el tipo es un matón, un delincuente con licencia que trabaja para el gobierno y que tiene un gran encanto porque no tiene pelos en la lengua ni en sus pensamientos. Alfonso Pacheco, de Nieve sobre Oaxaca (de Gerardo de la Torre), es otro detective maravilloso porque no es detective, es un maestro de secundaria retirado que ayuda a un exalumno a descubrir un crimen y a tratar de comprender el fenómeno social que se desata en la historia. Éste personaje además es un gran lector de novelas policíacas que hace una quema de novelas que no le gustan y esto lo emparenta, además de con el Quijote, con otra novela que tiene un gran personaje: Malasuerte (de Hilario Peña). Este personaje es también un gran lector de literatura policíaca, un cínico y un verdadero dedo en la yaga de la sociedad. También quisiera mencionar a Bugnicourt O´Hara, de Un gato en el Caribe (de Roberto Bardini), quien es un antiguo contrabandista argentino de ascendencia irlandesa quien se ve envuelto en un montón de aventuras que él ya no quisiera tener.
Contra el capitalismo: “La joroba de la bestia”, de César Gándara
Luis Jorge Boone, autor del libro de cuentos Figuras humanas (Alfaguara)
El Zurdo Mendieta: Porque ha tenido un crecimiento como personaje muy notable a través de las novelas de la saga. Ha tenido caídas, se ha levantado, es ambiguo, le duelen cosas, se enamora, se desenamora. Tiene un sentido del humor que lo vuelve entrañable.
ENTREVISTA | El amor y sus fantasmas: “Figuras humanas”, de Luis Jorge Boone
Élmer Mendoza, autor del detective El Zurdo Mendieta. Su nueva novela es Asesinato en el Parque Sinaloa (Literatura Random House)
Michael Ohayon, de Batya Gur. Es intuitivo, paciente, valiente, deja que cada miembro de su equipo haga su parte del trabajo, es inteligente y culto, entiende a su hijo y su relación con las mujeres,nunca es dependiente.
ENTREVISTA | Hay que posicionarse como creador: Élmer Mendoza
Ingrid Bringas es joven poeta, su nuevo libro es Objetos imaginarios (Pinos alados)
Me quedo con Phillip Marlowe el personaje ficticio de las dos novelas de Raymond Chandler, porque es pesimista, ve a la sociedad como un núcleo de cinismo y además ama la poesía, es bastante poético en varios asuntos.
Mauricio Carrera ha escrito El neopolicial mexicano (Premio de Ensayo Alfonso Reyes). Es autor del reciente libro de cuentos Infidelidad.
Mi detective favorito es Charly Parker, creación del escritor irlandés John Connolly. Leerlo fue una sorpresa. Esa mezcla entre lo cotidiano y lo sobrenatural me desconcertó, al principio y me entusiasmó, después. No he podido dejar de leer sus aventuras. Charly Parker persigue fantasmas y los fantasmas lo persiguen a él. Los crímenes que investiga son de éste y del otro mundo. Me agrada su ascetismo, su vulnerabilidad. Es una especie de ángel caído que busca redención y no la encuentra. Simplemente hace lo que tiene que hacer para llegar a fin de mes. Mientras tanto, combate asesinos ordinarios y extraordinarios. En el fondo me atrae que alguien pueda defendernos contra lo que más nos asusta: la criminalidad de la vida terrena y la maldad proveniente de aquello que no entendemos, el más allá, lo sobrenatural.
ENTREVISTA | Mauricio Carrera y la literatura referencial: «Infidelidad»
Iris García Cuevas, autora de 36 Toneladas (Ediciones B)
¡Filiberto García!, de El complot mongol (de Rafael Bernal). Me encanta porque es un antihéroe, desencantando de la vida y de las instituciones, un bandido de la revolución mexicana convertido en agente del gobierno, que pone al descubierto la corrupción del sistema más por cinismo que por un sentido ético y que pese todo aún es capaz de la ternura aunque él mismo se regañe al descubrir esta capacidad. Y me encanta porque ante sí mismo no es un detective. ¡Estoy enamorada de ese personaje! Además se llama como mi abuelo.
Liliana Blum, autora de El monstruo pentápodo (Tusquets)
Mi detective favorito es Bill Hodges, el detective de la trilogía de Mr. Mercedes, de Stephen King. Me gusta porque es gordito, divorciado, con tendencias suicidas luego de su retiro, nadie da un peso por él y de pronto se convierte en héroe. Además me encanta cómo el asesino serial tiene algo personal contra él y lo azuza.
ENTREVISTA | Las mujeres somos a veces cómplices activas de los delincuentes: Liliana Blum
Roberto Bardini, autor de Un gato en el Caribe (Resistencia)
Los motivos por los que elijo a Philip Marlowe son los mismos que menciona su Raymond Chandler, su creador, en El simple arte de matar, que resumo: “Por estas calles bajas tiene que caminar el hombre que no es bajo él mismo, que no está comprometido ni asustado. El detective de esa clase de relatos debe ser un hombre completo y un hombre común, y al mismo tiempo un hombre extraordinario. Debe ser un hombre de honor por instinto, sin pensarlo, y por cierto que sin decirlo. Su vida privada no me importa mucho; creo que podría seducir a una duquesa, y estoy muy seguro de que no tocaría a una virgen. Si es un hombre de honor en una cosa, lo es en todas las cosas. Es un hombre relativamente pobre, pues de lo contrario no sería detective. Es un hombre común, pues de lo contrario no viviría entre gente común. Tiene un cierto conocimiento del carácter ajeno, o no conocería su trabajo. No acepta con deshonestidad el dinero de nadie ni la insolencia de nadie sin la correspondiente y desapasionada venganza. Es un hombre solitario, y su orgullo consiste en que uno le trate como a un hombre orgulloso o tenga que lamentar haberle conocido. Habla como habla el hombre de su época, es decir, con tosco ingenio, con un vivaz sentimiento de lo grotesco, con repugnancia por los fingimientos y con desprecio por la mezquindad. El relato es la aventura de este hombre en busca de una verdad oculta, y no sería una aventura si no le ocurriera a un hombre adecuado para las aventuras. Si hubiera bastantes hombres como él, creo que el mundo sería un lugar muy seguro en el que vivir, y sin embargo no demasiado aburrido como para que no valiera la pena habitarlo”.
ENTREVISTA | Roberto Bardini, el escritor que como un gato visitó el Caribe