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Sin decir ni pío: El monero Víctor Solís entrega un libro de humor, crítica... y también de silencios

07/08/2018 - 12:02 am

Lo que abunda en estos monos de Víctor Solís es mucho silencio y mucho humor. También, en Sin decir ni pío, hay mucha reflexión, como para ver el dibujo varias veces y sacar una conclusión cada vez. Un gran libro de Lumen.

Ciudad de México, 7 de agosto (SinEmbargo).- Todo lo que queda es silencio, dice William Shakespeare en la última línea de Hamlet. Del silencio, de eso que no se dice, se sirvió el dibujante Víctor Solís (Ciudad de México, 1967), para condensar toda su mirada sobre el ser humano, que siempre anda abstraído en cosas tan cotidianas que a veces no ve lo jocoso de su andar, lo divertido de sus tropelías.

Solís a veces se parece un poco a Jis, por eso de ser la “intelectualidad” de los moneros, siempre a Sempé, en muchas oportunidades a Quino. “Todas esas influencias crecen en mí hasta ser este libro de un humor silencioso”, dice Víctor, quien ha publicado en casi un centenar de espacios, tanto en revistas y periódicos, como en libros y proyectos gráficos que han requerido un toque humorístico, a veces crítico, a veces reflexivo.

“Lo que dicen sus trazos no es sólo lo que vemos, eso que de inmediato nos hace sonreír, sino lo que está sugerido atrás, algo inexpresable que debemos entender, descifrar, adivinar: una revelación”, dice Héctor Aguilar Camín. Sus dibujos son, efectivamente eso: Algo que transcurre con otra mirada, como lo extraño que está en nuestra vida y que no nos animamos a nombrar.

Los niños escuchan. Foto: Especial

“El lector reflexiona y el dibujo ha logrado su propósito. Al lector inadvertido hay que decirle que no se trata de un libro de chistes. Llegar a esta síntesis, decir más con menos, requiere trabajo, lecturas, capacidad de relacionar y entrar al juego que la imaginación imponga con humor, ufa”, dice su colega Palomo.

Sin decir ni pío es un gran libro para un gran ilustrador, ¿verdad?

–¡Qué halago! Me vino la propuesta de Penguin Random House de hacer un libro. Estuve buscando tratando de encontrar un hilo conductor y decidí hacer algo, hacer una colección de cartones, silenciosos completamente. Que no apareciera ninguna palabra, ni una letra, simplemente fuera la imagen. Fue un ejercicio interesante para llevar a cabo. Vamos, el resultado ha sido sorpresivo incluso para mí.

–Me vino a la mente algunos libros de Quino, de Sempé, de esos libros de humor tan reflexivos…

–Quino es una gran influencia, al igual que Sempé, que se dedicaron a hacer humor más allá de la cuestión política u otro tipo de trabajo coyuntural. Efectivamente, yo comencé haciendo humor en revistas de 1982 y lo que me gustaba mucho era este tipo de trabajos que se mostraban muy cotidianos y te cambiaban el estado de ánimo. Esto es mucho más usual en Europa, en los Estados Unidos, en Argentina. Acá no tanto. En México siempre tuvo menos escaparate. De repente aparece como novedoso, pero viene haciendo hace muchos años.

Las viejas compras. Foto: Especial

–Me acordé también de Jis, que es el gran pensante de la caricatura.

–Me encanta Jis, es un hombre que rompió las raíces surrealistas y las llevó al humor, es tan descabellado su trabajo que siempre te saca una sonrisa. Es inesperado, lo disfruto muchísimo, Jis se mantiene en el absurdo y sorpresivo. Alguna vez escuché por ahí que el humor tiene que ser políticamente incorrecto, se puede aplicar al humor político, pero el humor es más amplio, debe de existir siempre la sorpresa y el absurdo para que rompa con la lógica de lo real.

–Ha publicado recientemente Ros, que es otro dibujante con el que también podríamos emparentarte.

­–Sí, Ros tiene ciertos personajes recurrentes. Me encanta su trabajo y me encantan los textos que pone en los cuadros, es muy limpio, muy pulcro. La cantidad de cosas que te permean es enorme. Siempre estás muy animado. Yo veo cartones desde chico, me gustaba mucho el color de Mordillo, su absurdo, te causaba un shock ver una cancha de futbol arriba de un islote y a los jugadores viendo cómo se cayó la pelota en el agua. Eso era maravilloso. Hay muchos trabajos que te inspiran y te inquietan demasiado. Este tipo de trabajo con el que comencé yo siempre he buscado que fueran anecdóticas, cosas de la calle, que fueran cosas que yo pudiera ver y tal vez agregarle alguna otra cuestión como para que detone en un cartón de humor. Usualmente, yo trabajo para el periódico tiene que ver con la coyuntura. Sin embargo, tanto en economía como en política, siempre traté de buscar el punto de vista del ciudadano de a pie. En otro momento saqué un libro dedicado al ecologismo, hoy se ve mucho, pero hace algunos años nadie se dedicaba al humor con el tema del planeta y el agua.

Sin embargo, tanto en economía como en política, siempre traté de buscar el punto de vista del ciudadano de a pie, dice Solís. Foto: Especial

–Lo extraño a veces es cambiar la mirada

–Exactamente. Ese es el enfoque que le das es lo que provoca puede ser un absurdo. Una vez hice un libro sobre pingüinos y lo que hacía era poner los pingüinitos de cerámica en contextos ajenos completamente. La gente veía lo que estaba atrás, era absurdo e interesante.

–¿Más allá de las influencias este libro forma parte de la caricatura intelectual?

–Algunos eran cartones que llegue a publicar en revistas marginales, como en las revistas aéreas. Había que hacer como un humor suave, que no debía estresar al pasajero, debía evitar ciertos temas que lo pudieran poner nerviosos.

La mujer duerme. Foto: Especial

–Bueno, en este caso no podríamos decir que en el libro Sin decir ni pío vamos a ver dibujos que no nos van a cambiar el estado de ánimo. Hay agresión, hay reflexión, a veces uno tiene que mirar el dibujo varias veces…

–Es curioso porque he visto la reacción de la gente, es totalmente silencioso mi trabajo e incluso a mí me sorprendió. Me da la sensación de que estoy viendo una película totalmente muda. En este caso, todo es silencioso. No es un libro de carcajada, es del humor que no hace reír, llegué a decir alguna vez. Hay dibujos, efectivamente amables, pero hay otros más fuertes. No intento aleccionar a nadie ni decirles JA. Me causa gracia la escena y trato de hacer escenas completas, de no centrarme en los personajes principales o donde están expuestos el cartón o el gag. Se diferencia del humor conceptual, que prescinde de los elementos escénicos.

–¿Qué valor tiene el dibujo en un mundo con tanto ruido?

–Nos enfrentamos a un mundo de imágenes, la gente está muy acostumbrada a la imagen, lee muy poco, lo que importa es la inmediatez o el flashazo. Creo que el trabajo de Sin decir ni pío (Lumen) invita a parar un poco. Lo vas a tener más que una vez y encontrarás muchos sentidos cada vez que lo veas.

Libro de Víctor Solís editado por Lumen. Foto: Especial

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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