Siempre admiré al director de Pink Flamingos (1972) por interpósita persona. Sabía que cuando estuviera cerca de él (fue en un Festival de Cine de Guadalajara) iba a estar cerca para alguien que lo admiraba mucho más.
Lo vi sentado solo en medio de una multitud, en una fiesta, pensando quién sabe qué cosas. Hablamos algo (mi inglés absurdo) y siempre creí que mientras estuviera él, Abel Ferrara, Jim Jarmusch, el cine estadounidense estaba salvado.
Ahora llega a mí un libro muy simpático, editado por Anagrama, escrito y dibujado por este director nacido en Baltimore, en 1946, donde da consejos de ganarse la vida para una persona creativa.
Con su maliciosa sabiduría, nos insta a abrazar el caos, ser impertinentes y enfurecer a los que nos critican. Para ser creativo, nos dice, el pragmatismo y la disciplina son tan importantes como el talento y no hay que tenerle miedo al rechazo. Waters aconseja a los jóvenes que escuchen a hurtadillas, que presten atención a sus enemigos y que nos horroricen con nuevas ideas. En otras palabras, ¡que la líen!
"El discurso, brillante y cargado de humor, es una oda a la rebelión creativa. Nada más comenzarlo, Waters indicó a los recién graduados que él estaba bastante cualificado para ser el orador de la ceremonia, ya que había sido expulsado del instituto, echado de la universidad por un escándalo de marihuana y arrestado en varias ocasiones. Además, presume de haber sido capaz de convertir sus aficiones en su medio de vida y de seguir ganando dinero sin tener un trabajo de verdad", dice la crítico Aashta Martínez en Culturamas.