La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó el informe "Aceite de palma y biodiversidad" el cual afirma que aunque se prohiba su consumo y producción no se reducirá la pérdida de biodiversidad.
París/Ciudad de México, 26 de junio (EFE).- Prohibir el aceite de palma no conseguiría detener la pérdida de biodiversidad, ya que su cultivo sería reemplazado por otros que también amenazarían la sostenibilidad medioambiental, según un informe divulgado hoy por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El informe, titulado "Aceite de palma y biodiversidad", afirma que otros cultivos aceiteros necesitan hasta nueve veces más tierra que el de palma.
La UICN sostiene que reemplazarlo por otros podría incrementar significativamente el total de tierras empleadas para producir todo el aceite vegetal necesario para la creciente demanda mundial.
El organismo explica que entre 1980 y 2014 la producción mundial del aceite de palma se ha multiplicado por quince, de 4,5 millones de toneladas hasta casi 70 millones de toneladas, debido sobre todo a su bajo coste de producción.
La UICN alerta, sin embargo, de que este tipo de producto sigue afectando a la biodiversidad mundial, incluyendo 193 especies consideradas como amenazadas (según la Lista Roja de esta organización), y entre las especies que más daño han sufrido estarían orangutanes, gibones y tigres.
Actualmente, calcula el informe, en el mundo existen unos 18,7 millones de hectáreas de este cultivo y su demanda se espera que crezca un 1,7 % por año hasta 2050. En Indonesia y Malasia se concentra el 85 % del suministro global de este aceite, seguidos por Colombia y Nigeria.
El grueso de esta producción es exportado principalmente a países de la Unión Europea, China, India, Estados Unidos, Japón y Pakistán.
"La mitad de la población mundial utiliza aceite de palma en su comida.(...) El aceite de palma está aquí para quedarse, así que necesitamos urgentemente acciones coordinadas para hacer más sostenible su producción", aseveró en el informe Inger Andersen, directora general de la UICN. EFE