Carlos Monsiváis hubiera cumplido 80 años, pero ya no está entre nosotros. Sus textos, su ironía, su ingenio, permanecen entre todos los que adoraron su personalidad y talento. Aquí, un texto para conmemorar su cumpleaños.
Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).- Dice Juan Villoro que Carlos Monsiváis (1938-2010) era como un turista japonés. “Ya tomó todas las fotos y ya probó todos los platos típicos”. Decir su nombre es hablar de alguien que falta, porque su gran amiga, Elena Poniatowska, recordó que él era único, “para nuestra desgracia”.
“Reía como un pájaro y podía hablar durante horas de sus 13 gatos”, dijo Elena al conmemorar los años de su fallecimiento, mientras Carlos hubiera cumplido en 2018 sus primeros 80 años de vida.
Para Poniatowska, Monsiváis era "la nobleza misma, el compromiso, la defensa de los derechos humanos”, al mismo tiempo que “nos elevaba, nos levantaba, nos hacía mejores seres humanos, más preocupados por los demás”.
“Extraño su risa y su inteligencia, porque él sabía poner cada cosa en su lugar; extraño su análisis de la realidad mexicana, su capacidad moral, su honradez y su lucidez; Monsiváis ponía el punto agudo de su inteligencia en cada pensamiento inerte”, expresó Poniatowska.
Cronista, ensayista, narrador, crítico cultural, coleccionista, activista y personaje pop de la cultura mexicana, Carlos Monsiváis fue extraordinaria y memorablemente Carlos Monsiváis. Entre sus libros más emblemáticos se encuentran Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995) y Aires de familia (2006).
UN NUEVO LIBRO DE MALPASO EDITORIAL
Para conmemorar los 80 años de Carlos Monsiváis, algo que en el medio de las elecciones y de tanto ir y venir en México, se hizo de todos modos, la editorial Malpaso acaba de publicar el libro El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph.D.), con prólogo de Rafael Barajas El Fisgón.
Se trata de la publicación de una de las columnas más famosas e incisivas de la cultura mexicana, “Por mi madre, bohemios”. Durante los ‘70 y ‘80 acompañó esa columna con una sección tanto o más hilarante, “El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph.D.)”.
¿Es un avión? ¿Es la píldora que cura todos los males nacionales? ¡Es la crema que suaviza la piel del analfabetismo? ¡No, es la Doctora Ilustración, el memorable personaje con que Carlos Monsiváis consoló durante años a los poetas injustamente desoídos, alivió a los artistas abrumados por el peso de la fama y socorrió al resto de la flora y fauna de la cultura mexicana!, dice la editorial.
Para ejemplo, pasar y reír con un ejemplo.
Vida, todo me debes, vida. ¿No te remuerde la conciencia?
Espacio donde el cielo no se asoma por temor a la competencia: Soy, nadie debe dudarlo y si lo hace es clara su connivencia con el imperialismo, un valeroso combatiente de la pluma. El único que desde la prosa milita en este país de cobardes, de arrastrados, de porquerías incapaces del esto erguido de mis cinco dedos que al aferrar el bolígrafo o al recorrer intrépidamente y sin temor a las consecuencias, la máquina de escribir, denuncian por sus nombres (Imperialismo, Capitalismo, Enajenación, Plusvalía e Intelectuales traidores, que son todos excepto yo y a veces mi compadre, pero viéndolo bien, no hago excepciones) a los enemigos del pueblo a quien yo solo represento y quien sólo en mí confía porque yo nunca he cedido a las presiones de la burguesía fundamentalmente por dos razones: a) porque nunca han tratado de comprarme y b) porque aun cuando se les ocurriera comprarme, yo remitiría a los tránsfugas a la lectura de mis obras completas, en las que se muestra sin lugar a dudas que soy el único Puro, Íntegro, Combativo y Radical que queda en México. ¿Dónde estás, izquierda, que me dejaste sin compañía pero bravísimo?
Una duda, más bien teórica, me empiza a rondar (como los doscientos agentes judiciales que se asoman a la esquina de mi casa cada vez que inicio uno de mis KO al Sistema, que bien que los resiente, así se haga el disimulado). La duda que me surge es un tanto cuanto técnica pero no puedo evitarla. ¿Por qué, a pesar de mi capacidad brutal de pluma combatiente, no se ha derrumbado, todavía el capitalismo? Publico una obra virulenta y definitiva, concedo un plazo razonable de siete días para que el pueblo la absorba, memorice y venere, salgo a la calle después de ese lapso, acudo al Zócalo…¡y el gobierno sigue siendo el mismo! De inmediato, acudo con mis editores a ver si no fue un problema de distribución provocado por la conspiración de Wall Street, pero no, los volúmenes han ido a librerías. Voy a las librerías y mis libros…¡no se ha vendido! Surge la duda: ¿qué pasó? Mi opinión es que el capitalismo, temeroso de una súbita extinción, ha pagado agentes que secuestran o desaparecen a quienes quieren adquirir mis puñetazos mortales en forma de palabras flagelantes. Sin embargo, nadie denuncia esos secuestros. ¿Estarán amenazadas las familias? Por supuesto. Y la duda sigue: ¿por qué los linotipistas encargados de mis libros no corren la voz?, ¿Por qué no se me declara la Amenaza número uno contra el Sistema? ¡Exijo ser reconocido en mi justo valor! Soy el ser más peligroso sobre la Tierra. Firmado: La Pluma que Es Catapulta.
Querido Pluma que Es Catapulta:
Tenga cuidado. Se me informa que hay una conspiración mundial en su contra. Todos los sistemas le tienen miedo, pero nadie debe decirlo para no fomentar más la inflación. Aguarde. Confíe en la Historia. Confíe en mí. Suya en la discreción, pero no en el coraje, Doctora Ilustración (Ph.D.)