El discurso de Ernesto Contreras, ahora presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, se basa en las relaciones humanas, en esos sentimientos que a veces pueden con nuestra vida y con la del otro.
Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).- Ernesto Contreras ha filmado la imprescindible Los Párpados Azules, donde Enrique Arreola (su actor fetiche) y Cecilia Suárez hacen miles de adivinanzas y tratan de salir del cliché para comunicarse.
Hizo luego el documental de Café Tacvba, mostrando que es un director interesado en la música y en todo lo que lo rodea socialmente. Ha hecho televisión, con la serie El Chapo, que en su segunda temporada casi ni siquiera habla del narcotraficante más famoso del mundo, sino de las ligazones políticas que ayudaron a hacerlo crecer.
“Cuando recibí la invitación por parte de Univisión Story House, la productora, era la oportunidad de contar algo sobre un personaje que a todos nos intriga, que a todos nos ha interesado a lo largo de estos años y por supuesto lo que me preguntaba desde el principio era ¿Querrán glorificarlo?, ¿Querrán idealizarlo?. Y la respuesta fue que no. La idea es presentar varias facetas de El Chapo. Por un lado ver a un padre, a un esposo, “normal” entre comillas, por el otro la parte oscura, fría, calculadora, que es su “trabajo” como narcotraficante”, contó Contreras a SinEmbargo.
Lo importante de esta serie es que uno no está a favor ni en contra del Chapo. No dice “pobrecito”, como acusó la periodista Alma Guillermoprieto en su charla de la UNAM, tal es así, que la tercera temporada –ya filmada- “se viene muy fuerte, con su caída y todo lo que sucede en México”, afirma el director.
Las oscuras primaveras, con José María Yázpik, Irene Azuela y Cecilia Suárez, es el sexo y las pasiones que levanta adonde giran las relaciones humanas. Es una película fuerte, que pasará a la historia por el desarrollo de los tres actores.
Irene Azuela, Cecilia Suárez y José María Yázpik se sacan chispas en medio de una atmósfera gris y pesada, siempre condenatoria, donde los personajes tratan infructuosamente de dar un paso que los lleve al frente de algo, aunque va de suyo que caminarán para atrás, rumbo inevitable al precipicio.
“Una de las apuestas de la película era hacer una historia de adultos para adultos que justamente nos identificara pero también nos confrontara con la naturaleza, los instintos, las necesidades. Es verdad que eso podría resultar incómodo, aunque yo diría que incómodo en el buen sentido. Efectivamente, hay un conflicto entre la moral y los instintos”, dijo entonces Ernesto.
Este año, ha vuelto a ser noticia, primero por la filmación de Sueño en otro idioma, cuya premier fue en el Festival de Sundance en 2017 y donde obtuvo el Premio del Público y luego por haber sido elegido presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Un buen motivo para hacerle una entrevista.
–¿Cómo está Sueño en otro idioma, todavía en cartelera?
–Estoy muy contento. Sabes que estrenamos en Sundance el año pasado, donde ganamos el premio del público, pero siempre con este momento en la imaginación, que es cuando la mostramos a la gente. Se estrenó primero en los Estados Unidos y nos habían dicho que iba a ser en febrero, luego en marzo, finalmente llegó en abril y algo que me conmueve muchísimo, en una película que no iba a tener un gran aparato publicitario, es que la comunicación de boca a boca ha sido importantísima. Hubo una ola de comentarios, de lo que la gente expresaba después de ver la película, así que estoy muy contento.
–Eres muy joven, pero ya tienes unas cuantas películas, ¿en qué nivel estaría Sueño en otro idioma?
–Yo diría que si hablamos de las ficciones, estas tres películas tienen vasos comunicantes de lo que me ha interesado hablar. Son las relaciones humanas, cómo nos comunicamos, desde diferentes ángulos. Primero fue la soledad, la incomunicación, la segunda era el sexo, entre los instintos y la moral y la tercera fue ver como de alguna manera nos vemos coartados por la presión social, religiosa, idiomática. ¿En qué momento estoy? Me parece que es un momento interesante. Como director he tenido la fortuna de filmar lo que he querido, con ganas de la película que sigue, pero con Sueño en otro idioma experimentando algo distinto, pues se trata de una obra más cercana al público, entrañable, divertida, ha sido algo diferente.
–Estás al frente ahora de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, ¿eso qué significa?
–Pertenezco a la Academia desde hace siete años, como miembro activo, desde que me invitaron por primera vez, cuando Carlos Carrera era presidente, me pareció que era una oportunidad única de estar en un espacio de discusión, de encuentro, con una voz, a lo largo de todos estos años, con Blanca Guerra, con Dolores Heredia, ha evolucionado y ha llegado a un momento muy interesante también. Cuando me lo propusieron, me pareció una enorme responsabilidad y estamos trabajando en ello. El país está atravesando por una situación difícil, truculenta, trágica, con miras a un cambio a través de las elecciones, así que en este espacio se genera mucho diálogo de lo que queremos para nuestro cine.
–¿Esta es la casa de Luis Buñuel?
–Sí. En octubre del año pasado nos dieron esta casa en comodato, en un acuerdo entre el Gobierno de España y la Secretaría de Cultura, así que somos muy afortunados, que ha generado una nueva energía para los académicos. Tenemos la intención de generar mucha más relación con la comunidad, queremos que sea un espacio abierto, para dar conferencias, clases magistrales, talleres, cursos, etcétera.
–¿Qué te relaciona con Luis Buñuel?
–Una de mis películas favoritas, que fue la primera que vi de él, es El ángel exterminador. La vi de niño. Aquí donde estamos haciendo la nota era su recámara. Estoy muy contento por haber asumido mi nueva responsabilidad, con un grupo de compañeros activos, filmando películas, series, un momento muy vivo de la Academia.
–Ahora está con el tema del Ariel, ¿cuánto dinero recibe de Cultura?
–Originalmente se había designado un presupuesto de cuatro millones de pesos al año, para hacer todo. Posteriormente hubo una ampliación que nos está permitiendo hacer otras cosas, entre ellas la ceremonia, que es nuestra actividad más visible pero no es la única. Todo el año tenemos actividades, entre ellas la conservación de películas en colaboración con la Filmoteca de la UNAM, hemos restaurado hasta ahora cinco películas. Organizamos diálogos en el Festival de Cine de Guadalajara, un encuentro importante que planeamos seguir haciéndolo. Las clases magistrales, talleres y demás, otras actividades como la inauguración de la exposición de fotografías en las rejas de Chapultepec. Se trata de directores ganadores del Ariel, realizadas por Carlos Somonte. Nuestros objetivos principales son la defensa, la difusión, la preservación y la investigación del cine mexicano.
–¿Qué es el cine mexicano, cuánto se produce, cómo se exhibe?
–Desde 2014 para acá, se produjeron 176 películas, de las cuales se estrenaron 80, más o menos, lo que establece un tema pendiente. ¿Cómo hacemos para que nuestras películas se vean? No hablo de la defensa del cine mexicano, no me gusta ese término, se trata de igualdad de condiciones para todas aquellas películas que vale la pena ver en un cine. Que tu póster esté pegado visiblemente, hasta que la sinopsis esté disponibles, horarios, salas, una serie de factores que tienen que ver con la exhibición y el éxito de una película. No es en contra ni de los blockbusters ni de las exhibidoras. Son empresas que hacen su negocio, sino una cuestión de regular cómo va a ser la exhibición en nuestro país.
–¿Cómo hacer con los directores que ganan muchos premios afuera, como Michel Franco, Amat Escalante, Carlos Reygadas y que luego acá no consiguen lugares para exhibir su película?
–¿Qué hacer? Justo a eso me refiero a regular y legislar, en la medida que estén claras las reglas del juego, me parece que puede haber espacio para todos. Tenemos la película A y la B. Resulta que de la A hay quince salas. Hay países que no permite que haya más del 30 por ciento de esa película en toda la nación. Aquí no pasa eso. Tiene que ver con derechos culturales, con políticas públicas, con la diversidad de contenido. Finalmente hay estrangulamiento de la producción fílmica y coartar nuestro derecho a elegir qué ver. Si eso se abriera, podríamos apreciar el trabajo de todos estos cineastas de los que hablas.
–Sé que no está dentro de sus posibilidades, ¿pero una política pública podría comprar esas salas de cine abandonadas y pasar ahí cine mexicano?
–Esa es una posibilidad, pero no debemos dejar de lado los circuitos alternativos. Existen esas pequeñas empresas que son importantes para nuestras películas, como el Cine Tonalá, la Casa del Cine Mexicano, como Cinemanía, como Los Faros, entonces me parece también que a ese circuito hay que fortalecerlo.
–¿Qué pasó con el peso en taquilla?
–Hay muchas iniciativas, que quedaron a la mitad, pendientes, atoradas. Cuando hablo de legislación necesitamos una revisión de la ley cinematográfica, necesitamos una revisión de todo lo que tenga que ver con los criterios de porcentajes, presencia en pantalla y no es inventar el hilo negro, porque pasa en Argentina, pasa en Brasil, pasa en Francia. Es revisar nuestra ley, acomodándola a esta verdadera revolución audiovisual que vivimos.
–¿El mexicano es muy cinéfilo, verdad?
–Sí, somos muy cinéfilos. Es un tema complejo para el que nosotros no tenemos la solución. Queremos que el mexicano tenga muchas opciones para ir dos o tres veces al cine, como va. Todo es complejo. El Tratado de Libre Comercio, por ejemplo, no sabemos cómo nos va a ir, pero tendríamos que seguir el ejemplo de Canadá, que tiene una excepción cultural. Ellos incluyen sus industrias culturales en el Tratado y por eso están protegidos. En México no pasó eso.
–¿La violencia ha pegado recientemente en el cine?
–La violencia nos ha pegado a todos, no nos había tocado a nosotros como cineastas, es innegable que los recientes terribles hechos nos han movido todo. Como comunidad estamos muy atentos a estos hechos. Escuchaba hace poco a Nicolás Echeverría decir que hablaba de lo triste que resulta que en su juventud él podía subir a la montaña, correr la sierra o dormir en la playa, sin guía. Filmaba, documentaba, sin problemas. Ahora no puede suceder. Nosotros como cineastas debemos estar mucho más atentos a todo lo que pasa. Son tiempos difíciles, lo que no debemos hacer es tener miedo, seguir trabajando, por supuesto, y hacer muchos esfuerzos para un cambio en este país.
–¿Qué estás haciendo como director?
–Acabo de terminar una serie para Amazon, que se llama Falco, una remake de una serie alemana, ahora hicimos la adaptación, protagonizada por Michel Brown, Marina de Tavira, Karina Gidi, Mauricio García Lozano y Enrique Arreola. Por otro lado viene la tercera temporada de El Chapo, la filmamos el año pasado.