No sólo militó en el PAN durante treinta años: lo presidió y se batió por el voto. Hoy, Germán Martínez Cázares pide perdón por haber promovido la candidatura de Vicente Fox Quesada en las elecciones de 2000. Y aunque seis años después hizo lo mismo a favor de Felipe Calderón Hinojosa, de él no desea hablar.
En marzo pasado este abogado de 50 años de edad se convirtió en una de las sorpresas del presente proceso electoral. Renunció a su militancia blanquiazul y aceptó la candidatura plurinominal al Senado de la República por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido que fundó Andrés Manuel López Obrador, de quien fue acérrimo crítico.
Ciudad de México, 18 de mayo (SinEmbargo).– Sin perder un segundo, Germán Martínez Cázares voltea a ver fijo a la cámara de video de SinEmbargo. “Yo le pido perdón a los mexicanos por haber llamado a votar por Vicente Fox”, exclama con tono inquebrantable. Vuelve a concentrarse en la entrevista que lo lleva a un terreno que, parece, no quiere pisar. Dice que de Felipe Calderón Hinojosa, de quien fue colaborador cercano hace poco más de una década, no habla. Lo que se le pide es una evaluación de ese sexenio, en el que se inició una guerra en contra del crimen organizado y él fue Secretario de la Función Pública. Pero la respuesta es un atajo: “Es pasado”, afirma.
Estos son los primeros meses de Martínez Cázares fuera del Partido Acción Nacional. En marzo, cuando completaba 30 años de militancia presentó su renuncia y anunció que trabajaría con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), fundado por Andrés Manuel López Obrador quien por tercera vez busca la Presidencia de la República. Un camino tomado en la geometría política, de la derecha hacia la izquierda, que se sumó a las sorpresas del presente proceso electoral. Morena, que no ha caído una sola vez en la intención de voto en todas las encuestas, ha conjuntado a políticos disímbolos que antes fueron sus tercos detractores.
Martínez Cázares no sólo perteneció al PAN; también lo presidió durante un año y nueve meses, de diciembre de 2007 a agosto de 2009. En esa época, Acción Nacional iba a cumplir 70 años de fundado, ocupaba por segunda ocasión el poder Ejecutivo y se proponía la mayoría en el Congreso de la Unión. Pero las cosas ocurrieron al revés. En las elecciones de 2009, el partido perdió esa mayoría anhelada y cinco de seis gubernaturas. No hubo gloria. En cambio, se suscitó una de las peores crisis de su añeja historia con un declive hasta el tercer lugar como fuerza política.
Germán Martínez Cázares salió ante los medios informativos en la sede nacional del partido en la Colonia del Valle de la Ciudad de México. “Son mi responsabilidad todos y cada uno de los resultados electorales, de cara a esta elección fijé una meta, trabajé intensamente para alcanzarla pensando siempre en el interés del PAN y de México”, dijo. Enseguida, presentó su dimisión.
Pero todo ello es pasado. Un pasado al que –según sus palabras– no tiene ganas de voltear. Ha dicho en varias entrevistas que “nadie tiene ojos en la nuca”.
En la primavera de 2018 recibe en su despacho de abogado en Coyoacán, muy cerca del otro que en 2006 fundó con Carlos Castillo Peraza (Q.E.P.D). Entonces, habla de regeneración, de la conveniencia de extirpar lo que obstaculice la rendición de cuentas, de cancelar los contratos poco transparentes. Evoca a Juárez. Menciona su propia aspiración de una reformada República. Y siempre, cuando dibuja el futuro, dice que Andrés Manuel López Obrador se convertirá en Presidente electo en los ya muy próximos comicios.
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–Nadie tiene ojos en la nuca, pero la Historia de un país sirve para no cometer los mismos errores, ¿hubo trampa en las elecciones de 2006 y ello es un pasaje que a usted le disgustó?
–Mi hijo menor tiene un año. A él qué le da y qué no le da que si el PAN quemó las boletas de Carlos Salinas, o si la Malinche fue violada por Hernán Cortés. Ese es el punto. Yo no vine a Morena a reconstruir mi pasado. Vine a Morena a construirle a mis hijos un mejor futuro. ¿Qué pasó en el 2006? Fue Presidente de México Felipe Calderón. ¿Qué pasó en el 2018? Va a ser Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Y soy un mexicano, en ese sentido, privilegiado. Y voy a aprovechar la oportunidad que a mí se me dio en Morena de que los pocos talentos que tengo, sin duda pocos, queden a disposición de un movimiento de verdadera transformación.
–No obstante, y apelo a su paso por la Secretaría de la Función Pública, hay heridas y afrentas nacionales. Los fraudes electorales suelen acomodarse en la memoria de esa manera. 1988 no se olvida con su caída del sistema. 2006 no se olvida con el “haiga sido como haiga sido”.
–Yo también [lo recuerdo], yo también… En 1988 fue Presidente de México Carlos Salinas de Gortari. Yo estuve afuera de Avenida Chapultepec gritando para que le abrieran las puertas de Televisa en el noticiario de Jacobo Zabludovsky a nuestro candidato Manuel J. Clouthier a quien le decían populista, a quien le decían bravucón, a quien le decían irresponsable, a quien le decían que estaba en contra de los empresarios. Le decían “el mesías que la gente quiere oír”. Ahí está el artículo de Soledad Loaeza, “Maquío, el otro populista” en la revista Nexos, de julio de 1988. Mi primer voto fue por Manuel Clouthier. Y en ese sentido, la transformación de México va poco a poco, y va bien en algunos casos. En algunos otros casos está absolutamente rezagado. México tiene desequilibrio en el combate a la pobreza. México tiene unos índices de violencia enormes. México se está separando en dos Méxicos, el México de Santa Fe, rico, poderoso, influyente, con inglés, y el México de Iztapalapa, pobre, con desórdenes. Yo no quiero eso. Yo quiero igualdad y en eso todas las administraciones del pasado le hemos quedado a deber a los mexicanos. Con claridad lo digo. Ese pendiente y esa deuda social yo sí la vengo a saldar.
–1988 fue el año en que usted empezó en el PAN, ¿qué etapas vivió en 30 años, si las puede separar?
–Yo empecé cuidando casillas. Empecé por abrir los medios de comunicación. Ahora la gente ya está hasta copete de ver a todos los políticos en los medios de comunicación, pero antes no. [Era la etapa de] la lucha de la libertad de expresión y la libertad de sufragio. No había televisión ni radio y poquita prensa para los candidatos que se oponían al régimen priista. En eso yo luché. Y luché dentro del partido. Y me inscribí inmediatamente. Y después fue Diego Fernández de Cevallos…
–Su amigo.
–No. Jamás ha sido mi amigo. Participé en esa campaña electoral (la de 1994, en la que el PAN postuló a Diego Fernández de Cevallos) y también con Vicente Fox. Y con Calderón como abogado ante el IFE (ahora INE). Luego contra Calderón a favor de Josefina Vázquez Mota. Siempre he sabido decir “no”.
–¿Y tomar una causa?
DIEGO Y LAS PALABRAS–Tomar una decisión. Siempre aposté más a mí que a los rebaños en el PAN. Si con alguien me identifiqué fue con Carlos Castillo Peraza con quien fundé en la Avenida México un despacho cuando ganó Felipe Calderón la presidencia del partido. Yo no me fui con Calderón. No me salí del PAN, me salí de vivir del erario. [Luego] me salí de la política. Yo no brinco de un cargo a otro. Tengo casi diez años viviendo de mi trabajo y no de los impuestos de los mexicanos. Me salí yo solo. Y yo solito regresé con quien me tocó la puerta, lo cual te da independencia, autonomía y te da templanza para ver los problemas y las dificultades del país con mayor prudencia, con mayor Sofrosina, diría Aristóteles [en la mitología griega, Sofrosina o Sofrosine, era una espíritu que representaba la moderación, la discreción y el autocontrol].
En 1994, Diego Fernández de Cevallos fue postulado por el PAN a la Presidencia. Compitió con el priista Ernesto Zedillo (quien sustituyó al sacrificado Luis Donaldo Colosio Murrieta), el perredista Cuauhtémoc Cárdenas y la petista Cecilia Soto. A Acción Nacional lo presidía Carlos Castillo Peraza. El 12 de mayo, el panista se posicionó en la delantera de manera espectacular después de un debate televisivo, pero en lugar de aprovechar tal impulso se replegó. Sus ausencias duraban días.
Fernández de Cevallos había adquirido notoriedad en 1988 cuando fue representante del partido ante la entonces Comisión Federal Electoral. Documentos y versiones a disposición de la opinión pública indican que fue artífice de una negociación para que Carlos Salinas de Gortari ganara legitimidad después de una elección turbia. A la etapa se le conoció como “concertacesión” y al PAN lo dirigía Luis H. Álvarez.
Eran los primeros años de Germán Martínez Cázares en el PAN. Hace poco, cuando Germán Martínez Cázares dejó el PAN, Fernández de Cevallos dijo en una entrevista televisiva: “Está en el laberinto de la soledad”.
–Sobre Diego Fernández de Cevallos, 1994 y la llamada “concertacesión”, ¿qué dice usted ahora?
–Yo presencié un liderazgo de un señor que se supo rodear de los mejores y que no los pateó como Ricardo Anaya. Ese señor se llamó Luis H. Álvarez, y se reunió de los mejores. Del mejor orador, Diego; del más talentoso e inteligente, Carlos Castillo Peraza; del bravo joven, Felipe Calderón, y del abogado joven e inteligente, Fernando Gómez Mont. [Era un hombre] que lo mismo dialogaba con Carlos Salinas que con Heberto Castillo. Lo mismo dialogaba con los hombres del dinero que con los más pobres de Chiapas.
–Con los zapatistas…
–Con los zapatistas y con los de todos los partidos. Yo lo vi haciendo eso y yo me quiero quedar con esa lección.
–Diego Fernández de Cevallos dijo recientemente que está usted en un laberinto de la soledad. ¿Está usted solo?
–Lo que pasa es que Diego Fernández de Cevallos nunca ha leído a Octavio Paz [autor del ensayo mencionado]. No me entiende.
–Se lo pregunto desligado del ensayo de Paz, ¿está usted solo?
–No lo ha leído a Octavio Paz. No podemos hablar entre iguales. Diego tiene mucho dinero como para poder leer a Octavio Paz.
–¿Por qué diría eso?
–Porque no ha leído a Octavio Paz. No me entiende. Es imposible que me entienda.
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–¿Qué le interesa a usted?
–A mí me interesa igualar al país. A mí me interesa erradicar la corrupción y separar claramente el negocio de la política. Me interesa reconstruir al Estado para que el Estado proteja la libertad y para que iguale a los mexicanos. Me interesa que se abran intentos exitosos porque los ricos paguen impuestos. Me interesa que las concesiones, que las licitaciones, desde el Gobierno no se den a amigos, no se den a los mismos de siempre. Me interesa que México tenga un Presidente para todos y no un simple gerente que administre lo que desean los burgueses o los plutócratas de este país. Y esas palabras, yo las oí en el PAN. No se las oí a los marxistas o leninistas, las oí en el PAN. Yo no quiero un gerente como Presidente. Yo quiero un Presidente de Presidente. El artículo de Castillo Peraza que le contestó a Loaeza en 1988 se llamó “El ruidoso desencanto de la burguesía”. Hacía alusión a una película de Luis Buñuel que fue premiada y se llamaba “El Discreto Encanto de la Burguesía”. Es lo que está pasando ahora también. Hay un desencanto y yo estoy tranquilo de que haya un desencanto de la burguesía con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder. Yo quiero que el poder prime y gane sobre lo económico. Yo quiero que exista un primado de lo político sobre lo económico. Y eso lo dice, y yo se lo creo, el movimiento de Andrés Manuel López Obrador.
–Lo último que ha dicho el candidato es que le dará reversa a la Reforma Educativa en aras de que prime la igualdad, ¿usted está de acuerdo?
–Totalmente. Una de las maneras de igualar la sociedad de este país es con educación. Educación laica y obligatoria. Por supuesto pública y que tenga valores, como propone Andrés Manuel López Obrador. A mí no me asusta que quiera cancelar la Reforma Educativa. Eso no quiere decir que va a derrumbar las escuelas. Eso no quiere decir que va a fusilar a los maestros. Eso no quiere decir que no vaya a haber un modelo educativo en México. Y eso no quiere decir que no va a haber educación en México. Eso quiere decir que esas tonterías que está haciendo el Gobierno de Peña Nieto como gastar más de mil millones de pesos en anuncios de la Reforma Educativa se va a acabar. Y esto quiere decir que los maestros van a ascender sin la voluntad del político en turno. Yo estoy convencido que erradicar el peñanietismo es bueno para México.
Los maestros deben revalorarse. En ese sentido no me preocupa la palabra “pensar”, no me preocupa la palabra “cancelar”, no me preocupa la palabra “erradicar”.
–Parte de la Reforma Educativa era desaparecer a las normales rurales. Pero la desaparición de los 43 irrumpió amargamente y ello no ocurrió. ¿Qué piensa usted de las normales rurales? ¿Cómo regenerarlas?
–Le pregunta usted a Germán Martínez, no a Morena y ni a López Obrador [pone énfasis en la aclaración]. Yo opino de las normales que ahí está parte de la revalorización de los futuros maestros. Yo creo que la normal, por ejemplo, de Tiripetío que se llama Vasco de Quiroga en Michoacán debe pasar a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Yo, si tengo que opinar en alguna mesa, opinaré esto que le estoy diciendo. Las normales no deben estar aparte. Deben integrarse al sistema universitario nacional, o al sistema universitario de cada estado. Yo sí le compro, y eso sí es de AMLO, la necesidad de revalorar al maestro. De ponerlo en un alto de sentido social. De no arrumbarlo. De no tratarlo como un preso. De no tratarlo con ese desdén como se le trata. De no tratarlo como rebaño electoral. De tratarlo con un alto honor independientemente de su preferencia electoral.
–Pese a la herida Ayotzinapa, las normales rurales están por inanición. Sus presupuestos son mínimos y carecen de subsidios.
–Eso se debe acabar. Y yo compararía el presupuesto de las normales rurales con el de las universidades. No quiero dejar de llamar la atención sobre un punto ya que me insiste en el tema de Ayotzinapa. Mientras que el frente anayista tiene en sus filas al ex Gobernador Ángel Aguirre de Guerrero, nosotros tenemos Francisco Martínez Neri, ex coordinador de la bancada perredista en la Cámara de Diputados y ex rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Y se sale del Frente y se viene con Morena. Yo creo que hay una diferencia.
–Abogado, sin miedo a las palabras, ¿cancelar o revisar al Reforma Energética?
–Hay una palabra que define y que la ha usado Andrés Manuel López Obrador. Para definir a la Reforma Educativa, cancelar. Para definir a la Reforma Energética, revisar. Y revisar algunos contratos, además. Esas licitaciones tienen estándares internacionales y tienen auditorías internacionales. Ahí se habla de revisión porque también lo hizo el Gobierno de Peña Nieto y lo que hizo el Gobierno de Peña Nieto hay que revisarlo. Ahí hay recursos que pueden aprovecharse para los más necesitados.
–Lo mismo que con el Nuevo Aeropuerto.
–Lo que yo le compro a Andrés Manuel López Obrador y se lo compro con convicción profunda, es que no se vaya a estar generando una deuda en una obra que no es del todo pública. Que no vayamos a estar generando una deuda pública en una obra que es en parte privada. Que no vayamos a estar generando una deuda como la deuda carretera. Que no vayamos a estar generando una deuda como la de los bancos, una deuda oculta que comprometa los impuestos de todos los mexicanos. Por eso a mí me gusta la solución. Si se va a privatizar que se privatice, si se va a entregar a privados que los privados se encarguen de hacer, pero sin ninguna deuda pública, sin comprometer recursos de la Nación que luego estén ocultos porque planearon mal porque algo proyectaron mal. Por supuesto que si la hizo Gerardo Ruiz Esparza, tenemos que sospechar que algo está mal. Es un deber cívico y político revisarlo. Y revisarlo a profundidad.
–En esa línea, ¿puede ir la inteligencia, ahora sí de Morena, a limitar la adjudicación directa que tiene el Gobierno y que hoy es profundamente discrecional y además se puede reservar?
–La reserva debe ser la excepción y no la regla en obras de compras públicas. Sí debe haber excepciones en materia de seguridad. Pero la regla debe ser la Transparencia absoluta. Y si en algo está comprometido Andrés Manuel es en eso, en rendir cuentas. Tiene sobre sí sobre sus espaldas el juicio de la Historia. Él no sólo quiere ser un Presidente bueno sino un buen Presidente. Y no va a ser un buen Presidente alguien que falle en materia de combate a la corrupción.
–¿Viene al caso una nueva reglamentación para la adjudicación directa?
–Yo creo que puede venir al caso ajustar y transformar el sistema de proveedurías de compras, de licitaciones, de obra pública, para ajustarlo al sistema anticorrupción que arrastrando los pies, el PRI ha echado a perder y descabezado porque ni tiene nombrados magistrados, ni tiene nombrado Procurador.
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–¿Se salió con la suya el PRI y el peñanietismo para no impulsar el Sistema Nacional Anticorrupción?
–No hay voluntad. Y eso es lo que tiene a Meade en las encuestas en tercer lugar. Meade es personalmente limpio, pero institucionalmente corrupto por todo esto. Tal cual. Eso es lo que no entienden.
–Meade es limpio pero institucionalmente corrupto, ¿y Ricardo Anaya?
–Compite con Meade para ser de los ricos de este país. Quieren ser gerentes, quieren ser CEOS de este país y lo que este país necesita es un Presidente que gobierne sin privilegios. No otro gerente que administre los privilegios de este país. El próximo Presidente de México no le puede fallar ni un minuto al combate a la corrupción.
–Hablando del combate a la corrupción, el INAI que es parte del Sistema Nacional Anticorrupción no es totalmente convincente para López Obrador. ¿Se cancelaría?
–El IFAI, como se llamaba antes, estaba en la dirección correcta de hacer rendir cuentas. Aquí hay tres tipos de sociedad civil y es mi opinión. Unos organismos no gubernamentales que buscan incidir, promover sus propios intereses y que son muy buenos y que son autónomos. Hay otras organizaciones que se disfrazan de organización civil, pero que busca intereses partidistas como las que están detrás de Anaya. Y otras que de plano no son ONG y viven del presupuesto, no son organizaciones y son gubernamentales y viven de lo que succionan del presupuesto público. A esas sí hay que combatirlas claramente. Y el IFAI (INAI) de repente se llenó de mezcla política y de repente se llenó de huesos. Yo, en ese sentido, sí creo que AMLO tiene derecho a sospechar que detrás del IFAI hay una reyerta o una búsqueda de huesos y una búsqueda de canonjías y de esconder información.
Aparte, estoy viendo que hay demasiadas autonomías. Se está pulverizando el poder. Demasiados órganos autónomos. Está la autonomía de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la autonomía de no sé qué, la autonomía de no sé qué, y por lo tanto son islas de irresponsabilidad. Necesitamos revisar tantas autonomías. Hay autonomías que sí son necesarias y que sirven, la del Banco de México, que la va a respetar AMLO, o la autonomía del IFE o del INE, como se llama ahora. Esa hay que hacerla valer.
–Sin miedo a las palabras, respecto al INAI, ¿revisión o cancelación?
–Yo creo que una regeneración profundísima.
–Tendría que pasar por la revisión…
–Tendría que pasar por la revisión y la integración. Yo creo que es mucho lo que se espera del Gobierno de López Obrador en materia de rendición de cuentas y vamos a vigilar que el IFAI no sea un obstáculo. Si es obstáculo el IFAI (INAI) no revisión, remoción. Remoción del marco jurídico.
–Está claro que usted no estuvo al lado de Vicente Fox pero, ¿cuál es su evaluación del sexenio foxista?
–Yo le pido perdón a los mexicanos por haber llamado a votar por Vicente Fox. Me avergüenza Vicente Fox hoy. De matraquero priista, me da una tristeza tanta ilusión que generó para que acabe de perro faldero de Peña Nieto. Ya. ¿Qué más quiere que le diga?
–¿Cuál es su evaluación?
–Pues que qué tristeza. Mi evaluación es de tristeza, de vergüenza, por amor de Dios. Acabar de priista guanajuatense. En eso pusimos tanta ilusión los mexicanos.
–Con una Fundación millonaria…
–Patrocinada por quién sabe qué gobernadores priistas…
–La evaluación de Felipe Calderón y su sexenio, ¿cuál es?
–De él no hablo.
–Del sexenio…
–Es pasado.
–Pero la guerra contra el narco, iniciada en diciembre de 2006, no ha terminado.
–Yo participé ahí año y medio. Andrés Manuel llama a una amnistía y una reconciliación de este país. Dice que para combatir el delito, la vía no es únicamente la armada sino que tiene que haber combate a las causas, al tejido social, reconstituir el tejido social. En ese sentido, el país tiene una deuda con las víctimas, tiene una deuda con el dolor que produce el crimen y que ha producido el combate al crimen de esa manera. Y lo único que me permito decir y que lo he escrito desde hace mucho tiempo es que a mí no me gustó la espectacularización, el poner en la televisión hasta en spots los logros de las medidas de esa guerra. ¿De qué tamaño es la amnistía? No es genérica. Si es pequeña o si es grande lo va a decir el Congreso. El Congreso tiene las facultades para aprobar una Ley y el Presidente ya tiene la facultad de indultar. Creo, y eso también me anima a hablar de reconciliación. Y nadie está diciendo que no se castigue a los responsables en este país. Hay también una ley de víctimas que debe obedecerse y que debe cumplirse para generar condiciones restauradoras.
–¿Qué recoge usted de Benito Juárez?
–Una palabra que le compro a Juárez al cien por ciento: República. En México quiso haber un Gobierno de un solo hombre y Benito Juárez lo impide. La República es eso. Juárez llegó en el poder judicial. Yo quiero que exista un poder dividido, que existan contrapesos. Y eso es la herencia juarista. No me asumo como juarista, pero me asumo como republicano.
–¿Y así quiere usted ejercer en su escaño?
–No hay Republica sin Senado. Y yo, sí, por supuesto, se lo agradezco a Juárez. Y hay otra cosa, separar los asuntos de fe de la política y eso también se lo tengo que agradecer. Que hayan traído la Ilustración francesa a México.
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–¿Cómo vislumbra la relación con la Iglesia Católica en caso de ganar Andrés Manuel López Obrador?
–De absoluto respeto. Se trata de un Gobierno que quiere hablar de valores pero que no le va a imponer ninguna condición de fe a nadie. No se va a gobernar con la Biblia en la mano. El que dijo que leyó la Biblia fue Enrique Peña Nieto en la FIL [Feria Internacional del Libro de Guadalajara]. Con que hubiera leído el “no robarás”, con eso hubiera estado bien. Uno de los principios del Decálogo de Moisés. El séptimo mandamiento.
–Y Vicente Fox empezó el Gobierno en la Basílica…
–Besando el crucifijo. Esos desfiguros no los vamos a ver con AMLO.
–¿Son desfiguros?
–Que le costaron al país y con los que gastó su autoridad moral el Presidente Vicente Fox.
–¿Es usted un ente republicano?
–Sí, con eso yo aspiro a construir un Presidente de la República no un gerente del Consejo de Hombres de Negocios, como quieren Anaya y Meade.