Darío Ramírez
10/05/2018 - 12:00 am
El gran garrote de Trump
Donald Trump sigue mostrándole al mundo que es todo menos tonto. Sus caminos no son ortodoxos ni políticamente correctos, tal vez, pero su efectividad para algunos intereses es evidente. El día de ayer dio otra muestra de su estrategia: se salió del Plan Conjunto de Acción Comprehensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) con Irán, sostenido a través de la alianza con Francia, Reino Unido, Alemania, China y Rusia.
Donald Trump sigue mostrándole al mundo que es todo menos tonto. Sus caminos no son ortodoxos ni políticamente correctos, tal vez, pero su efectividad para algunos intereses es evidente. El día de ayer dio otra muestra de su estrategia: se salió del Plan Conjunto de Acción Comprehensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) con Irán, sostenido a través de la alianza con Francia, Reino Unido, Alemania, China y Rusia.
Al parecer la diplomacia del garrote vuelve a la Casa Blanca. La diplomacia que Theodore Roosevelt aplicó en América Latina parece aparecer otra vez en la diplomacia norteamericana para con Irán.
El acuerdo nuclear con Irán ha sido comparado con el acuerdo entre Estados Unidos y China, en 1972, o al celebrado entre Israel y Egipto, tras la guerra de 1973. La salida de Estados Unidos, por lo mismo, es una decisión que pone en juego la seguridad internacional.
La clave del pacto es la de limitar la capacidad de la República Islámica de Irán de tal manera que no pueda construir armamento nuclear. El Pacto contemplaba levantar las sanciones económicas contra Irán a cambio de que limitara su polémico programa de energía atómica que las potencias internacionales temían que podía utilizarse con el fin de crear armas nucleares.
La noticia de romper el Pacto, proveniente de Washington D.C, retumbó en las capitales de los socios y en Terán. Hasta el día de hoy todos los socios restantes permanecen en el Pacto. Sin embargo, la salida norteamericana desaparece el objetivo primordial del tratado y pone, a los países socios y sus empresas en un predicamento. El anunció de que empresas que hagan tratos con Terán no podrán tener transacciones comerciales con Estados Unidos pone en serios predicamentos a las compañías que buscaban adentrarse en un mercado – prácticamente inexplorado- de 80 millones de personas.
En conferencia de prensa el mandatario del norte lanzó un feroz ataque contra el acuerdo y sus deficiencias, pero no ofreció una política alternativa para sustituirlo. A pesar de los viajes de Angela Merkel y Emmanuel Macron a Washington con el fin de disuadir a Trump de salirse del Pacto, el mandatario ha colocado a la diplomacia estadounidense en una trayectoria de confrontación con sus aliados más cercanos. Esto podría aislar de manera relevante a la nación norteamericana, pero tal vez ese es el objetivo.
El comercio entre la Unión Europea e Irán es de 12 billones de dólares anuales. A pesar de ser relevante la cantidad es el socio número 33 de importancia para los europeos. Por atrás de Serbia y Kazajistán.
No está claro qué es lo que busca Trump al no tener una alternativa clara. Simplemente se limitó a señalar que él “negociará un mejor Pacto”. Para muchos el Pacto tenía expectativas muy altas, sin embargo, en estos momentos la ausencia efectiva de su objetivo vuelve a poner a Terán en un camino para fortalecer su programa nuclear. Pero también es cierto que el tema no les importa mucho a los votantes norteamericanos que acudirán a las urnas el próximo noviembre.
Todo parece indicar que Trump ha puesto en su mira prácticamente cada uno de los logros distintivos del gobierno de su antecesor, Barack Obama. En su primera semana en la Casa Blanca, retiró a Estados Unidos del Acuerdo de Comercio Transpacífico.
En junio, anunció su intención de que Estados Unidos abandone el Acuerdo Climático de París. También revirtió varias medidas de Obama que protegían a inmigrantes indocumentados. Junto a los republicanos en el Congreso realizó numerosos intentos de derogar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, más conocida como Obamacare. Además, reimpuso las sanciones y las restricciones a los viajes a Cuba, apoyó la abolición de controles sobre las instituciones financieras y eliminó unas nomas propuestas sobre control de las emisiones de plantas de energía y otras regulaciones ambientales aprobadas en la era Obama.
El Pacto con Irán era imperfecto. Eso se reconoció desde su firma en 2015. Según la administración de Trump, una de las grandes fallas era que no tocaba el programa de construcción de misiles balísticos de Irán. También, sostienen la actual administración, que la conducta de Irán continúa siendo beligerante para con los intereses de Estados Unidos (e Israel, esto último lo sostengo yo) en el Medio Oriente. En otras palabras, en repetidas ocasiones se señaló por autoridades norteamericanas que Irán continuaba financiando organizaciones como Hezbolla, Hamas o milicias en Iraq. Al mismo tiempo, el apoyo el continuo apoyo a Bashar al-Ásad ha sido ampliamente cuestionado por la comunidad internacional.
El presidente iraní, Hasán Rouhaní hizo su campaña con la promesa de regresar a la mesa de negociaciones y lograr mejores condiciones para su pueblo. Hasan Rohani, ha sido un defensor acérrimo del acuerdo y parece querer intentar explorar con los europeos y otros las posibilidades de mantener el acuerdo en funcionamiento.
Por parte de Irán, una cláusula fundamental para ellos era la temporalidad del Pacto. Es decir, debía de quedar claro un tiempo específico para después de terminado se pudiese dar un paso a un programa nuclear pacífico. Sin embargo, este punto resultó intransitable para la administración de Trump.
Expertos señalan que la estrategia de Donald Trump con Irán será la misma que siguió con Corea del Norte: la campaña de máxima presión. Según académicos norteamericanos Trump negocia bajo el lema “speak softly and carry a big stick, you will go far”.
La diplomacia internacional tiene otra tonalidad impuesta por Trump. Todavía los países ni organizaciones internacionales se atreven a recapacitar y mucho menos enfrentar al gigante.
Lo cierto es que que el localismo de Trump toma fuerza. Su garrote ante Corea del Norte ha –aparentemente- dado resultados, sin eso asegurar que Irán pueda seguir el mismo camino. Lo curioso de Trump es que en la misma semana podría ser candidato al nobel de la paz por facilitar paz en la península de Corea, pero al mismo tiempo se le arrebataría por romper el Pacto con Irán. Así es el presidente de Estados Unidos, más vale que nos vayamos familiarizando con su política internacional del gran garrote en los nuevos tiempos.
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