Ernesto Hernández Norzagaray
06/04/2018 - 12:00 am
El bucle Meade-Margarita (y Murayama)
Algo empieza a cuadrar ante el avance de López Obrador, la política pura, la de las sumas. Las opciones políticas neoliberales hasta ahora no tienen futuro en sí mismas, los números en todas las encuestas no les favorecen, hay un abismo porcentual ante la cima del puntero y es algo que la retórica de las […]
Algo empieza a cuadrar ante el avance de López Obrador, la política pura, la de las sumas. Las opciones políticas neoliberales hasta ahora no tienen futuro en sí mismas, los números en todas las encuestas no les favorecen, hay un abismo porcentual ante la cima del puntero y es algo que la retórica de las campañas difícilmente van a poder revertir. Hay una irritación extendida que se convertirá en votos a favor del tabasqueño que puede incluso sumar más al punto de volverse imbatible de ganar en cualquiera de las hipótesis.
Sin embargo, está en marcha el plan B o C, ya no lo sé, y este se llama “independiente”. Margarita Zavala fue la única que logró pasar de este tipo de aspirantes presidenciales, en el camino quedaron los tramposos Ríos Pitter y Jaime El Bronco Rodríguez, pero eso no significa que el tránsito de la Zavala haya sido impecable, que no haya dejado rastro en el camino, todo lo contrario, la obtención de sus firmas de apoyo dejó evidencia de que al menos 239 mil de las firmas de apoyo presentadas tenían inconsistencias y que el INE las detectó pero por alguna razón poderosa no se atrevióa cancelar el registro para no violentarle el “debido proceso” y dejar a salvo su derecho a defenderse. Esto no ha terminado dice el consejero Murayama, ¿cuota de quién es él?, para sentenciar “se le puede bajar durante el proceso electoral”.
Curiosa respuesta de un consejero electoral que está para cumplir la ley, que no habrá de suceder así sean 400 mil las firmas inconsistentes. El sistema necesitaba que uno de los independientes sobreviviera sea para fragmentar el voto como para eventuales alianzas de última hora o, simplemente legitimar resultados truculentos. Es obvio que Margarita Zavala no está para ganar, no le dan los números, su incapacidad política es manifiesta, lo vimos en una entrevista reciente con el periodista Jorge Ramos, donde dando tumbos dejo entrever que más que una ambición personal, es la de su marido que estaría dispuesto a todo con tal de cobrar afrentas.
A Margarita se le vio nerviosa, inconsistente, deshilvanada, sin ideas, y las pocas que logró esbozar titubeante, eran conservadoras. Dignas de otro tiempo. Bien, pero estará en la papeleta, y puede ayudársele para que se vuelva el plus de la elección presidencial y termine por legitimar la elección.
Vamos, podría estar en marcha ese posicionamiento electoral, como lo indica la última encuesta de Parametría, que ya le otorga 13% de intención de voto frente a un 16% de Meade. ¿Esto es posible? ¿Son tantos los que buscan una candidatura independiente, “cansados de partidos”, y le votarían? Cada punto porcentual, recordemos, en una nivel de participación del 60% de la lista nominal podrían significar unos 600 mil votos. Por 13% serían casi 8 millones de potenciales votantes a favor de la “independiente”, vuelvo a preguntar ¿es serio este dato o es una cuchareada más de estas empresas que en estos tiempos hacen su agosto?
Suponiendo que esta tendencia se sostenga en las siguientes encuestas de otras casas de estos menesteres demoscópicos y Meade empiece a despegar, que suba más allá hasta el 25% y sea más consistente la pelea por el segundo puesto en la intención de voto (así, ya lo presentan algunas de estas casas encuestadoras), la hipótesis de una alianza de último momento se vuelve factible para artificiosamente se cierre la elección entre dos.
Imaginemos entonces el mundo posible. Aquel donde no existen ideologías, sino prevalecen solo los intereses económicos, y las animadversiones personales que en esta contienda son más que visibles en la matriz Anaya-Calderón, se impone la suma en una contienda per se competida.
Y es donde cabe la alianza del calderonismo con Meade. De hecho hasta podría explicarse la incorporación del ultra Javier Lozano al staff del abanderado priista. Una alianza entre un candidato “ciudadano” y una candidata “independiente”, sería algo extraordinariamente novedoso, mediáticamente atractivo.
Sería la cereza mediática de la alternancia política. Un mundo plural y diverso, antípartido. El summum del capitalismo y su democracia seductora (Byung-Chul Han, dixit), venida del esfuerzo, el triunfo sobre los demás candidatos. La realización personal. Pero, al fin y algo, la permanencia de un sistema de exclusión y el sostenimiento de las redes de corrupción.
Para decirlo más claro, son otra de las opciones posibles que el sistema tiene para conservar el poder, es hacer crecer a Meade pero al mismo tiempo a la Zavala, acercar a esta mancuerna formalmente separada pero sumada su intención de voto, real o cuchareada, al círculo rojo del 5%.
Es decir, la diferencia en donde se puede volver hacer la trampa de los algoritmos, no hay otra posibilidad. Estaría fríamente calculada. Esto cuadraría el plan B y el INE, a través de Ciro Murayama, que habría hecho su contribución a la continuación del régimen político, del candidato oficialista, y eso terminaría por definir la naturaleza de un instituto electoral que nació como pilar de nuestra democracia pero, en este momento, está creando burócratas que dejan las formas para hacer abiertamente política a través de postergar decisiones o sacrificar sanciones por presuntos delitos electorales bajo la justificación del debido proceso.
Al tiempo.
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