¡Basta de reggaetón!, podría ser llamada esta nota. Aunque no es una nota contraria a nada ni a nadie, pero sí para abrir los oídos a cómo suena una canción con todos los elementos –sobre todo el talento- para hacerla. Escuchen a este autor colombiano…
Ciudad de México, 7 de junio (SinEmbargo).- “Es uno de mis escritores favoritos contemporáneos del verso fijo y un impresionante sonetista. Tremendo Pala, me produce muchísima admiración”, ha dicho el cantautor uruguayo Jorge Drexler.
Se refiere así al músico y escritor colombiano Carlos Palacio "Pala", con quien ha grabado un tema, “La deuda”, que hasta un bandoneón lleva como acompañamiento.
Parece un tango “La deuda”, con moraleja y todo, en un mundo donde el reggaetón suena hasta en la Copa Mundial de Futbol y no nos da a veces ni respiro.
Este es un cantautor distinto. No sólo porque deje mensajes en sus canciones, sino porque las letras –tal como pide recientemente Aleks Syntek, quien esta en una campaña para prohibir al reggaetón en los lugares públicos- son hechas con conciencia y talento.
Escritor, además de trovador, Carlos Palacio “Pala”, nació el 22 de mayo de 1969 en Yarumal, Colombia, ganador del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura, con siete discos desde 2001, el último de los cuales es Alamar, del que se desprende “La vida está mal usada”.
En México, ha venido con su colega Andrés Correa, con quien ha formado el dúo Socios Ociosos, que le da nombre también al disco en conjunto.
Ellos se presentan esta noche en el Foro del Tejedor, el sábado a Querétaro, el viernes 15 en Guadalajara y el sábado 16 en el Foro León.
–¿Cómo ha sido la juntada con Andrés Correa?
–El encuentro con Andrés ha sido en esta búsqueda creativa, ya teníamos unos cuantos discos grabados en forma individual, con una admiración mutua por el trabajo de ambos. En esos momentos estábamos los dos obsesionados por las rimas clásicas del Siglo de Oro Español. Entonces nos dimos a una especie de juego, donde yo le soltaba un par de versos, él me contestaba con otros dos. Era una especie de ejercicio, cuando Andrés me propuso que por qué no le poníamos música, hacíamos un álbum y así fue. El disco se llamó Socios ociosos, que ahora cumple 10 años y para celebrarlo vamos a ir a hacer conciertos en México, Costa Rica y en Colombia.
–Fernando Vallejo decía que todos los músicos de Medellín, incluido Juanes, eran inescuchables. ¿Qué significa Medellín para ti?
–Tú me nombras a Fernando Vallejo, al maestro, es la prosa más dulce que se ha escrito sobre Colombia del siglo XXI y sus quejas no son más que amor al país que lo vio nacer. Coincido con el maestro en torno a los dolores que siguen vigentes para Medellín, sobre todo a raíz de la iglesia cristiana y católica que nos sigue aplastando día a día. Sin embargo, la ciudad también ha cambiado mucho. Es una ciudad que sigue con los dolores de cualquier lugar latinoamericano, pero que vale la pena explorar y conocer, aunque no soy capaz de escribir un panegírico y hacer una canción de amor para Medellín.
–¿Sigue el narcotráfico ahí, verdad?
–Sí, el narcotráfico es una realidad incontrastable, pero dejó de ser lo que era desde los ’80 y se ha atomizado un poco. Es un fenómeno bastante parecido a muchos lugares de Latinoamérica. Con respecto al maestro, digamos que no lo disculpo, pero el estar tanto en contra de los músicos de Medellín forma parte de su discurso panfletario, pero él en esencia es un hombre que ama y ha amado a esta tierra y así lo tomo.
–De Colombia tenemos a Juanes, a Shakira, a Aterciopelados, ¿en qué lugar te encuentras tú para conquistar México y otros lugares de Latinoamérica?
–Has nombrado a nuestro mainstream, tal vez Aterciopelados se ha alejado un poco de eso, pero lo que ha caracterizado a Colombia en las últimas dos décadas ha sido un aluvión de artistas independientes, que ha buscado una difusión muy distinta a lo central. Colombia más o menos tarde se dio cuenta de su diversidad, no hay un sonido estrictamente colombiano, hay muchos sonidos. Yo me ubica como autor de canciones, heredero de esa época de los ’60, aunque hoy tratamos de desmarcarnos de ese sesgo político previo que tenían todas las rolas.
–¿Qué lugar ocupa tu canción en un contexto donde se escucha sólo reggaetón?
–Me estás preguntando justo en un sitio como Medellín, que se ha nombrado la Capital Internacional del Reggaetón. Desde el punto de vista personal, no me gusta, no lo disfruto, las letras podrían decir cosas más interesantes y podrían estar escritas con una gramática un poco más dulce. Pero estoy totalmente en contra de la censura. La censura es algo individual, yo la ejerzo para mí, no compro boletos para el concierto y no escucho esa música, pero todo es libre y cada uno tiene derecho a escuchar lo que quiera.
–Lo importante es que haya mucha diversidad también en lo que uno puede oír
–Efectivamente. Habría que tener más espacios para poder hacerse oír con cualquier género.