Una medalla de oro. Eso es todo. Y en la disciplina que nadie esperaba: el futbol. Si no hubiera sido por esa medalla inesperada, México habría enfrentado el fracaso casi total: 3 medallas de plata y tres de bronce en los Juegos Olímpicos de
Londres 2012.
Ayer Sábado 11 de agosto a lo largo y ancho del país, las calles gritaron de júbilo, por la presea de dorada ganada por el equipo de futbol mexicano, un hecho nunca antes visto en una justa olímpica.
Sin embargo, los 105 atletas que México envió a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 traerán a casa sólo 7 medallas. Seamos honestos y reflexionemos si, en nuestro subconsciente colectivo socioeconómico, cultural y de autoestima realmente confiábamos en que lo haríamos mejor. Y, sí, conjuguemos el verbo en plural porque poco o nada hemos hecho para que, desde el pilar más elemental que es la educación básica (pública o privada), nuestros niños y niñas aprendan a desarrollar las habilidades físicas y el espíritu de triunfador, sin que el término suene trillado. Se enseña muy poco y se exige aún menos.
¿Más allá del deporte, qué podemos esperar, en general, de nuestros jóvenes si un alumno de secundaria pública tiene en cada materia garantizado un 7 de calificación tan sólo por el hecho de cumplir con los requisitos de traer su nombre escrito en cada una de las páginas de sus cuadernos, además de enumerarlas y contar con la firma de su tutor en cada apunte y tarea? ¿Dónde quedó el principio esencial de inculcar el sentido de la responsabilidad y la iniciativa? Este maquiavélico entrenamiento –sea premeditado o producto de la incompetencia docente- va encaminado a que la gente, desde muy temprana edad, aprenda a dejar de pensar, de analizar, de cuestionar por sí misma, a no tener metas, a irse por la vía fácil y del poco esfuerzo. Este es el principal motor de nuestro fracaso en todos los ámbitos.
En México existe una apatía hacia la práctica del deporte que encuentra uno de sus orígenes en los mediocres programas de educación física impartidos en las escuelas públicas y privadas. Pareciera como si ni los mismos profesores se tomaran en serio. En muy pocas instituciones académicas hay una enseñanza propiamente dicha de la teoría, de la práctica y de las técnicas para aprender los géneros deportivos. Mucho menos hablemos de las instalaciones. Algunas son, incluso, inseguras. “Matamos” el tiempo valioso de una clase jugando una “cascarita” en lugar de infundir en los chicos conocimiento, conciencia, entrenamiento, seguridad, entusiasmo, deseos de superarse a sí mismos. Si estas son las bases, poco podemos esperar para que, al llegar a la edad adulta, esos niños y jóvenes entiendan por qué es importante saber jugar, ejercitar el cuerpo y qué efectos tiene sobre su salud. Mucho menos tener la expectativa de contar con triunfadores olímpicos.
¿Cuál sería, entonces, el cuestionamiento más indicado a plantearse ante el resultado obtenido en Londres?: ¿Por qué ganamos tan poco? O, ¿cómo es que sí logramos conseguir preseas olímpicas? ¿Conocemos, en verdad, el origen de los atletas que nos representaron?
La edad promedio de los deportistas varió mucho. Lo más adecuado es ubicarlos por rangos. Atletas en el intervalo de edad de 15 a 19 años, hubo 11; de los 20 a los 25, 55; de 26 a 30 años, 24; de 31 a 35, 11; de 37, 1; de 44, 1; de 47, 1, y de 52, 1. Estos últimos representando a los géneros deportivos de élite como equitación y vela, sin que su participación haya dejado huella.
Y no es que la edad sea motivo de discriminación, sino la falta de sentido común, de visión y de objetivos. El mismo Michael Phelps, principal triunfador de estos Juegos Olímpicos, ha manifestado: "Siempre he dicho que no quiero seguir nadando después de que cumpla 30 años. Jamás querré convertirme en esa persona de la cual la gente opine “¡Dios, él ya tiene tal o cual edad y aún continúa compitiendo!” o, “ Ya ha estado en esto por demasiado tiempo”. Así que, una vez que haya sido capaz de alcanzar mis metas, lo único que me va a importar es recapitular mi carrera y decir: He sido exitoso. Eso es lo más importante para mi”.
¡Vaya coincidencia! Cabe señalar la edad de los ganadores mexicanos de las medallas: una de 15 años, dos de 18, uno de 20 y 2 de 26. Justo el intermedio que va desde el inicio próspero de una carrera atlética al acercamiento de la culminación del periodo de mayores logros.
Interesante resulta también analizar si la trayectoria académica y profesional de estos atletas tiene algo que ver con el hecho de haber sido elegidos para representarnos en las olimpiadas. De acuerdo a un sondeo realizado por Universia México, aproximadamente el 25% de los deportistas que participaron en los Juegos Olímpicos de Londres aún se encuentran realizando sus estudios universitarios, lo cual implica que, además de someterse a una ardua preparación física, se supone estén comprometidos con el cumplimiento de sus responsabilidades académicas. En otros casos, algunos participantes son destacados egresados. Entre las instituciones representadas se encuentran el CETYS Universidad (Campus Mexicali), el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM – Campus Ciudad de México), la Universidad Anáhuac del Sur, la Universidad de Guadalajara, el Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), la Universidad Anáhuac Mayab, la Universidad del Valle de México (UVM), la Universidad Anáhuac del Norte, la Universidad Autónoma de Sinaloa y la Universidad Anáhuac Querétaro.
Es decir, casi el 100% son entidades de educación privada a las que acuden jóvenes con un nivel de vida, de nutrición y de bienestar por encima de la media, cada vez menos media, de la sociedad mexicana. Un caso concreto es el de la medallista olímpica de plata Paola Espinoza, quien a sus 26 años estudia la licenciatura en Comunicación en la Universidad Anáhuac del Sur. Pero también está la ganadora de bronce Mariana Avitia, de 18 años, la cual cursa la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma de Nuevo León. ¡Enhorabuena por ellas y gracias a sus padres por los esfuerzos realizados!
Por otra parte, conviene cotejar nuestra situación con la de otros países del mismo continente, exceptuando a Canadá y a Estados Unidos. En el orden jerárquico de su posición en el ranking mundial, Jamaica, Cuba y Brasil y Colombia se encuentran por encima de México. Le siguen Argetina, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Bahamas, Venezuela, Granada, Puerto Rico y Guatemala. No podría hablarse de un común denominador en el abordaje de los temas deportivos. En algunos, el deporte es prioridad nacional y existe el apoyo gubernamental. En otros, hay empresarios patrocinando y, en otros, ninguno de los dos recursos. Lo cierto es que, en todos estos países, los atletas, desde diversas perspectivas, buscan mejorar sus condiciones de desarrollo. Cada nación requiere un planteamiento particular.
Sin ser pesimistas, seguimos sosteniendo que los resultados en éstas y las pasadas justas olímpicas son pobres, sin dejar de reconocer el trabajo de cada uno de los atletas cuyas historias, en su mayoría, nos cuentan lo difícil que ha sido para ellos obtener el triunfo por esfuerzo propio.
México está muy por debajo de consolidarse como una fábrica de talento deportivo, seguimos con las viejas prácticas de nepotismo, desinterés y corrupción; las cifras no mienten (Ver recuadro "Preseas ganadas por México en la historia olímpica"). Nuestra máxima de medallas se obtuvo en los Juegos Olímpicos de México (1968) al ganar un total de 9 , y las 7 que se obtuvieron en Londres 2012 sólo superaron por una, las seis de Los Ángeles (1984) y las 6 de Sidney (2000). En Barcelona (1992) y Atlanta (1996) se obtuvieron 2 medallas, una en cada olimpiada y en Pekín (2008) solo 3.
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DA CLICK EN LA SIGUIENTE IMAGEN PARA VER EL RECUADRO:
PRESEAS GANADAS POR MÉXICO EN LA HISTORIA OLÍMPICA
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LO ANTIDEPORTIVO
México necesita un planteamiento particular a fondo. Una reestructuración de política pública y acción ciudadana que contemple la designación de un presupuesto decente que se ejerza para mejorar las instalaciones deportivas de colegios y deportivos públicos, para la contratación de profesores acreditados y comprometidos. Es imperante la impartición de una materia sobre nutrición y salud (tanto física, como emocional) y, si se pudiera, también valdría la pena ofrecer un servicio gratuito, o de muy bajo costo, de alimentación en las escuelas, que cubra las necesidades nutricionales básicas para que nuestra niñez y juventud estén en condiciones de estudiar y hacer deporte.
Lastimoso es, y vergonzoso, pero recordemos cuando, en el 2006 y 2008, trabajadores de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y deportistas mexicanos denunciaban a las administraciones de Nelson Vargas y Carlos Hermosillo por el uso indebido de recursos del presupuesto en gastos personales, por omitir llevar a cabo licitaciones públicas en adquisiciones, arrendamientos y servicios y por ejercer el nepotismo en la contratación de sus familiares cercanos para puestos administrativos dentro de ese organismo. Peor aún, han sido los señalamientos en torno a que, en el Centro Nacional de Desarrollo Deportivo y Alto Rendimiento (CNAR), ha habido niñas menores de edad que han salido embarazadas por falta de atención, políticas y reglamentos, y que han sido corridas e intimidadas para que no lo denuncien públicamente, cosa infame y problema para sus familias y la comunidad deportiva del país.
¿En qué han quedado las denuncias por consumo de pastelitos hechos con mariguana dentro de las instalaciones del mismo CNAR? O, vayamos a fechas más recientes, cuando funcionarios de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, en pleno horario laboral, asistieron a un acto proselitista del entonces candidato a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. Se trata del medallista olímpico Carlos Mercenario, exdirector del Instituto Mexiquense de Cultura Física y Deporte (Imcufide) y actual enlace técnico entre los atletas y la Conade, quien asistió incluso con una camisa blanca que tenía bordado los colores del PRI y el nombre del candidato; y de Eunice Romero, exfisiatra de Ana Guevara y hoy a cargo de labores logísticas dentro de ese mismo organismo.
No caigamos, entonces, en el lugar común de justificar los resultados de los Juegos Olímpicos recurriendo a la “poco conveniente genética del mexicano” para el desempeño atlético. Esas son patrañas. Y aquí vale la pena resaltar otra de las aportaciones de la filosofía deportiva del joven triunfador Michael Phelps: "The solution lies within us" (“La solución está en nosotros”). Tomemos acciones e impulsemos las transformaciones sanas para el país y nuestra gente, incluyendo a los deportistas. Dejemos a un lado la decepción o el descontento por las escasas preseas olímpicas obtenidas en Londres.Apoyemos en lo adelante y démosle una cálida bienvenida a casa a la Selección Mexicana de futbol, encabezado por Oribe “El Cepillo” Peralta, que nos trae la medalla de oro; a los medallistas de plata Alejandra Orozco, Paola Espinosa, Iván García, Germán Sánchez y Aída Román, así como a las tres medallistas de bronce Mariana Avitia, María del Rosario Espinoza y Laura Sánchez, pues triunfaron y, con ellos, también nosotros… a pesar de todo.