Una investigación científica descartó que la intervención del hombre haya sido la principal causa de desaparición del marsupial. Si bien la caza intensiva y la ocupación de su hábitat natural contribuyeron a su extinción, un fenómeno climático sería el máximo responsable. Una historia de conjeturas y misterios.
Ciudad de Mexico, 2 de octubre (Infobae/SinEmbargo).- El tigre de Tasmania sobrevive en la discusión científica. Enigmas, misterios, conjeturas resisten su extinción y lo mantienen inalterable en el clamor popular.
El último tigre de Tasmania, lobo marsupial o tilacino (Thylacinus cynocephalus) habría muerto en el zoológico de Hobart en 1936: se llamaba Benjamín. Hay quienes creen que aún quedan ejemplares en la isla que le dio su nombre. Siempre estuvo asociada su extinción a la desidia del hombre: la caza intensiva, la ocupación de sus hábitats naturales y los efectos de las especies invasoras (perros salvajes) eran las causas más valoradas por los expertos.
La disminución de la población del que fuera el marsupial carnívoro más grande del mundo bien fue promovida por el hombre. Entre 1830 y 1909 el mayor depredador terrestre del continente oceánico fue acusado de destruir el ganado de los campesinos: matarlos daba recompensa económica. Sin embargo, son hipótesis no conclusivas.
Una investigación científica encontró una nueva presunción sobre la regresión de esta icónica especie: el cambio climático,en general, y la corriente de "El Niño", en particular.
El estudio, publicado en la revista Journal of Biogreography, analizó 51 secuencias mitocondriales de ADN de diferentes ejemplares de la especie. Los investigadores del Centro Australiano de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida (ACAD) presumían que su teórica aniquilación debía estar ligada a eventos ajenos a la acción directa del hombre.
Rastrearon la genética de los huesos de las poblaciones de los últimos 30 mil años y encontraron que el cambio climático provocado por "El Niño"-Oscilación del Sur (ENSO, por las siglas en inglés) contribuyó a la desaparición del tigre de Tasmania.
La nueva hipótesis asegura que el comienzo del fin para el singular animal comenzó hace cuatro milenios, cuando el fenómeno climático que produce severas alteraciones en los ecosistemas del mundo -seca las zonas húmedas del Pacífico occidental e inunda los países secos- afectó su hábitat natural.
El registro fósil asoció los períodos de sequía de la Australia meridional -donde vivía para ese entonces la población más importante del marsupial- con el rápido retroceso de la especie.
"El ADN antiguo analizado en este estudio nos dice que la extinción del tilacino en el continente australiano fue rápida y no se debió a factores intrínsecos como la endogamia o la pérdida de la diversidad genética", expresó la autora Lauren White en un comunicado emitido por la Universidad de Adelaida.
La investigación sugiere que el tigre de Tasmania fue herido de muerte hace 3 mil 500 años por efecto del cambio climático -no el inducido por la actividad negligente del hombre- aplicado por la corriente de "El Niño". Las largas sequías redujeron de manera drástica la cantidad de ejemplares y afectaron la diversidad genética de la especie.
Según los autores del reporte científico, una población más modesta sobrevivió a las modificaciones climáticas hasta principios del siglo XX en la isla homónima porque Tasmania tiene un clima más cálido y seco debido a mayor registro de precipitaciones. Lo que queda del mitológico animal son más de cuatro mil denuncias de avistamiento en el continente oceánico, recompensas millonarias por la captura de un ejemplar vivo y una historia de enigma, misterio y esperanza.