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Ernesto Hernández Norzagaray

18/05/2018 - 12:00 am

La otra campaña del miedo

En el imaginario colectivo quedó como la expresión más acabada de la estrategia del miedo aquella ideada por Dick Norris o Antonio Solá en 2006: “López Obrador, es un peligro para México”, sin embargo, esa frase que estaba disparada a los sentidos de ese amplio sector de indecisos hoy pareciera una caricatura, inocente, irrelevante y poco pegadora, ante los rasgos que estaría adquiriendo esa amenaza en algunas regiones, estados y municipios.

"¿Acaso habrá quien quiera competir y ganar a alguien que está siendo apoyado por algún cartel?". Foto: Jesús Guerrero, Cuartoscuro

En el imaginario colectivo quedó como la expresión más acabada de la estrategia del miedo aquella ideada por Dick Norris o Antonio Solá en 2006: “López Obrador, es un peligro para México”, sin embargo, esa frase que estaba disparada a los sentidos de ese amplio sector de indecisos hoy pareciera una caricatura, inocente, irrelevante y poco pegadora, ante los rasgos que estaría adquiriendo esa amenaza en algunas regiones, estados y municipios.

Y es que buena parte de los estados tienen un cártel dominante, y un aspecto tan importante como es el político, es demasiado importante para dejárselo sólo a los partidos y sus gobernantes, entonces hay suficiente evidencia de que estas organizaciones criminales tienen, como el mito de la Medusa, varias extremidades legales e ilegales.

Sus personeros dicen con sus acciones a quien quieren y a quien no en el poder de sus zonas de control, se activan en los procesos electorales sea influyendo a través de canales empresariales financiando ilegalmente candidaturas, amedrentando candidatos, cultivando el miedo mediante ataques a candidatos, operadores, dirigentes y locales partidarios.

Hoy, mismo la violencia contra candidatos a cargos de representación popular, como las amenazas para bajar a quien han sido nominados en los canales institucionales de los partidos no pareciera tener precedentes, tratan con sus acciones de agredir quizá el más alto valor político, como es sin duda el de la participación política por razones de afinidad ideológica, política o simplemente simpatía por un proyecto de gobierno consagrado en la Constitución política y sus leyes reglamentarias.

Claro, no es el resultado de la asesoría política profesional, aunque en el delirio todo puede estar sucediendo, sino de algo más anclado en la realidad de regiones enteras, por el poder que da haber ganado “espacios” a la sociedad, donde hay un alto grado de corrupción e impunidad y donde se impone siempre la ley del más fuerte y es que ahí, las instituciones de seguridad son débiles, no están a la altura de las circunstancias o simplemente están cooptadas.

Esta estela de miedo de acuerdo al cuarto informe de la consultora Etellekt el proceso electoral concurrente “incluye los 94 asesinatos con tintes políticos y electorales, entre los que sobresalen los de 30 precandidatos, 6 candidatos, además de autoridades electas, dirigentes partidistas y 44 familiares”,  los cuáles se distribuyen en Guerrero  con 21 asesinatos, en Oaxaca  16,  Puebla 10 y Veracruz 8 y el Estado de México con 7. El resto esparcido como grano en otros estados (Para una visión más amplia véase aquí).

Grosso modo esto significa ya un incremento del 400 por ciento respecto de lo acontecido en el contexto de las elecciones federales de 2015. Y no es todo, se calcula que producto de la intimidación se han bajado de las nominaciones más de mil candidatos titulares y suplentes, la mayoría de ellos por temor a que los alcance la violencia, la muerte en cualquier acto de campaña o en el ámbito íntimo de la familia. Hay 341 renuncias que corresponden a candidatos a cargos federales mientras el resto a nominaciones estatales y municipales.

Y si bien la consultora mencionada hace un trabajo extraordinario de recuperación de estos datos poco, o nada sabemos sobre quienes están ocupando los espacios que quedan vacíos, a quienes promueven los partidos y los actores de la obscuridad, que seguramente en el caso de estos últimos van con grandes posibilidades de éxito electoral.

¿Acaso habrá quien quiera competir y ganar a alguien que está siendo apoyado por algún cartel? O sea, la situación tiende a ser inédita, compleja y temeraria y es altamente probable que defina la naturaleza de representantes en el Congreso de la Unión, y en gobiernos de los  estados y municipios donde vienen ocurriendo estos crímenes e inhibiendo, como resultado de este subproducto de una estrategia de provocación de miedo entre la población.

Acabamos de participar en Mazatlán junto con Jorge Zepeda Patterson y Adela Navarro en un acto conmemorativo por  el primer año del asesinato del periodista  Javier Valdez y el tema resultó inevitable, esta en el epidermis de la vida pública, la violencia en los procesos electorales cada día es mayor y escasamente hace distingos partidarios lo que demuestra que los cárteles tienen sus propios intereses políticos y los hacen valer aun a despecho de calentar la plaza y ser perseguidos o quizá, como en el pasado no sucedió nada, que mejor incentivo para volver a hacerlo.

Finalmente, recupero una expresión de Zepeda Patterson, en el país están pasando cosas como las narradas y con todo ello el sistema de preferencias en la elección presidencial pareciera inamovible, hay quienes afirman con alegría que AMLO no tiene techo electoral y aun así, las elites políticas pareciera no quitarles el sueño y es cuando el director de Sinembargo.mx alerta sobre actores que “pudieran saber cosas, que la mayoría no sabemos”.

Plan B o plan C, lo que sirva y sea necesario para conservar el poder, pero Zepeda también alerta señalando que si no se puede cambiar la intención de voto, se tratara de cambiar la percepción y si no se puede cambiar la percepción en condiciones normales llamaría a la cordura especialmente a los actores económicos extranjeros.

Y en eso están, las encuestas más oficialistas tienden a cerrar artificialmente, afortunadamente tenemos el Barómetro Electoral Bloomberg que tiene “un sistema de agregación de encuestas ponderadas por su nivel de calidad”, que nos da una idea de cómo van comportándose los ánimos de los ciudadanos teniendo en la mira el 1 de julio, como pulsa en el ánimo público la nueva versión de “un peligro para México”.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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