De profesión poeta, a pesar de que hace mucho que no escribe en verso. Quiere siempre seguir teniendo la sorpresa de ver la vida como si fuera un infante. Entrevistar a este notable autor rumano equivale probablemente a un escritor que tarde o temprano recibirá el Nobel, aunque él “modesto como soy”, no quiere ni pensar en eso.
Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).- "Cărtărescu merece ser considerado el más grande escritor rumano de la actualidad. Y Solenoide es la piedra angular de toda su obra y la pieza más increíble de la prosa rumana de los últimos veinticinco años”, ha dicho Ioana Pârvulescu, uno de los tantos críticos que ha leído las 800 páginas de la novela que hoy distribuye Sexto Piso y que ha editado Impedimenta, la editorial española que tiene toda su obra.
Él está contento, cree que a esta edad (tiene 61) un autor comienza a repetirse y sin embargo ha escrito “una novela realmente buena, mezcla de realismo y surrealismo”, tan propio de él.
Solenoide es una novela monumental en la que resuenan ecos de Thomas Pynchon, Jorge Luis Borges,Jonathan Swift y Franz Kafka. Estamos ante el largo diario de un escritor frustrado que desgrana su infancia y su adolescencia en los arrabales de una ciudad comunista, devastada, gris y fría —una Bucarest alucinada, dotada de una melancolía abrumadora—, escribe su editorial.
Profesor de Rumano en un instituto de barrio, con una carrera literaria fracasada y una profesión que no le interesa, compra una casa antigua con forma de barco, construida por el inventor de un solenoide, que alberga una extraña maquinaria: un sillón de dentista dotado de un tablero de mandos.
El cuerpo y la nostalgia son propias de esta obra en donde uno no puede ver dónde empieza o termina el realismo y comienza la ficción desatada del autor.
El profesor pronto intima con una profesora que ha sido captada por una secta mística, la de los piquetistas, que organizan manifestaciones nocturnas por los cementerios de la ciudad y por la morgue. Mientras tanto, el narrador se enfrenta a alucinaciones que le revelan la verdad de su existencia.
Mircea Cartarescu es el más importante narrador rumano de la actualidad. De su obra poética destacan El Levante (1990). Dio el salto a la narrativa con Nostalgia (1993), que se abre con su relato “El Ruletista”. Siguió Lulu (1994) y Cegador (1996-2007). Suyos son también Las Bellas Extranjeras (2010, Premio Euskadi de Plata) y El ojo castaño de nuestro amor (2012).
–Usted me parece más un poeta que un escritor
–Tiene usted muchísima razón, siempre me he considerado un poeta y estoy muy orgulloso de eso y espero que siempre me quede así: con la mirada de niño viendo la realidad. Creo que eso es la esencia de la poesía. Incluso en mis novelas y en todo lo que he escrito siempre he intentado mantenerme como poeta.
–Usted va a inaugurar el Salón de la Poesía en la Feria de Guadalajara
–Sí, estoy muy orgulloso de ello. Tengo muchas ganas de llegar a esta Feria, tan famosa en el mundo.
–¿Por qué ha tardado tanto en venir a México?
–La distancia que hay entre Europa y México es muy grande, siempre me ha asustado. Tuve que pensarlo muy bien y prepararme para las 17 horas de vuelo, pero estoy muy feliz de haber venido, llevo finalmente dos días aquí y ya me parece que hace 10 años que estoy.
–Usted tiene muchos lectores en México, parece ser que hay mucha distancia entre Rumania y México, pero la literatura los une
–Sí, es cierto. Muchas veces se ha dicho que Rumania es un país latinoamericano perdido en Europa.
–Me gustaría hablar de Europa, la Unión Soviética es como un fantasma en sus países, ¿fue tan duro?
–Rumania siempre se encontró en el cruce entre Occidente y Oriente. Dos de las provincias más importantes de nuestro país estuvieron bajo dominio del imperio otomano y el tercer principado rumano, Transilvania, hizo parte del imperio austríaco. Por lo tanto, los 70 años no fueron un periodo tan largo para nosotros, pero ha provocado mucho dolor y ojalá sea un capítulo que se haya acabado para siempre en nuestra historia, porque hoy estamos muy orgullosos de pertenecer a la Unión Europea.
–Ahora bien, ¿qué pasa con los pobres, los discapacitados? Estamos en una democracia liberal, con economía de mercado y eso hace a las familias poderosas más poderosas
–Hay una gran semejanza entre Rumania y México, entre Rumania y los demás países latinoamericanos. En mi país existe una gran discrepancia entre las pocas familias poderosas y el resto de la población. Aunque se llame el Partido Social Demócrata, el partido que hoy gobierna Rumania, hace muy poco para los pobres.
–El tema del cuerpo y la nostalgia por una Europa que ya no es pueblan Solenoide
–Una de las tradiciones que este libro sigue es el del romanticismo alemán, es el romanticismo de las ruinas, de los sueños, de la fascinación por el pasado. Asimismo es el surrealismo lo que caracteriza a este libro. Para mí es especialmente importante porque es mi último libro publicado y porque ni yo mismo me esperaba que después de haber cumplido 60 años, pude haber escrito un libro que es digno de mí. Normalmente a esta edad, uno se repite a sí mismo. Pero en mi caso no ha sido así y estoy muy contento por haber escrito uno de mis mejores libros a esta edad. En comparación con mis anteriores libros, Solenoide tiene un elemento de novedad, concretamente es un tema ético mucho más pronunciado que antes, esta novela es una declaración de solidaridad humana.
–Uno ve a este hombre que vive en las cosas, que conoce tanto…
–En todos mis libros hay una asociación entre realismo y fantasía. Siempre la historia comienza en zonas realistas, pero muy rápidamente gira hacia lo poético y hacia lo metafísico. No hay mucha diferencia entre realismo y la fantasía, para mí el sueño es igual de real que la realidad y también lo que he llamado mis anomalías, es decir, aquellas cosas rarísimas que he vivido y la he escrito en este libro.
–Usted habla de la edad, quizás porque comenzó a escribir muy pronto
–Desde este punto de vista soy un autor bastante típico. Comencé a escribir a los 24 años, creo que es una edad ideal para el principio, publiqué inicialmente siete volúmenes de poesía y luego me di cuenta de que era suficiente. Desde el momento que tomé la decisión de dejar de escribir poesía, respeté mi palabra y en los últimos 30 años no he escrito un solo verso. Desde entonces novelas e historias que tienen una estructura parecida a la poesía. Los libros más importantes son volúmenes de muchas páginas, entre los cuales la más importantes es Cegador, una trilogía que tiene 1500 páginas y que será publicada el año que viene.
–¿Cómo ve Bucarest?
–Tengo una relación de amor-odio con mi ciudad. Igual que la ciudad de México es muy complicada, con un tráfico que te saca de quicio, pero también con mucha gente simpática como aquí.
–Además de los vampiros de Transilvania, ¿cómo está la literatura rumana?
–Todo forma parte de la mitología de Bram Stoker y no tenemos nada que ver con los vampiros en Transilvania; pero también es verdad que nuestras autoridades se aprovechan mucho de ello y hoy tenemos un castillo oficial de Drácula, bebidas de Drácula, todo es Drácula.
–¿Con qué autores europeos se siente cercano?
–Yo antes de ser escritor me declaro un lector muy devoto, he leído durante toda mi vida y podría decir que mi verdadera pasión es leer. En realidad con todos los escritores que he leído me he impregnado de toda la tradición clásica de la literatura europea. Probablemente los que más influencia han tenido sobre mí son los llamados clásicos de la modernidad: James Joyce, Virginia Woolf, Thomas Mann, los poetas T.S.Eliot y Ezra Pound. De los actuales, Javier Marías me gusta mucho, Antonio Tabucchi, Herta Muller…
–Muchas veces se habla de usted como ganador del Premio Nobel, ¿qué piensa usted?
–Soy demasiado modesto para pensar en estas cosas, dejo a los demás pensar en esto y mi Premio Nobel es cuando escribo una nueva línea que me gusta.