Alejandro Calvillo
26/12/2017 - 12:00 am
AMLO con el elefante en la sala
Por muchas razones, la presentación de Víctor Villalobos como Secretario de Agricultura en el gabinete que ha elegido López Obrador le acompañe si gana la presidencia de la República, ha desatado una profunda indignación en un muy amplio grupo de académicos, organizaciones campesinas y organizaciones de la sociedad civil que han simpatizado con AMLO y que durante decenios han enfrentado en varias ocasiones las acciones del propio Villalobos a favor de los intereses de las grandes empresas de transgénicos como Monsanto, Pioneer y Syngenta, entre otras.
No existe ninguna relación entre la propuesta presentada por López Obrador en su Proyecto de Nación 2018-2024 en materia agrícola y la designación como Secretario de Agricultura de Víctor Manuel Villalobos. De hecho, existe una gran contradicción, representa ya el elefante en la sala del Proyecto de Nación de AMLO. La propuesta en el Proyecto de Nación se centra en apoyar a las familias campesinas y las economías locales para reactivar el campo, mientras que la elección de Villalobos supone totalmente lo contrario, dar entrada a las grandes corporaciones de transgénicos que no han tenido otro propósito que apoderarse de las semillas campesinas.
Por muchas razones, la presentación de Víctor Villalobos como Secretario de Agricultura en el gabinete que ha elegido López Obrador le acompañe si gana la presidencia de la República, ha desatado una profunda indignación en un muy amplio grupo de académicos, organizaciones campesinas y organizaciones de la sociedad civil que han simpatizado con AMLO y que durante decenios han enfrentado en varias ocasiones las acciones del propio Villalobos a favor de los intereses de las grandes empresas de transgénicos como Monsanto, Pioneer y Syngenta, entre otras.
La elección de Villalobos es totalmente desconcertante también porque AMLO en su Proyecto de Nación dedicó un capítulo muy importante al Conflicto de Interés comprometiéndose a evitarlo en la gestión pública. Ese planteamiento entra en duda con la elección de Victor Villalobos que fue señalado internacionalmente al considerarse que boicoteo la primera reunión del Protocolo de Cartagena sobre la bioseguridad de los organismos vivos modificados genéticamente en 2003 defendiendo la postura de las grande corporaciones de los transgénicos y los agronegocios, que representaban Canadá y Estados Unidos que no habían firmado el Protocolo pero que a través de Villalobos se oponían al interior de este organismo, a las regulaciones de los transgénicos, en especial, al movimiento transfronteizo y a su etiquetado. En agricultura, y referido al tema de Conflicto de Interés, Villalobos representa para AMLO el elefante en su sala.
Hace seis años, cuando AMLO presentó su gabinete para las elecciones de 2012 se realizaba el Foro Nacional de Alimentación y Nutrición (FONAN) con la participación de cientos de académicos, organizaciones de productores y organizaciones de la sociedad civil. El FONAN representa el mayor esfuerzo que se ha dado para elaborar una propuesta de política alimentaria que comprendiera desde la producción hasta el consumo, que garantizara el acceso a una alimentación saludables, al tiempo que permitía mantener la diversidad de alimentos y la cultura culinaria del país, combatiendo la pobreza rural del país y fortaleciendo a las familias campesinas. Como parte integral de ese proceso se encontraba la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo y su presidente Víctor Suárez quien en ese momento había sido propuesto por AMLO como Secretario de Agricultura para su gabinete si ganaba las elecciones de 2012. Víctor Suárez recibió las propuestas del FONAN para hacerlas parte del proyecto de gobierno de AMLO, propuestas con las que coincidía plenamente.
El contraste entre Víctor Suárez y Víctor Villalobos, entre quien fue la propuesta de AMLO para la Secretaría de Agricultura en 2012 y quién es su propuesta para 2018, es extrema, como lo es el Proyecto de Nación 2019-2024 en materia agrícola y la trayectoria de Víctor Villalobos. Mientras Villalobos promovía la Ley de Bioseguridad en el congreso mexicano impulsando los intereses de las corporaciones, Suárez la combatía como legislador. La que fue llamada “Ley Monsanto”, porque estaba dirigida a abrir el país a la comercialización y siembra de transgénicos y, en especial, a la siembra de maíz transgénico, tenía a Villalobos como uno de sus principales promoventes. En la Cámara de Diputados la mayor oposición la encabezó Suárez, apoyado por una gran alianza de organizaciones campesinas y de la sociedad civil, logrando que se estableciera dentro de la Ley un régimen especial de protección del maíz y de los centros de origen y diversidad de este cultivo. El contexto internacional mostraba una respuesta de contención frente al embate de estas corporaciones. En Europa nunca se ha permitido el desarrollo y siembra del trigo que es considerado como el principal grano de ese continente, sin embargo, la entrada de la siembra de maíz transgénico a México como centro de origen de ese cultivo se veía como plausible por el poder de Monsanto y la presencia de funcionarios claves aliados a esa industria.
El impulso a la entrada de transgénicos en México vino de la mano del inicio de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con el que las grandes corporaciones de los agronegocios vieron una gran oportunidad de dominar al mayor cultivo del mundo, el maíz, en su propio centro de origen y donde se presentaba el mayor consumo de este grano en la dieta de la población. Sin embargo, el primer revés se presentó cuando ante la presión y los argumentos científicos sobre los riesgos que podría representar el cultivo del maíz transgénico en su centro de origen, donde existe la mayor diversidad y sus usos forman parte de una cultura culinaria ancestral de enorme riqueza, después sería declarada Patrimonio de la Humanidad la cocina mexicana basada en la milpa, llevó a que la Comisión de Cooperación Ambiental del TLCAN encargara un reporte a expertos internacionales que conformaron el Grupo Asesor sobre Maíz y Biodiversidad que publicó el documento “Maíz y Biodiversidad. Efectos del Maíz Transgénico en México” coordinado por el Dr. José Sarukhan, uno de los científicos especializados en la ecología más reconocidos en el continente.
Una de las recomendaciones del grupo internacional de expertos fue: “Han de adoptarse medidas para reducir las probabilidades de que en México se siembre maíz GM no autorizado apoyando la moratoria vigente al cultivo comercial de maíz transgénico”. Las recomendaciones del grupo de expertos creado por el organismo trinacional no gustó a los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y su aliado, el mexicano, que en la práctica, no las siguieron. Sin embargo, estas recomendaciones y diversas evidencias desde la contaminación de variedades criollas de maíz en Oaxaca por transgénicos y otras posteriores, sobre los daños de los herbicidas asociados a la siembra de gran parte de los transgénicos, como el glifosato y su declaración como probable cancerígeno por la OMS, así como la evidencia de que la estrategia de Monsanto es la de apoderarse de las semillas, han llevado a que a través de amparos y acciones colectivas diversos jueces hayan resuelto mantener la moratoria a la siembra de maíz transgénico en México.
Lo que ha quedado evidente es que el impulso del maíz transgénico en México por parte de Monsanto tiene como principal intención apropiarse de la semilla. En Seeds of Deception, Jeffrey Smith, cita a un asesor de Monsanto que realizó un taller con sus altos ejecutivos en el cual les puso como ejercicio elaborar la visión de la empresa a futuro. El objetivo entre los directivos de Monsanto fue que todas las semillas estuvieran patentadas. Este objetivo lo han echado a andar con un grupo de centenares de abogados dedicados a demandar a los agricultores que tengan semillas con los transgenes patentados por la empresa. No sólo demandan a aquellos que cosechan las semillas de sus siembras de transgénicos para volverlas a sembrar sin el pago obligado de regalías a Monsanto, también actúan contra aquellos que han visto contaminados sus cultivos por la siembra de transgénicos en terrenos vecinos o que han sido contaminados por semillas que han caído en el camino y han germinado transfiriendo los transgenes patentados a sus cultivos.
Participando en 2003 en sesiones con el grupo que realizó la investigación para la Comisión Ambiental del TLCAN sobre los riesgos de la siembra de maíz transgénico en México, les preguntamos directamente si existía la posibilidad, al autorizarse la siembra comercial de maíz transgénico en México, que estas corporaciones globales pudieran demandar a familias campesinas mexicanas al encontrar que sus maíces hubieran sido contaminados por sus transgenes, como en el caso que ya se presentaba en Oaxaca. La respuesta fue que ese escenario sería posible.
Los transgénicos comercializados por las grandes corporaciones han demostrado que no aumentan las cosechas; que llevan a un uso intensivo de agroquímicos al volver los cultivos resistentes a estos compuestos o al contener genes insecticidas que provocan el surgimiento de supermalezas resistentes; pero, de manera especial, se ha demostrado que son una estrategia para destruir los saberes en la selección, uso e intercambio de semillas que ha sido un proceso cultural agrícola milenario por parte de las familias campesinas que crearon el maíz tal como lo conocemos y que el propio Octavio Paz, describía al maíz como una aportación a la humanidad similar a la del fuego.
La entrada de las grandes corporaciones agroalimentarias que dominan el mercado mundial de las semillas y agroquímicos, ha encontrado resistencia en diversas naciones europeas, asiáticas y en regiones de nuestro continente. En México, esta resistencia no sólo ha mantenido en vigencia la moratoria a la siembra comercial de maíz transgénico, ha tenido logros en la península de Yucatán donde las comunidades mayas que exportan miel al mercado europeo han logrado frenar la expansión de la siembra de soya transgénica que les impediría exportar su producto al mercado europeo.
La investigación para la mejora de la calidad y producción de los cultivos y, especialmente del maíz, ha dejado de tener financiamiento por parte del gobierno como una tarea estratégica. El Dr. Antonio Turrent y un grupo de investigadores mexicanos han demostrado el potencial que existe para aumentar la producción y calidad de la producción de maíz por parte de las familias campesinas mexicanas y cómo podrían aportar a la autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, la cooptación de la política por los intereses de las grandes corporaciones agroalimentarias va en sentido contrario. La gran pregunta es cómo llegó al gabinete de AMLO Víctor Villalobos y quién redacto el capítulo sobre agricultura y alimentación en su Proyecto de Nación, la visión de uno y la propuesta en el otro, son totalmente opuestos.
La propuesta agrícola y de política alimentaria expresada en el Proyecto de Nación 2018-2024 de AMLO recibió una gran recepción en amplios sectores campesinos, académicos y de organizaciones civiles. Su propuesta directa de abordar el tema de Conflicto de Interés recibió también muy buena acogida. Sin embargo, son estos mismos sectores lo que presentan serias dudas sobre las propuestas en el Proyecto de Nación tras la designación de Victor Villalobos como Secretario de Agricultura que ha presentado AMLO para gobernar al país si gana las elecciones de 2018.
El elefante está en la sala y comienza a hacer destrozos.
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