La medición de pobreza del periodo 2014-2016 que el Coneval presentó el pasado 30 de agosto, no dejó satisfechos a todos. A pesar de que tanto ese organismo como el Inegi, insistieron en que el nuevo Modelo Estadístico de Continuación Histórica salvaría de los errores cometidos desde la encuesta de 2015 que eliminaba la pobreza del país por no tener comparabilidad histórica.
Ese modelo fue creado en una oficina, así lo declara Inegi, por lo que el dinero gastado en la realización de encuestas, que tienen como primer objetivo medir la pobreza, queda en el aire.
En esta medición de pobreza nacional, que será la última durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, resultó que, en los últimos dos años, 2 millones de personas dejaron de ser pobres.
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Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).- En conjunto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) gastaron 527 millones 615 mil 940 pesos, en dos encuestas que tienen como objetivo principal medir la pobreza pero que, al final, no sirvieron para eso.
La pobreza nacional del periodo 2014-2016 se realizó con un método que fue producto de “un trabajo de gabinete” que costó cero pesos, y dichas encuestas no fueron utilizadas.
De acuerdo con la solicitud de información 4010000057417 realizada por SinEmbargo al Inegi, el costo de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2016 tuvo un valor total estimado de 396 millones 090 mil 016 pesos.
De esa cantidad, el Coneval pagó 204 millones 420 mil 040 pesos como parte de los “Recursos comprometidos en el marco de la Colaboración Interinstitucional para la realización del Proyecto” e Inegi pagó 189 millones 642 mil 253 pesos como parte de los “recursos presupuestados por el Inegi para el proyecto plurianual”.
Están también otros dos pagos de Puebla, quien a través de un convenio solicitó un muestreo para evaluar el programa federal “Cruzada Nacional Contra el Hambre”. Uno, de 1 millón 027 mil 721 pesos fueron de los “recursos comprometidos en el marco de la Colaboración Interinstitucional para la realización del Proyecto”. El otro, de 1 millón de pesos, bajo el mismo concepto.
La cifra total, se detalla en la solicitud, es un estimado del monto inicial presupuestado por el Inegi; hasta el momento, señala que sólo ha gastado 330 millones 273 mil 137 pesos, pero que “dicha suma puede sufrir ajustes derivado de las actividades propias del cierre del proyecto”.
Sobre el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) 2015, que fue la encuesta que no sirvió en definitiva para medir pobreza, fue trabajada por Inegi y Coneval de manera conjunta en el diseño conceptual y estadístico, señala la solicitud.
Fue el Coneval el que cubrió el monto total de dicho levantamiento con 133 millones 553 mil 647 pesos, más IVA, fue un total de 154 millones 922 mil 230 pesos.
El Modelo Estadístico de Continuación Histórica, con el que se midió la pobreza 2016, “fue un trabajo de gabinete, es decir que fue realizado por personal del Instituto en sus oficinas como parte de sus funciones regulares y que no implicó tareas de campo” y por lo tanto no contó con una asignación presupuestal al haberse realizado con la infraestructura y recursos del Inegi.
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DINERO A LA BASURA
En resumen, son las dos últimas encuestas realizadas por el Inegi las que han generado controversia.
Primero el MCS, que fue presentado en julio de 2016, tuvo una modificación en la medición de los ingresos y en las variables utilizadas para calcular la pobreza, lo que imposibilitó que los números pudieran compararse y así, no se pudo saber si la pobreza había aumentado o disminido en el último año.
Esos cambios fueron más evidentes en los números de la población más pobre del país, ya que según el Inegi, en el último año, los ingresos de éstos habían aumentado 33.6 por ciento. Inegi aclaró que esa información disponible no era comparable con los módulos de condiciones socioeconómicas previos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH).
Así, reclamaron organizaciones civiles, se había acabado con la pobreza por decreto estadístico.
Inegi y Coneval iniciaron una batalla. Inegi decía que los cambios eran para mejorar la captación de la pobreza; Coneval se dijo desentendido del ejercicio y semanas después anunció que no calcularía pobreza con el MCS 2015. Ambos acordaron que trabajarían en rescatar esa encuesta –que es la que costó 154 millones 922 mil 230 pesos–. Pero no ocurrió.
Todo el año 2016 transcurrió sin cifras de pobreza. Ya a mediados de 2017, Coneval llamó a medios de comunicación para explicar cómo se llevaría a cabo el cálculo de pobreza del periodo 2014-2016 y presentó el Modelo Estadístico de Continuación Histórica, que realizaría Inegi con el único fin de que Coneval pudiera cumplir con su función principal, que es la de calcular pobreza.
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Ese Modelo Estadístico es una proyección de la evolución de los ingresos de los hogares; se toma como referencia su evolución con los años y se realiza el cálculo. Se obtuvieron entonces dos conjuntos de indicadores y fuentes de datos distintos: uno obtenido directamente de los hogares –con la encuesta que costó 396 millones 090 mil 016 pesos– y otro a través del modelo estadístico –producto de trabajo de escritorio– donde se reflejan tendencias de los años anteriores.
Con base en ese nuevo modelo, Coneval calculó que de 2014 a 2016 hubo una reducción de 1 millón 923 mil 405 personas. También bajó el número de personas en pobreza extrema (de 9.5 por ciento a 7.6 por ciento).
En entrevista con SinEmbargo, el doctor Julio Boltvinik Kalinka, investigador de El Colegio de México (Colmex), explicó que una de las consecuencias de la inutilidad del MCS 2015, es que se decidió ampliar la muestra para la ENIGH y así su costo aumentó.
“¿Por qué gastaron tanto dinero? La cifra del MCS suena razonable como un costo de una ENIGH. Antes era más barato porque el tamaño de la muestra eran 10, 12 o 15 mil hogares. A partir del MCS, resulta que la Ley General de Desarrollo Social le exige al Coneval e indirectamente al Inegi, que la medición de la pobreza se haga no solo a nivel nacional, sino por entidad federativa. Eso obligó a que creciera el tamaño de la muestra. El MCS se estaba levantando de 2008 a 2015 en 60 mil hogares y ahora para 2016, no sé por qué, muy orgullosamente Julio Santaella [director del Inegi] anunció que habían entrevistado 80 mil hogares”, comentó.
Pero, a pesar de que creció el tamaño de la muestra de la ENIGH, de los 60 mil hogares, solamente a unos 12 mil se les aplican los cuestionarios de gasto de los hogares.
Ese cuestionario, agregó, es el más difícil y de los más tardados de realizar. El cuestionario es un libro completo en el que se pregunta cuánto se gastó en arroz, en frijol, en calcetines para los niños. Todo. Es una lista gigantesca de mil rubros y se pregunta cuánto se compró de cada cosa y cuánto pagó.
Por esa razón, el que la cifra de pobreza nacional haya sido el resultado de un trabajo “de gabinete”, significa para el investigador –Inegi y Coneval– tiraron a la basura los 396 millones de pesos que costó la ENIGH 2016, porque con las cifras de esa encuesta no se pudo medir la pobreza, planteó el especialista.
“Usaron la ENIGH pero como punto de partida para, con el Modelo Estadístico, bajarles los ingresos a todos los hogares, para que hubiera un parecido con los años anteriores. Es una locura. Y podrían no haberlo hecho: podrían haber tomado la ENIGH de 2014 aplicando un modelo estadístico de crecimiento de los ingresos y les hubiera salido lo mismo que salió ahora [con la ENIGH 2016]. Esos 396 millones de pesos los tiraron a la basura”, concluyó Boltvinik Kalinka.