Ernesto Hernández Norzagaray
13/10/2017 - 12:00 am
La lagrima de Margarita
En su lógica, no trabaja para el partido, o mejor dicho trabaja para el partido pero a través suyo, y no importa que rompa con su legalidad y los buenos usos y costumbres que dejó el PAN doctrinario en algún muro con letras de oro.
Me voy sin rencor, lagrimeo Margarita Zavala, después de 32 años de pertenencia al PAN mientras miraba de soslayo lo que dejaba atrás quizá con más nostalgia su paso por la Residencia de Los Pinos, con su glamour histórico y el todo poderío de ser la Primera Dama.
Pero decir que se va sin rencor, es que lo esperado, es que puede irse con el mayor de los rencores. Más no es políticamente correcto, irse echando pestes de la casa que le dio tanto sin sudar una gota de sudor.
Sin embargo, no le faltarían motivos para irse con rencor, cuando dice que durante dos años buscó infructuosamente a Ricardo Anaya para, hay que decirlo, apoyara su promoción hacia la candidatura azul a la Presidencia de la República.
Pero nada.
Ricardo Anaya también la quiere, trabaja desde la dirección del partido para construir un proyecto electoral con posibilidades de triunfo aun cuando, hasta ahora, no es el preferido en las encuestas internas ni en las de intención de voto de la calle.
Pero, eso que importa, cuando ha convenido con los dirigentes del alicaído PRD y regionalizado MC, la constitución de un frente electoral “ciudadano” destinado a competir con AMLO aprovechando la caída del PRI, y que lo llevaría como su candidato presidencial.
En su lógica, no trabaja para el partido, o mejor dicho trabaja para el partido pero a través suyo, y no importa que rompa con su legalidad y los buenos usos y costumbres que dejó el PAN doctrinario en algún muro con letras de oro.
Así, quédese quien quiera quedarse, pero sin mi aspiración, mi trabajo, mi proyecto.
Margarita, se va porque tiene la misma aspiración, y quiere personificar el trabajo y el proyecto de la coalición en ciernes.
Pero, Alejandra y Dante, han dicho no a Margarita, y en entrelíneas solo aceptan que sea Ricardo Anaya, las razones poco importan, ¡Calderón al diablo!
Sí, porque Margarita encarna a Calderón, es su representación como lo muestran los memes más agudos, un proyecto de pareja como el que alguna vez acariciaron tiernamente Fox y Marthita Sahagún.
Una suerte de monarquía a la mexicana con sus herencias y blasones.
Aquel sueño, armado en la alcoba matrimonial, donde lo conversaron entre sábanas de seda como si fuera el arreglo de su casa, la compra de un coche o la escuela para los hijos.
Pero, algo les falló en medio de todo el inmenso poder que todavía tiene el Presidente, aquel que se pierde dejando la residencia de Los Pinos, es que pierde el poder y aun con sus privilegios es ahora un simple ciudadano, pierde su fuste político y en su partido clama la muchedumbre casi al unísono: ¡Muerto el Rey, viva el Rey!
Así que la ocurrencia de Vicente producto del Prozac y luego la valentonada de Felipe luego de un par de tequilas, de hacer de su consorte una candidata y luego la primera Presidenta de México, termina siendo una soberana vacilada como lo reflejan puntualmente los innumerables memes burlescos, ofensivos, impiadosos.
No obstante, no basta, Margarita da un paso hacia adelante, estaré en la papeleta presidencial, dice ante el desconcierto de quienes forman su equipo y que seguramente se empezara a desplumar en la aventura por lograr el registro como candidata sin partido.
Si esta difícil ganar teniendo un partido, las posibilidades del independiente se reducen sensiblemente, porque la marca además en este caso está sustituida por un apellido, que en este caso no es Zavala es Calderón.
Una marca política que a muchos mexicanos les recuerda atropellos, guerras, prepotencia, pobreza pero sobre todo decenas de miles de muertes de personas que todavía deberían estar entre nosotros.
Y eso habrá de perseguirla en caso de ver realizada su candidatura con toda la audacia de sus detractores, como fue el caso de aquel joven que en la FIL de Guadalajara de 2016, se tomó una selfie con el cartel que rezaba con indignación: "Su esposo le arrebató la vida a mi padre, ¿Usted quiere arrebatármela a mí?".
Me preguntó podrá Margarita soportar, cuándo las víctimas del gobierno de su marido, la asalten con reclamos como le sucede al mismo Felipe que no se escapa ni de poder comer serenamente en un lugar público.
No, la de Margarita, no es una candidatura más, será si se mantiene y logra obtener las más de 1 millón 600 mil firmas de apoyo, una candidatura impostada con una sombra indeleble que terminara lastimada, si no es que ya la lastimó.
Porque no se trata solo de las diferencias que pueda haber con los otros candidatos, que dicho de paso no existen, bien dicen algunos analistas que no tiene una agenda mínima de gobierno, y si no hay diferencia lo que la gente verá, como ve en otros, solo la ambición del poder por el poder.
Entonces, Margarita se encuentra en un escenario enrarecido, poco estimulante, y solo la tozudez de su marido, y digo su marido porque ella no ha roto, ni romperá, con Felipe, como si lo hizo Claudia Sheinbaum con el incómodo Carlos Imaz.
Es una mujer que doctrinariamente, es conservadora, y en el conservadurismo la pareja es un valor en sí mismo.
Si quiere ser candidata y tener una remota posibilidad de alcanzar la Presidencia de la República, bien haría empezar por pactar con Felipe que al menos durante el proceso electoral se vaya a Dublín, como lo hizo Carlos Salinas, cuando traía detrás las tragedias que había dejado su gobierno, ahí como se sabe hay buena cerveza y mejor whiskey single-malt aunque pésima la botana.
De lo contrario el pronóstico es que si bien quitará votos al PAN, lo cierto es que no ganará pero, claro, podría saborear el dulce sabor de la venganza impidiendo el triunfo de Ricardo Anaya.
Y en este punto, si en política de lo que se trata es cobrar afrentas, solo podemos agregar un pobre México con esta clase de políticos convenencieros.
De ese tamaño y ardor de la lágrima de septiembre.
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