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Óscar de la Borbolla

23/10/2017 - 12:00 am

Paradoja de la libertad y la oferta

Esta creencia tiene sus bemoles, pues, como alguna vez propuse en mi Filosofía para inconformes, la verdadera libertad no consiste en conformarse con el repertorio dado, sino en generar uno mismo su propia posibilidad: en crear.

"Cuando uno piensa en elegir se imagina sopesando los pros y los contras de dos o tres o diez posibilidades; pero no se imagina ante mil y mucho menos ante una cantidad prácticamente inconmensurable". Foto: Óscar de la Borbolla

La libertad entendida como capacidad de elegir implica -digámoslo, aunque parezca obvio- que ante uno exista, por lo menos, un par de alternativas; si sólo hay un camino parece difícil elegir, aunque, como bien hizo notar Sartre: incluso ante una sola posibilidad siempre tenemos la opción de tomarla o rehusarnos. Pero generalmente el ejercicio de la libertad depende de que exista una pluralidad de opciones y suele creerse que mientras más amplia sea la diversidad mayor será la libertad.

Esta creencia tiene sus bemoles, pues, como alguna vez propuse en mi Filosofía para inconformes, la verdadera libertad no consiste en conformarse con el repertorio dado, sino en generar uno mismo su propia posibilidad: en crear.

Hoy, sin embargo, me interesa pensar simplemente en la variedad que el mundo nos ofrece y en la paradoja que resulta cuando el número de las opciones es muy grande, pues, como decía, se cree que mientras más alternativas haya mayor será la holgura durante la elección.

Cuando uno piensa en elegir se imagina sopesando los pros y los contras de dos o tres o diez posibilidades; pero no se imagina ante mil y mucho menos ante una cantidad prácticamente inconmensurable. Sin embargo la abundancia de posibilidades que hoy se presenta en todos los órdenes (marcas de jabón, estaciones de radio, revistas virtuales, candidatos independientes para la presidencia y, sobre todo, información a propósito de cualquier tema en internet...) hace que el elegir se vuelva paradójico, pues con tal de no perder el tiempo, meses, años tal vez, uno agarra lo primero que se le presenta o, peor aún, uno se inclina por lo que ya conoce aunque sea malo, pues la amenaza de perder nuestro valiosísimo tiempo sondeando un mar de propuestas definitivamente no se nos antoja.

Así, el número de opciones, se entiende el número enorme, paradójicamente se ha vuelto enemigo de nuestra libertad, pues al vislumbrar el abismo insondable de la oferta nos conformamos con lo primero que aparece o con lo familiar, lo conocido, aunque, insisto, sea malo.

Elegir entre dos es sencillo, entre tres es holgado, entre cien es cansado y entre millones imposible. Esto podría explicar la cultura wikipedia de los cultos actuales, la vigencia de los Beatles a casi de 60 años de su surgimiento y el que, todavía hoy, Marilyn Monroe sea un icono sexual pese a que según los gustos estéticos de estos días se impongan anatomías más esbeltas.

Estamos en todas las direcciones ante universos inabarcables que nos embotan la capacidad de elegir; hay tanto que no hay nada (como suele decirse ante el televisor y con el control remoto en la mano), y esto tiende a convertirnos en sujetos cerrados y conservadores ya que la amplitud de la diversidad nos produce náuseas o vértigo.

Twitter:
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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