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Ernesto Hernández Norzagaray

29/09/2017 - 12:00 am

El PRI y sus necesidades

Evidentemente, esta propuesta radical para el estilo priista, es una provocación al resto de partidos, busca crear una cortina de humo y de protección al Presidente cuando busca desviar la atención hacia sus adversarios políticos.

"El mensaje de fondo que el PRI envía es un salvavidas al Presidente Peña Nieto, este ha sido incapaz de hacer una propuesta de emergencia como lo establece la Constitución y lo exigen líderes políticos y legisladores...". Foto: Saúl López, Cuartoscuro

Suena bien la triple propuesta del PRI ante el tema de los damnificados por los sismos y financiamiento público de los partidos: Que renuncien al financiamiento todos los partidos por el resto de año pues eso significaría un ahorro de alrededor de mil millones de pesos; que se cancele el financiamiento público a partidos políticos en 2018 ya que esto significaría un ahorro de 6 mil 800 millones de pesos y que se elimine la representación proporcional en el nivel federal y estatal pues equivaldría a un ahorro de más de 11 mil 600 millones de pesos anuales.

Grosso modo, estaríamos hablando de un ahorro de aproximadamente 19 mil 400 millones de pesos destinados hoy al sistema de partidos que podrían resolver muchos problemas que han provocado los sismos del pasado 7 y 19 de septiembre.

Evidentemente, esta propuesta radical para el estilo priista, es una provocación al resto de partidos, busca crear una cortina de humo y de protección al Presidente cuando busca desviar la atención hacia sus adversarios políticos.

Que la gente en lugar de criticar al Presidente Peña Nieto critique a los líderes de los nueve partidos; que en lugar de ver un incapaz vea a nueve incapaces de atender los problemas; que en lugar de ver a un insolidario vea a nueve partidos dispuestos a conservar privilegios y, claro, en lugar de ver a líderes pichicatos vea a un PRI todo generoso bajo la máxima populista de Al pueblo, ¡lo que pida y mande!

Claro, el mensaje de fondo que el PRI envía es un salvavidas al Presidente Peña Nieto, este ha sido incapaz de hacer una propuesta de emergencia como lo establece la Constitución y lo exigen líderes políticos y legisladores, mientras es la sociedad la que toma en sus manos la iniciativa solidaria, como son las de los más humildes y la del Canelo Álvarez que dona un millón de dólares en especie o los 100 mil dólares de Salma Hayek y su recaudación en la Unión Americana, o el de las pequeñas, medianas y grandes empresas que se suman a esta gran colecta nacional.

Desde el gobierno no hay nada en materia fiscal para la gente. Sigue la disciplina en el gobierno como si no hubiera pasado lo que paso y pasó mucho. Millones de personas han perdido sus viviendas, decenas de miles de negocios han resultado afectados y subsecuentemente son cientos de miles de personas que pudieran perder sus empleos; la infraestructura de amplias regiones ha resultado dañada y son decenas de miles las escuelas y otros bienes públicos que han resultado colapsadas.

El discurso de Ochoa Reza, entonces, trata de aprovechar el sentimiento que ha estallado desde la desesperación en contra de los partidos y su financiamiento desmedido. Busca bajar la tensión contra la figura del Presidente que es masacrado con cientos de memes en las redes sociales y tomar la iniciativa política aunque sea momentáneamente, liderar, en esa lógica, las propuestas que mediáticamente sean más radicales, más eficaces como colchón de protección.

Ahora, la pelota se encuentra mediáticamente en el campo de los adversarios y obvio serán ellos incapaces de superar lo planteado por Enrique Ochoa Reza ante su entrevistador favorito: Ciro Gómez Leyva.

Ante la previsible incapacidad de superar el listón del ahorro, las propuestas se quedaran en el limbo, no le sirven a nadie, ni siquiera para negociar pues polariza, y eso complica más el asunto porque entorpece construir verdaderos acuerdos sean para lo inmediato o el mediano plazo, no se olvide que estamos en un sistema de partidos y son ellos lo que construyen la relación con los otros poderes, los que pactan acuerdos y reforman las leyes.

Y eso no ha cambiado, se encuentra vigente en medio de los humores públicos por lo tanto estas tensiones en lugar de ayudar terminan perjudicando la ayuda a los damnificados. La burbuja mediática, entonces, no tardará mucho en estallar y revelar la verdadera intención que hay detrás de ese inusual radicalismo tricolor.

Ochoa Reza critica la propuesta de Ricardo Anaya sobre el cambio en el esquema de financiamiento de partidos. Dice correctamente que es tramposa porque un cambio hoy en la legislación tendría efectos prácticos hasta el 2021 y lo mismo vale para su propuesta de cancelar en 2018 el financiamiento público y la eliminación de la representación plurinominal, no tiene futuro, la rechazaran todos los partidos incluidos muchos militantes y aliados del PRI que viven de la política.

Entonces, estamos ante una estrategia distractora, no ante una estrategia que busca tender puentes para contribuir a la atención de un problema del tamaño que han generado los sismos, y eso es una canallada, ante un gobierno federal que manifiestamente es incapaz de atender el problema financiero que tiene encima y que está secundado por gobiernos estatales, que no solo son incapaces sino llegan a obstaculizar la labor generosa de millones de mexicanos que, por distintos medios, buscan hacer llegar su contribución a los lugares que se necesita para encontrarse con frenos infames como sucede en Morelos.

La emergencia nacional debería obligar a los políticos a presentar propuestas razonables no las inviables desde el punto de vista de una negociación. ¿Quién querría negociar un balazo en la cabeza? Ni siquiera un suicida. La salida nos guste o no sigue estando en la cancha de los partidos, son ellos dentro o fuera de los gobiernos, los que definen el horizonte y claro, la sociedad civil la que estaría ejerciendo presión sobre ellos para que no haya parálisis en el gobierno y menos que terminen imponiéndose las mezquindades políticas frente al drama humanitario por el que pasa la nación.
Y, claro, debe revisarse el modelo del financiamiento a los partidos como también el sistema mixto de representación y la opacidad evidente en su manejo de los dineros públicos.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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