Ernesto Hernández Norzagaray
30/03/2018 - 12:00 am
Listón de riesgo
Es evidente los intereses de dentro y fuera del país, que buscan que no llegue López Obrador a la Presidencia de la República, son los mismos que desde 1988, hacen todo y de todo para que no llegue al poder la izquierda que encabeza López Obrador.
Si ya es un dato consistente que la candidatura AMLO sigue creciendo en todas las encuestas y sondeos de opinión, mientras los números de Anaya y Meade en esos mismos estudios demoscópicos, se mantienen en los mismos niveles o sea de moderados hacía abajo, significa que el listón de riesgo se está elevando.
Son evidentes los intereses de dentro y fuera del país que buscan que no llegue López Obrador a la Presidencia de la República, son los mismos que desde 1988, hacen todo y de todo para que no llegue al poder la izquierda que encabeza hoy López Obrador.
Entonces, parecería que de continuar esta tendencia en la fase de campañas las posiciones de ese ángulo se irán endureciendo y el desenlace se vuelve impredecible.
Así, si en el “círculo de los que verdaderamente mandan”, se mantiene la idea de evitar a toda costa que AMLO gané la Presidencia la propia dinámica de las encuestas está poniendo el listón muy alto o sea tendrían que aceptar que en 2018 difícilmente ganara uno de los candidatos del llamado PRIAN y eso provoca riesgos e incertidumbre para todos.
En esa lógica, lo razonable sería acercarse a las posiciones del candidato puntero y lo irracional definir una estrategia de contención de los apoyos electorales, “donde se tendría que hacer lo que se tenga que hacer” para evitar la llegada de AMLO a Palacio Nacional.
No exploraremos la primera dimensión porque los indicios la hacen poco viable al menos en la antesala de las campañas electorales y nos concentraremos en las posiciones duras que ya empiezan a perfilarse.
La premisa es que en la medida que se sostenga la ventaja o abra más la distancia entre AMLO y sus competidores el país entrara a una fase de campañas negativas sin precedente, a calentar como nunca el ambiente, la de explorar las peores alternativas de contención de este tsunami electoral que algunos ya califican de goliza contra el equipo del PRIANRD.
Ahí, están, como recuerdo las enseñanzas que dejaron los comicios presidenciales de 1988 y 2006, que representan la antesala más parecida a las elecciones de julio próximo. En aquellos años, recordemos, existía una candidatura de izquierda fuerte, una sociedad con gran ánimo de participación y cambio, un PRI dividido con sus números bajos por los estragos frescos del primer sexenio neoliberal que encabezó Miguel de la Madrid.
En aquellos dos años tormentosos, no se desestimó ningún tipo de recurso con tal de que no obtuviera el triunfo el candidato de las izquierdas socialistas y nacionalistas, Cuauhtémoc Cárdenas o Andrés Manuel López Obrador.
En la antesala de 1988 no olvidemos fueron asesinados Javier Ovando y Román Gil, cercanos a Cuauhtémoc Cárdenas y promotores del naciente Frente Democrático Nacional, que se sumarían luego a los cientos de militantes del PRD que sucumbirían durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Ambos eventos serían definitivos para habilitar como Presidente a Carlos Salinas, quien había sido Secretario de Programación y Presupuesto, durante el gobierno de Miguel de la Madrid.
En 2006, si bien la violencia política no fue su rasgo distintivo tampoco estuvo ausente en algunas regiones del país pero, igual los resultados de los comicios, dejaron la sensación de que nuevamente se había cometido un fraude a la voluntad popular.
El “haiga sido como haiga sido”, fue una declaración de parte de Felipe Calderón que se burlaba de una verdad instalada en el imaginario colectivo y que se expresó como enojo público en el zócalo, carreteras, plazas y avenidas.
En ese sentido, la pregunta pertinente es ¿cuáles son las piezas de la estrategia de las llamadas fuerzas vivas de contención del voto lopezobradorista?, desde la antesala de esa elección lleva a pensar que están en marcha cinco acciones no excluyentes que van construyendo la atmosfera de estos comicios:
Bajar por medios judiciales a Ricardo Anaya de la segunda posición en las encuestas electorales para que Meade suba, hay indicios de que pudiera estarse dando una negociación y eso pasa por bajarle a los ataques por el affaire Manhattan Master Plan Development o algo más;
Intensificar la campaña contra la “irresponsabilidad” de AMLO por querer revisar los contratos del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México o lo que se les vaya ocurriendo en el camino de las encuestas de intención de voto;
Aprovechar el marco constitucional y reglamentario en materia de candidaturas independientes y de esta forma, tenemos solo la candidatura de Margarita Zavala, para provocar la mayor fragmentación del voto posible aun cuando quedan serias dudas sobre la validez de las firmas de apoyo;
La utilización de las instituciones públicas para influir en las preferencias electorales, como sucede en el caso de la PGR en el affaire Anaya, como en la decisión del Consejo General del INE de validar “219 mil 344 que serían firmas fraudulentas” que presentó Margarita Zavala, lo que da pie para pensar que la actuación estas instituciones nuevamente están a favor del candidato del sistema incluso la FEPADE, en caso que no atraiga la investigación de las tres candidaturas independientes, en las que se encontró serias irregularidades en el proceso de recolección firmas; y,
Los poderes extraordinarios que tiene el Sistema Nacional de Seguridad con la nueva ley de seguridad interior y la reciente resolución de la Corte para proceder contra quien haya presunción de delito pues, aun cuando, se establece en la ley que en materia electoral las manifestaciones poselectorales no puede ser considerada delitos la falta de controles y los márgenes de discrecionalidad, más las competencias constitucionales del Presidente, podrían llegar a ser el instrumento idóneo para sofocar este tipo de protestas.
En fin, contra la idea de que al abrir los márgenes de diferencia se hace más previsible el resultado electoral, en México curiosamente parece pronosticar todo lo contrario al menos, en lo que se refiere en materia de incertidumbre. Al tiempo.
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