#DatosCerrados | Adiós a Los Pinos. El virtual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le ha dado la despedida a la legendaria casona donde en los últimos 84 años han habitado los Primeros Mandatarios con sus familias bajo el manto de la discreción. Pocos podían verlos en su cotidianidad o tener acceso a los interiores de ese domicilio de Constituyentes que jamás tuvo número exterior. Contratos publicados en el Portal de Obligaciones y Transparencia permiten avizorar que dentro de esa residencia hubo un lujoso estilo de vivir. Sólo en lo que concierne al comedor de Los Pinos, las compras del Gobierno indican que siempre hubo manteles largos.
Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) invirtió en mantelería, vajillas y cubiertos finos un millón 825 mil pesos. Pese a la compra, Enrique Peña Nieto (2012-2018) volvió a adquirir lo mismo y gastó poco más de un millón de pesos. Los dos tuvieron contratos de cientos miles de pesos para que les llevaran carnes y mariscos frescos, así como abarrotes de alta calidad. En total, el montaje del comedor de Los Pinos en la última década costó 28 millones 560 mil 553 pesos, lo que habría alcanzado para 14 viviendas en una colonia céntrica de la Ciudad de México.
Ciudad de México, 5 de agosto (SinEmbargo).- En 1934, Lázaro Cárdenas del Río asumió como Presidente de México. En esa época, los Primeros Mandatarios y sus familias se instalaban en el Castillo de Chapultepec para vivir. Cárdenas tenía 39 años de edad y su estilo político contrastaba con el lujo de ese recinto. Con el argumento de la austeridad republicana, no quiso habitar ahí y adecuó el rancho de La Hormiga como residencia oficial. Lo llamó “Los Pinos” en honor al sitio donde conoció a su esposa, Amalia Solórzano.
Han pasado 84 años y Andrés Manuel López Obrador, virtual Presidente de México, tiene la misma justificación –la austeridad republicana– para no vivir ni despachar en Los Pinos, la residencia que después del Gobierno de Cárdenas se convirtió en un espacio de lujo con remodelaciones según el gusto del Ejecutivo en turno y una mesa para que inquilinos e invitados comieran bien.
Eso dicen los contratos que en torno al comedor de Los Pinos se hicieron en los dos últimos sexenios, los de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018). Se compraron utensilios finos como vajillas, cubiertos, mantelería y se rentó el suministro de alimentos perecederos de alta calidad como carnes y mariscos, así como finos abarrotes.
Así, en la mesa de Los Pinos, ambos mandatarios invirtieron 28 millones 560 mil 553 pesos, según un cálculo con datos oficiales de la Unidad de Datos de SinEmbargo. Fue un gasto a discreción, pues jamás se supo por qué y para qué se adquirían determinados alimentos o cosas. Fue un gasto que hubiera alcanzado para comprar unas 14 viviendas en en una colonia céntrica de la Ciudad de México.
Los gastos siempre estaban rodeados por el misterio. Por ejemplo, en septiembre de 2011, a punto de dejar la residencia, Felipe Calderón compró utensilios por 40 mil pesos en la Comercializadora y Distribuidora Dumar. Luego, Enrique Peña Nieto, apenas llegó, aseguró el suministro de pescados y mariscos por un millón 574 mil pesos con Operadora Promotter, de marzo a diciembre de 2013.
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Los Pinos es un lugar bello y crudo. La escena, hasta ahora, ha sido así: sus 56 mil metros cuadrados están rodeados por elementos del Estado Mayor Presidencial, desde la salida del Metro Constituyentes hasta el Castillo de Chapultepec. En plena Ciudad de México, un bosque de cortezas rojizas rodea la casona donde no viven más que ellos, los integrantes de la familia presidencial, bajo el manto de la opacidad.
Pese al marco jurídico de la Transparencia en México, nada obligaba - y hasta ahora, nada la obliga- a la familia del Presidente a decir cómo usufructuaba la residencia. Mediante el Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (INAI), la Presidencia se resistió a detallar, por ejemplo, cuánto erogó en las remodelaciones de la casa-habitación cada vez que cambiaba el Gobierno. Tampoco quiso decir cómo vivían los inquilinos: cómo se alimentaban o cuántos elementos del Estado Mayor Presidencial estaban asignados a sus personas. Y todos esos eran gastos del ámbito público porque se trata de una propiedad que le pertenece a los ciudadanos.
Para adornar el comedor de Los Pinos, Felipe Calderón Hinojosa compró mantelería fina mientras gobernó de 2006 a 2012. Se fueron en ello 509 mil 747 pesos. Pero, ¿qué ocurrió con estos artículos? Cuando Enrique Peña Nieto llegó a la casona, se volvió a comprar mantelería por 337 mil 155 pesos. Los proveedores de Los Pinos mientras gobernó Calderón Hinojosa fueron Bariolés y Silvia Hernández Alfaro. Las de Peña Nieto fueron Dulce María Balbuena Carrillo y Verónica González García.
También se compraron utensilios como vajillas y cubiertos finos. Una vez que se diga adiós a Los Pinos, ¿dónde van a quedar estos objetos? En su Administración, Felipe Calderón invirtió en este tipo de artículos para mesa un millón 315 mil 621 pesos. Luego, Peña Nieto volvió a comprar por 666 mil 697 pesos.
En cuanto a lo que se servía en ese comedor, los contratos también reflejan un estilo de vida. Felipe Calderón invirtió en carne, pollo, pescados, mariscos y abarrotes de alta calidad poco más de once millones de pesos. Peña Nieto gastó 13 millones 883 mil 772 en lo mismo.