Dos menores dedicados a brindar servicios de compañía platicaron con RT y aseguraron que "están obligados a cumplir una cuota sexual" a cambio de preparación académica.
Por José Luis Montenegro
Cancún, Quintana Roo/Ciudad de México, 13 de octubre (RT/SinEmbargo).- En las inmediaciones de la avenida Chichén Itzá, en Cancún (México), se encuentran dos niños. Se trata de María y Tonatiuh. Ella viste un traje típico de la península de Yucatán, mientras que él porta una guayabera color rosa, una camisa tradicional del estado de Quintana Roo. Ambos tienen menos de 15 años de edad y están buscando a alguien de la franja hotelera "que los lleve a pasear".
El pasado 12 de octubre, RT en Español visitó el paradisiaco puerto mexicano, donde algunos niños ofrecen servicios de compañía a visitantes nacionales y extranjeros. Pese a que las autoridades del estado han negado que exista turismo sexual en la bahía, Cancún sigue atrayendo anualmente a personas motivadas por este flagelo.
TRABAJAR PARA PODER ESTUDIAR
Cuando RT le pregunta a María y Tonatiuh si estudian o realizan alguna otra actividad extracurricular, ellos contestan tajantemente: "Primero tenemos que trabajar antes de poder estudiar". Los adolescentes no tienen una expresión de alegría, pero sí de seguridad en lo que hacen.
Los niños quintanarroenses son de carácter serio con sus connacionales pero, en cuanto se acerca un ciudadano extranjero, cambian su semblante. Ríen, toman de la mano a los hombres y mujeres de edad adulta, sin importar que la demás gente los observe con extrañeza e, incluso, con desprecio.
Pero eso no les importa, para ellos "es un trabajo", una manera de pedir limosna a cambio de un momento de placer. Los pubertos no muestran señales de diversión, "todo es negocio", dice María a RT. "Tenemos que juntar por lo menos 3 mil pesos (unos 160 dólares) por día, hay que cumplir una cuota", agrega la menor de edad, como si se tratara de pagar la renta de un establecimiento.
En cuanto María se muestra más accesible a la entrevista, Tonatiuh se acerca molesto y expresa su malestar: "Me estás quitando clientes, estúpido mexicano". Y agrega: "Si no te vas de aquí, le voy a decir a mi jefe que te saque a patadas de mi zona". Al parecer, los dos menores pagan una especie de derecho de piso para trabajar cerca del Mercado 28 de Quintana Roo.
Cuando RT pregunta si están obligados a tener sexo con sus clientes, él responde: "Es mejor que te vayas".
ALGUIEN QUE ME SAQUE
En ese momento, María intervino y acordó otorgarle al reportero 15 minutos más a cambio de una orden de tres empanadas, una comida típica del estado de Quintana Roo. En ese momento, RT preguntó si su vida corría peligro, ya que todos los días había turistas nuevos en la capital del estado, es decir, desconocidos. Él, menospreciando el riesgo, se anticipó: "Mi papá dice que hay trabajo para todos, es decir, para todos sale el sol, ¿no?", cuestionó Tonatiuh. Por su parte, María agregó: "No somos los únicos".
Intrigado por la respuesta, el reportero reviró la declaración: "¿Conoces a más niños que se dedican a esta actividad?". Ambos voltearon a verse con cara de complicidad y rieron en coro. Tonatiuh agregó: "Claro, pues ¿en qué mundo vives, amigo?". Entusiasmada por la plática, María confesó: "Mi meta es encontrar a alguien que me saque de trabajar. Quizá algún día pueda vivir en la Ciudad de México, ese es mi sueño".
El tiempo se agota y Tonatiuh exige un pago superior a unas empanadas. "La cuota subió, te pasaste de los 15 minutos", dice al reportero. El comunicador intenta negociar, y un grupo de tres personas vestidas de blanco se acerca al integrante de RT. "¿Qué pasa aquí?", increpan los hombres morenos y de más de 1,80 metros de estatura. "Tus muchachos me ofrecían empanadas", alcanza a decir el reportero. "Vete de aquí, periodista de mierda. No eres el primero, pero tampoco quieres ser el último", interviene otro de los sujetos fornidos.
Al abandonar la zona, la gente comenzó a aglutinarse. Los niños habían desaparecido, al parecer se habían escondido en uno de los locales de zapatos del Mercado 28. No volvieron a posar sobre la avenida Chichén Itzá, al menos no esa tarde. Están "entrenados" para estar en todos lados y, en cualquier instante, lograr esfumarse.