Sanjuana Martínez
23/10/2017 - 12:01 am
Una FEPADE a modo
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus partidos aliados ya cocinan el fraude electoral del 2018 y para ello necesitan instituciones débiles, dirigidas por funcionarios manipulables. El último caso es el de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) dirigida hasta hace unos días por Santiago Nieto Castillo, cesado por la Procuraduría […]
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus partidos aliados ya cocinan el fraude electoral del 2018 y para ello necesitan instituciones débiles, dirigidas por funcionarios manipulables.
El último caso es el de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) dirigida hasta hace unos días por Santiago Nieto Castillo, cesado por la Procuraduría General de la República (PGR) para proteger la corrupción que involucra a importantes funcionarios en el caso Odebrecht.
La destitución de Santiago Nieto Castillo es un atentado a la democracia, un golpe contra las elecciones del 2018. El procurador interino, Alberto Elías Beltrán fue el encargado de hacer el trabajo sucio argumentando que Nieto Castillo rompió el “código de conducta” para los funcionarios públicos que trabajan en la PGR.
¿Y cuál es ese código de conducta? Quizá tiene que ver con las investigaciones sobre los sobornos de Odebrecht al ex director de PEMEX, Emilio Lozoya Austin, amigo y hombre cercano a Enrique Peña Nieto.
Tal vez, el código de conducta incluye silencio y protección a los funcionarios corruptos del gabinete de Peña Nieto, sobretodo cuando el fiscal de la FEPADE se negó a solapar a Lozoya Austin, quien descaradamente se atrevió a pedirle que lo declarara inocente de canalizar el dinero de Odebrecht a campañas políticas del partido en el poder.
Estamos hablando de la cantidad de 10 millones de dólares, que según testimonios habría supuestamente recibido el honorable señor Lozoya Austin a cambio de un contrato de 115 millones de dólares para obras en la refinería de Tula.
Obviamente Lozoya Austin quiere salvar su “buen nombre” y estupenda “reputación”. Algo que a estas alturas es ciertamente casi imposible porque el pastel del caso Oderbrecht ya quedó al descubierto.
Para contrarrestar su pésima imagen, el ex director de Pemex nos quiere convencer que él colaboró con las investigaciones de la FEPADE y hace publico un documento que supuestamente tendría que haber guardado bajo sigilo judicial.
El ex director de Pemex dice que desempeñó su cargo del 2012 al 2016 bajo los “más estrictos valores de honradez, transparencia y apego a la legalidad”. Por favor, aplausos de pie. ¡Bravo! Qué señor tan elegante y decente.
Lamentablemente para Lozoya Austin, los mexicanos conocemos desde el mes de agosto que las transferencias bancarias de los sobornos exhiben que fue él quien recibió dinero de Odebrecht durante la campaña electoral del Peña Nieto.
También conocemos que durante la campaña electoral del 2012 Odebrecht transfirió la cantidad de 3 millones 140 mil dólares (aproximadamente 40 millones de pesos al tipo de cambio de entonces) a una empresa establecida en las Islas Vírgenes, vinculada al honorable señor Lozoya Austin, quien casualmente era coordinador de Vinculación Internacional de la campaña de Peña Nieto.
Igualmente, gracias a Mexicanos contra la Corrupción conocimos la copia de estados de cuenta 244006 del Meinl Bank de Antigua, propiedad de Odebrecht, en los que aparecen efectivamente las siete transferencias a favor de Latin American Asia Capital Holding, empresa identificada por un delator de Odebrecht como la empresa a través de la cual se pagaron los jugosos sobornos al decente señor Lozoya Austin.
Ciertamente, Lozoya Austin no fue el único, en los sobornos de Oberdrecht hay que incluir a Javier Duarte y su señora esposa Karime que goza de una maravillosa libertad en Londres. Oderbrecht les transfirió supuestamente un millón de telares a una compañía fantasma (Blunderbuss Company, S.A. de C.V.) con dirección en Poza Rica, Veracruz.
Pero en esta operación vuelve aparecer el honorable señor Lozoya Austin, quien, según Luis Alberto meneses Weyll ex director de Odebrecht en México, le solicitó cinco millones de telares como pago por haberlo auxiliado en la buena posición de la compañía en Veracruz, aunque finalmente aceptó pagarle solo 4 millones de dólares esta vez a una cuenta que el ex director de Pemex tenía en el banco suizo Gonet et Cie.
Después de todo esto que ya conocemos y que únicamente estamos recordando para señalar los presuntos delitos del honorable Lozoya Austin, es obvio que la destitución de Santiago Nieto Castillo es una afrenta contra todos los mexicanos.
Seamos serios, Señores del gobierno, señores del gabinete, señor Peña Nieto, esta destitución es improcedente e inaceptable. México no tiene procurador. Elías Beltrán no puede, no debe, atribuirse la capacidad de destituir a nadie porque es un simple “interino” sin ninguna facultad para cometer semejante golpe a la democracia.
La destitución de Santiago Nieto es un clavo más en el ataúd del PRI que se niega a terminar con el nombramiento del Fiscal Anticorrupción y a concluir la reforma constitucional para lograr una Fiscalía General verdaderamente autónoma e independiente.
Peña Nieto está cometiendo un golpe a la legalidad, una maniobra sucia que pretende conservar el status quo del PRI para acudir a la cita con las urnas el próximo año. Pero eso es imposible. El PRI es un cadáver. No hay frente que lo salve de la derrota, de la caída al vacío en las próximas elecciones. No hay fuerza capaz que logre remontar los bajos indices de aceptación hacia la deteriorada imagen del actual presidente.
Tal vez por eso, los señores del poder maquinan el próximo fraude electoral con una FEPADE a modo. ¿Qué necesitamos para evitarlo? Una votación masiva. Ojalá esta vez, ni las instituciones electorales a modo logren burlar la voluntad popular.
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