Hace poco vi por Internet (en forma pirata, debo decirlo, todavía no se pasa en ninguna de las pantallas de streaming en México) la serie Patrick Melrose, el último proyecto televisivo del actor inglés Benedict Cumberbatch (41).
Vi sólo dos capítulos, los que estaban por Internet y no he dejado de pensar en la fuerza narrativa y en cómo los realizadores pudieron transmitir ese poderío insano, fruto de un padre que violaba ferozmente a su hijo.
Esta semana, el escritor chileno Pablo Simonetti (56) ha hablado de la trilogía sobre el padre y Las novelas de Patrick Melrose, escritas por Edward St. Aubyn (58), un autor aristócrata e infravalorado en Inglaterra, su país natal.
Leo su biografía y noto cómo la literatura lo ha salvado y me entero cómo Cumberbatch ha perseguido este papel desde hace tiempo (de hecho, hace cuatro años comentó su deseo en un encuentro digital en Reddit) y ahora ha podido cumplir su sueño gracias a esta coproducción entre Sky Atlantic y Showtime.
El padre. Las novelas de Patrick Melrose, reúne tres novelas cortas: Da igual, Malas noticias y Alguna esperanza, todas ellas vinculadas entre sí, pues siguen la deriva de Patrick Melrose, personaje inspirado en el propio autor, aunque los libros contienen algunas vetas de ficción.
En Da igual, la más breve y quizá la mejor de las tres, conocemos al protagonista a la edad de cinco años: justo el día en que sus padres han invitado a unos amigos a cenar. St. Aubyn nos descubre a una madre alcoholizada y a un padre autoritario y brutal que viola a su propio hijo antes de esa cena. Aquel episodio marcará para siempre al personaje, que en Malas noticias es ya un joven que debe viajar a Nueva York para recoger las cenizas del padre, que acaba de morir. Patrick Melrose es aquí un hombre atormentado por los abusos y las palizas de su infancia, metido en una de esas espirales de drogas, alcohol, pastillas y autodestrucción que tanto nos gustan en la literatura. En Alguna esperanza también han pasado algunos años y Melrose se plantea cómo contarle aquellas agresiones a su mejor amigo y cómo pasar página y olvidar aquello mientras el círculo de amigos y de viejos conocidos de su padre se reúnen en sociedad para alimentar sus vidas frívolas.
Edward St. Aubyn, un escritor que da muy pocas entrevistas, lo hizo cuando Random House publicó El Padre y conversó con Begoña Gómez Ursaiz, para El País.
“El psicoanálisis me ayudó a mantenerme vivo y las novelas son novelas, no son una extensión de la terapia. Son completamente artificiales. Pero el tema del que tratan los libros era inevitable. Si no hubiera escrito sobre eso, no hubiera podido hacerlo sobre nada más. A medida que avanza el ciclo, los libros van volviéndose menos y menos autobiográficos”, dijo entonces.
“La actitud de David hacia su hijo es de un extremo esnobismo. Es cierto que cuesta encontrar el eslabón entre el esnobismo y la pedofilia, entre la malicia y la violación, pero lo hay. Él no es solo un producto de su clase. Estoy seguro de que pasa en otros ambientes, solo que yo no sabía mucho de eso. El esnobismo es universal. La gente siempre está buscando una razón para no empatizar con los demás. ¡Cuesta tanto esfuerzo hacerlo! Pueden usar la clase, el género o la raza. Cualquier excusa para despreciar a los demás y liberarse del peso que supone la empatía. No creo que ignorar a otros seres humanos sea una cosa propia de la clase alta británica, pero en el caso de David tiene ciertas actitudes ya precocinadas que funcionan como una cubierta: su arrogancia, el sentirse legitimado... David puede citar a la Antigua Grecia para justificar sus actos”, agregó.
Este fin de semana a leer la trilogía y a descubrir a este autor con quien Benedict Cumberbatch ha hablado mucho para hacer su personaje en la serie.