Antonio Salgado Borge
23/02/2018 - 12:00 am
Napoleón como lo pintan
“Perseguido político” y “criminal” no son cualidades excluyentes; nada impide que Napoleón pueda ser al mismo tiempo ambas cosas.
La decisión de Morena de llevar a Napoleón Gómez Urrutia al Senado ha generado una honda abolladura en la legitimidad de ese partido.
Justificar la inclusión de Gómez Urrutia en la lista de plurinominales aludiendo, como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador, a su condición de perseguido político, no es suficiente para exonerar a este ex líder minero exiliado en Canadá. “Perseguido político” y “criminal” no son cualidades excluyentes; nada impide que Napoleón pueda ser al mismo tiempo ambas cosas. Así, registros periodísticos concretos e independientes, como el publicado por Martin Moreno en este mismo espacio, dan cuenta de millones de dólares desviados[1]. Es decir, que guste o no a los seguidores de Morena, su Napoleón es como lo pintan.
Una forma mucho más realista de intentar contener el daño político generado por esta decisión es argumentar que las listas del PAN y las del PRI estarán también repletas de personajes tan o más cuestionables que Gómez Urrutia. Finalmente, ni el Frente ni el PRI tienen autoridad moral para señalar con el dedo flamígero a Morena por haber resucitado a un personaje impresentable. Esto se ve con claridad en la cautela que han mostrado muchos de los candidatos o simpatizantes de estos partidos, cuyos líderes han dejado el golpeteo en manos de sus seguidores más duros.
La presencia de impresentables en el PAN, en el PRD o en el PRI -o en cualquier otro partido-es, desde luego, incontrovertible. Dos botones son suficiente muestra. El PAN llevará al senado a Josefina Vázquez Mota, cuya fundación, de acuerdo con “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad” recibió irregularmente 900 millones de pesos del gobierno de Peña Nieto que luego fueron gastados en total opacidad [2], y hará senador a Rafael Moreno Valle, cuyo legado de deuda, corrupción, “huachicol”, violencia, y financiamiento han sido documentados por Sinembargo [3] [4] [5]. No tiene sentido detenernos en el caso del PRI; pero sí es importante mencionar que a estas alturas, nadie en su sano juicio puede esperar que el partido de Enrique Peña Nieto, Gerardo Ruiz Esparza, Rosario Robles, Romero Deschamps o Emilio Gamboa ponga un alto a la corrupción.
Es fácil ver por qué el fomento a que sus seguidores señalen la basura en el patio del vecino antes que aceptar suciedad en el propio puede ser una estrategia efectiva para el PAN y para Morena. Finalmente, esta situación polariza aún más la disputa entre los seguidores y críticos duros de López Obrador, muchos de quienes se han convertido recientemente en “coleccionistas” de perfiles corruptos -de sus rivales, claro- con el fin de estar preparados para el debate y poder intercambiar acusaciones de corrupción que demuestren que en el otro lado son peores.
Pero, si de combatir la corrupción se trata, una discusión de esta naturaleza, aderezada por las filias y fobias exacerbadas, termina vaciada de sentido y rayando en la esquizofrenia. Empecemos por la pérdida de sentido. Dado que Morena se ha encargado en meses recientes de nivelar a tal grado la competencia, discutir qué partido es más corrupto con base la presencia o hazañas de impresentables, no contribuye en lo más mínimo a combatir la corrupción. Es más, ni siquiera puede servir para determinar qué partido es peor o mejor.
Si nos basamos en el número de corruptos, tendríamos que incluir listas estatales y municipales y conocer todos los perfiles en vez de seleccionar los que resultan convenientes. ¿Cómo saber si los corruptos son más que los no corruptos? Si el criterio elegido es la cantidad de millones desviados, entonces estaremos eligiendo a ciegas. ¿Quién en este país sabe a ciencia cierta cuánto se han embolsado los principales sospechosos de corrupción? ¿Cuándo podemos empezar a considerar a un partido corrupto? A estas alturas, buscar respuesta a esta pregunta puede ser tan productivo como debatir si la cebra es un equino blanco con rayas negras, o un equino negro con rayas blancas.
Pero desviar la discusión de la corrupción a los corruptos en el patio de enfrente termina rayando en la esquizofrenia. Siguiendo esta “metodología” se entierra el hecho de que ninguna de las postulaciones de impresentables es accidental. Para ver con claridad por qué este es el caso, basta con considerar que cada personaje cuestionable representa un costo político; si éstos han sido incluidos en las listas es porque se espera que su aporte electoral sea mayor que su costo. Hablar de costos en la víspera de una elección es, claramente, hablar de votos perdidos. Por ende, uno tendría que cuestionarse: (a) qué y cómo pueden estar aportando personajes como Napoleón, Josefina y Moreno Valle a las campañas de Morena y del PAN y (b) qué recibirán a cambio de sus aportaciones -el fuero y el sueldo, valiosos como son, pueden no ser pago suficiente por sus aportaciones-.
En cualquier caso, el problema de fondo es que cada individuo corrupto que es premiado por algún partido espera obtener algo a cambio; los partidos conocen muy bien las credenciales de las personas que postulan y están dispuestos a participar en el trueque. Esto significa que aquellos partidos que los postulan corruptos han aceptado, de facto y por adelantado, tolerar la corrupción. Y de esta tolerancia se desprende que no pude ser cierto que combatir la corrupción sea una de sus prioridades. Es decir, que si un partido parece corrupto por postular corruptos es altamente probable que sea un partido corrupto; que sea tal y cómo sus rivales lo pintan.
¿Son Morena o el Frente igual de corruptos que el PRI? Desde luego que no. Si algo ha quedado claro en este sexenio es que el PRI se mide con una vara muy distinta. ¿Significa lo anterior que Morena y el Frente son iguales? Nada de lo dicho arriba implica una afirmación semejante, y existen muchos otros criterios que pueden considerarse al momento de elegir si votar por Morena o por el Frente en julio. Sin embargo, dado que muchos de sus napoleones son como los pintan, es momento de aceptar que la voluntad de estos partidos de combatir la corrupción difícilmente podrá ser uno de estos criterios.
[1] http://www.sinembargo.mx/21-02-2018/3388079
[2] https://contralacorrupcion.mx/juntospodemos/
[3] http://www.sinembargo.mx/08-02-2018/3383064
[4] http://www.sinembargo.mx/05-02-2017/3144008
[5] http://www.sinembargo.mx/15-06-2017/3241331
@asalgadoborge
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