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Gustavo De la Rosa

05/06/2018 - 12:00 am

Ganará López Obrador

Ellos tienen presente la imagen de los generales y los policías persiguiendo ciudadanos inocentes y conviviendo con los delincuentes, de las grandes empresas que no pagaron impuestos porque los subsidiaron con los recursos petroleros y que pudieron así duplicar o triplicar sus ganancias. Estos ciudadanos que han vivido la crisis económica son básicamente los ciudadanos del norte que votaron dos veces por el PAN y después por el PRI, y ahora están dispuestos a votar por Morena. No habrá milagro para Anaya.

"¿Por qué, si Anaya está más cercano a los muchachos, no los ha convencido? Por mentiroso y porque nunca tiene una respuesta clara y precisa a las preguntas que se le hacen, siempre empieza dando explicaciones". Foto: Misael Valtierra, Cuartoscuro

Los nuevos votantes y los votantes del norte, que han emigrado buscando una solución a la crisis endémica de México, serán los que darán el triunfo a López Obrador.

Alrededor de 12 millones de mexicanos estrenarán su credencial de elector y el 40 por ciento de ellos votará por AMLO porque, pese a tener menos de 24 años, estos jóvenes preocupados por su futuro lo prefieren para encargarle el destino de la patria. Ellos suman a su voto histórico poco más de 5 millones de sufragios.

¿Por qué, si Anaya está más cercano a los muchachos, no los ha convencido? Por mentiroso y porque nunca tiene una respuesta clara y precisa a las preguntas que se le hacen, siempre empieza dando explicaciones. Cuando fui director del Cereso identificábamos a los mentirosos porque ante una pregunta inesperada y de respuesta rápida, empezaban a rodear para inventar la respuesta; el sicólogo bautizó esto como el síndrome de la piña (porque acá en el norte le decimos piñeros a los mentirosos).

Los jóvenes acostumbrados a respuestas rápidas y precisas se identifican más con la forma de hablar de AMLO, porque aunque para los que estamos acostumbrados a la conversación oral nos parece lento, para los que viven en la comunicación digital el timing de AMLO es como en los chats: la respuesta tarda segundos mientras la escribe su interlocutor y así habla AMLO, como si estuviera escribiendo en un teclado.

Mientras que los galimatías del candidato blanquiazul y el lenguaje cleptoburocrático de Meade están en otro mundo de la comunicación y a tres semanas y dos días del término de la campaña es imposible que suceda el milagro que espera Anaya, porque “ milagros sólo a los santos” y él es un infame pecador.

El otro grupo de votantes nuevos está integrado por los hijos de la crisis, aquellos que nacieron a finales de los setenta y vivieron cuando el peso perdió tres ceros (y mil pesos se convirtieron en uno), a quienes la crisis bancaria del 94 y la solución a la misma mediante el Fobaproa causó una profunda desilusión tras jugarse todo con Fox, y que han visto la crisis económica continuar pesa a la bonanza petrolera mundial. Ellos le dieron una nueva oportunidad al PAN con Calderón, sólo para ver cómo la crisis económica se convirtió en crisis de seguridad.

Finalmente, ellos decidieron cambiar su voto y elegir a un contemporáneo, con la esperanza de que tendría la habilidad de resolver el problema de seguridad y poder manejar poco a poco la crisis con su oferta de reformas estructurales. Esto también fracasó.

Debemos advertir que los hijos de la crisis no llevan partido tatuado en el brazo, ellos votan inteligentemente y buscan la solución a los dos grandes problemas qué nos destrozan: La mala economía y la violencia inusitada para un país civilizado. Hoy han logrado comprender qué el gran obstáculo para superar estas dos crisis es la corrupción reflejada en el PAN y el PRI.

Ellos tienen presente la imagen de los generales y los policías persiguiendo ciudadanos inocentes y conviviendo con los delincuentes, de las grandes empresas que no pagaron impuestos porque los subsidiaron con los recursos petroleros y que pudieron así duplicar o triplicar sus ganancias. Estos ciudadanos que han vivido la crisis económica son básicamente los ciudadanos del norte que votaron dos veces por el PAN y después por el PRI, y ahora están dispuestos a votar por Morena. No habrá milagro para Anaya.

Hay otros electores que habían dividido sus votos o que se habían abstenido en las dos elecciones presidenciales anteriores: los que pasaron su infancia en los primeros 90 y que ahora han terminado su carrera Universitaria. Ellos, como profesionistas, tienen que aceptar empleos por tres o cuatro salarios mínimos o dedicarse a la práctica privada como emprendedores, aunque los que siguen este camino han topado con pared en el Gobierno de Peña Nieto porque no hay posibilidad de que se desarrollen con un mercado interno sofocado por bajos salarios y las escasa capacidad de compra de los mexicanos.

El otro sector muy importante que votará por AMLO es el de los campesinos que han vivido cómo el tratado de libre comercio los ha dejado apenas en niveles de supervivencia. Los del PAN y el PRI nunca comprendieron que estas gentes quieren trabajar y producir de manera más eficiente, y equivocadamente creyeron que a los ciudadanos rurales se les controla electoralmente con programas de limosna disfrazada de programas para el desarrollo.

Ellos están rescatando su dignidad de hombres productivos pero no pueden competir en un mercado mundial dominado por los productores de grandes cantidades en las enormes llanuras del medio oeste norteamericano, es como subir al ring a un excelente peso gallo mexicano contra un gigante de peso completo de Detroit. AMLO ofrece para ellos la posibilidad de producir y vender en México a precios razonables.

También ha aumentado la cantidad de universitarios que votarán por AMLO, porque simplemente consideran que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar”: si ven que sus compañeros egresados hace unos años no consiguen empleo y sus pequeñas empresas fracasan en un par de años, reflexionan que los regímenes del PRI y del PAN no ofrecen oportunidades reales.

Así, la base de 30 por ciento de electores duros de Morena ha llegado al 50 por ciento, y sigue creciendo. No habrá milagro para Anaya o Meade, tendrán que conformarse con platicarle a sus nietos: “Cuando yo fui candidato”.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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