CRÓNICA | Juan José Arreola, recordado en la Feria Internacional del Libro en Tijuana

09/06/2018 - 12:03 am

La 36 Feria Internacional del Libro en Tijuana, organizada por la Unión de Libreros, dirigida por Ivonne Arballo y apoyada por el Cecut y el Instituto Municipal de Arte y Cultura –con Haydée Zavala al mando- rindió un gran homenaje a Juan José Arreola, entre ellos un gran afiche que acompañó los 10 días del encuentro.

Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).- ¿Por acá vino Juan José Arreola?, preguntaba una chica antes del acto en el Cecut. La tarde estaba un tanto nublada, en el escenario, Alonso Arreola, uno de los nietos, Beatriz Espejo, la escritora que siempre extraña al crítico Emmanuel Carballo (1929-2014), su esposo al que quiso mucho.

Tercero en cuestión: Felipe Garrido, el intelectual de Guadalajara, en un encuentro que tuvo al escritor de quien se cumple este año el centenario de su nacimiento (“100 años del juglar”) y que sus herederos, comandados por Orso, Claudia y Fuensanta, tratan de cubrir toda la agenda posible en una efémeride tan propia.

Fue una charla estrambótica y divertida, como le hubiera gustado a él, que falleció en el 2001, a los 83 años.

Se convocó mucho a Jorge Luis Borges y a un hombre que iba a la Comedia Francesa para conocer a Louis Jouvet. Beatriz Espejo habló de aquella vez que tenía dinero para unos zapatos y ella lo acompañó a una tienda, en el camino encontraron un adorno exquisito: “La belleza lo es todo”, dijo Juan José.

Tres personas para hablar de un gran escritor. Foto: Laura Durán / IMAAC

Como un cuento sorpresivo, misterioso, cargado de humor, un cuento de Arreola, se recordó que había nacido en Zapotlán el Grande, Jalisco, el 21 de septiembre de 1918, que había sido condecorado como oficial de Artes y Letras Francesas por el gobierno galo, que había ganado el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 1976 y que hablaba con todo el mundo.

Este hombre moderno, que hizo entre otras cosas Gunter Stapenhorst, Varia invención y Palíndroma, que tenía un sentido teatral para moverse y vivir, fue también recordado como un hombre sabio.

¿Anacrónico o agua pasada?, pensaba yo mientras escuchaba a su nieto leer un texto y hablar de esos amigos que iban siempre a la casa de Zapopan. A veces creo que toda la fama que tiene Juan José Arreola es mínima a la hora de leer sus cuentos de Confabulario, sus historias que al decir de Garrido (Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en Lingüística y Literatura) “tienen personajes que van de ida y vuelta entre la realidad positiva y lo fantástico sin pasar aduanas”.

“Arreola ha creado un nuevo tipo de cuento, un mundo donde la palabra hace festiva y profundamente inútil el afán de distinguir entre lo tangible y los entes de la imaginación”, decía Garrido en el texto Arreola: Cinco años, publicado en la Revista de la Universidad de México y que ahora evoco para hablar de alguien tan presente, con una obra global que tiene –como la de Julio Cortázar, como la de Jorge Luis Borges- un afán de futuro.

Las fotos de Meter nos guiaban por esos cientos de libros en el que la cultura, otra vez, dijo: soy de aquí. Foto: Feria del Libro

“No me considero especialista en la obra de mi abuelo, ni escritor, ni me ando valiendo de mi apellido”, dice Alonso Arreola, para explicar que de todas las invitaciones que había recibido sólo aceptó dos, la de la UNAM y la de Tijuana.

Es cierto: La Feria Internacional del Libro de Tijuana, en su edición 36, armada por la Unión de Libreros y apoyada por el Cecut y el Instituto Municipal de Arte y Cultura –con Haydée Zavala al mando- rindió un gran homenaje a Juan José Arreola, entre ellos un gran afiche que acompañó los 10 días del encuentro.

“Mi abuelo era como un niño, era un hombre bueno, atribulado psíquicamente, con ideas que dominaban sus lecturas, con hipocondría…éramos muy felices estando cerca de él. Conviví 26 años con mi abuelo, en ellos pude disfrutar esa alma lúdica y esa eterna capacidad de asombro en distintas etapas”, dijo Alonso.

Juan José Arreola iba en motocicleta hacia el mercado, llevaba golosinas o monedas para los chicos que lo esperaban en el pueblo y le gritaban “Tío, tío”.  Recordaba su visita a Pablo Picasso.

“Todo tenía que ver con la búsqueda de la belleza. A veces teníamos que ponernos de espalda en los restaurantes, para no ver a determinados comensales”, recuerda su nieto.

Ivonne Arballo, la directora de la Feria de Tijuana. Foto: Laura Durán /IMAAC

La Feria Internacional del Libro en Tijuana transcurrió durante 10 días. Llegó a la edición 36, entre carpas, ayudas de otros organismos, con la firme convicción de la Unión de Libreros, dirigida por Ivonne Arballo y Vladimir López y todo el entusiasmo del público que se acercó a los puestos –esta vez mucho mejor armados, había espacio para la gente.

Cuesta mucho analizar la cantidad de hechos culturales que hay en la ciudad. Una zona fronteriza, donde todo lo que pasa en los Estados Unidos parece ser tener voz propia en Tijuana.

Una semana antes de la Feria del Libro, fue Juan Villoro a celebrar los ochenta años de Carlos Monsiváis. Como si la feria fuera en otro lado, porque así se llevan a cabo los actos culturales de Tijuana.

“Son actos del CECUT”, dice la gente, como si el Cecut, comandado por Pedro Ochoa, estuviera por encima de todas las cosas que se hacen en la ciudad. Esta vez, también se plegó el Festival de Jazz de Tijuana, pero nunca hubo una cosa que pegara la feria con la música. Un pastel con muchas capas, pero sin harina o huevo que los pegue, esos son los hechos culturales en esa ciudad que avanza y que debería escuchar más a los escritores, a los jóvenes, a ser el depositario de los muchos sueños que caracterizan a los habitantes.

Tijuana es por los escritores de Tijuana. Y también por esos autores que conminan la voz de los dos países, como una tercera mirada que sólo puede ser albergada aquí, en esta Feria del Libro donde las imágenes del argentino Alejandro Meter, ilustró los pasillos o por las actividades extramuros del IMAC.

Hilario Peña, Antonio León...nuestros escritores. Foto: Feria del Libro

Las imágenes exhibidas, con el apoyo de la University of San Diego, forman parte de un proyecto fotográfico que busca visibilizar a escritores de la frontera México-EEUU, dar a conocer nuevas voces literarias y, también, reconocer a escritores cuyas trayectorias han dejado una marca indeleble en el imaginario cultural de la región.

Alejandro Meter (Buenos Aires, 1971) es profesor de literatura latinoamericana en la University of San Diego y fotógrafo freelance. Sus retratos de escritores han sido publicados en periódicos y revistas de Europa, Estados Unidos y América Latina.

Jorge Ortega, Daniel Salinas Basave, Joel Flores, Hilario Peña, Roberto Castillo, Karen Cano, Antonio León, nos guiaban por esos cientos de libros en el que la cultura, otra vez, dijo: soy de aquí.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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