La sumisión de Enrique Peña Nieto ante Donald Trump podría considerarse una grave afrenta para los mexicanos, un motivo suficiente para el fin de su sexenio.
Leer la transcripción de la conversación entre ambos presidente nos deja claro dos cosas: la primera, que el que manda y sigue mandando en esa relación es Trump y dos, que Peña Nieto le tiene miedo y ha decidido obedecer como un manso cordero, sus ordenes.
Para empezar, la conversación desvela que Peña Nieto propone buscar soluciones “creativas” para la construcción del muro. Es decir, por una parte, el Ejecutivo informa lo que quiere a los ciudadanos y por otra, sigue las instrucciones precisas de Donald Trump para llevar a buen término un proyecto que a todas luces es absolutamente improcedente.
Entre las soluciones creativas que planean, está la afectación directa de los intereses de los mexicanos, por ejemplo, poner aranceles en la frontera bajo el argumento de que Estados Unidos tiene un déficit comercial con México de 60 mil millones de dólares. Se trata de que los productos mexicanos que entre a USA estén gravados por una tasa del 10, 15 o 35 por ciento para algunos productos.
Peña Nieto se limito a decirle a Trump: “sí, señor Presidente, entiendo” a los proyectos de Trump, incluido la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual queda en muy mala situación para los mexicanos.
Para convencerlo sobre la construcción del muro, Peña Nieto se limita a hablar de un “muro virtual” basado en el desarrollo económico de ambos países, algo que disminuirá la migración.
Una mentira, claro, porque la economía de los mexicanos va de mal en peor. La pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores se sitúa en más del 80 por ciento y el aumento acelerado del número de pobres llega casi a los 60 millones de personas.
No puede haber “muro virtual” basado en el bienestar económico porque sencillamente no existe. El abismo que separa a ricos y pobres es cada vez más profundo. La economía de México está basada en un sistema de explotación a la clase trabajadora y así no se puede.
Pero Trump aprovecha y le vomita su discurso fascista y racista: “No queremos personas cruzando la frontera, por eso que tenemos un muro, porque no queremos gente que cruce la frontera. No queremos que crucen. Ya tenemos suficientes personas cruzando, queremos pararlo en seco”, le escupe el presidente norteamericano.
La conversación entre Trump y Peña Nieto parece la de una pareja malavenida. Está llena de los reproches del presidente norteamericano, quien le recrimina constantemente cualquier tema. Sobre los capos del narcotráfico le dice que el Ejército mexicano no hace bien su trabajo y por eso quiere ayudar con sus propios policías porque no han hecho lo suficiente y el tráfico de drogas esta fuera de control: “Tienes unos hombres muy rudos en México con los que tal vez necesites ayuda, y estamos dispuestos a ayudarte con eso a lo grande. Pero los tienes que derrocar y no has hecho un buen trabajo derrocándolos… Están matando a tus ciudadanos en todas partes, están disparando en la cabeza a tus oficiales de policía y están asesinando a tus niños. Y nosotros los derribaremos”.
Trump vuelve a su tema central cada vez que puede. Le advierte por enésima vez que México y los mexicanos pagaremos por su idea del infame muro y lo amenaza: "Si vas a decir que México no pagará por el muro, entonces ya no querré reunirme con ustedes porque no podré vivir con eso”.
Y vuelve a la carga, esta vez advirtiéndole a Peña Nieto lo que debe y no debe decir de este asunto: “[…] ya no puedes decir que los Estados Unidos pagarán por el muro. Sólo voy a decir que lo estamos resolviendo”.
Después de un soliloquio por parte de Trump donde destroza la relación bilateral de respeto e igualdad que debería existir entre México y Estados Unidos, Peña Nieto, solo contesta: “En términos de seguridad, Sr. Presidente, está claro que el crimen organizado es nuestro enemigo tanto como es el enemigo de su gobierno”.
Peña Nieto le dice: “Sr. Presidente, dejemos de hablar sobre el muro”, porque afirma que no esta dispuesto a pagarlo. Pero Trump revira y le exige: “no puedes decirle eso a la prensa. La prensa va a irse sobre eso y no puedo vivir con ello. No puedes decirle eso a la prensa porque no puedo negociar bajo esas circunstancias”.
Cualquiera contestaría que esa pretensión es inaceptable, pero Peña Nieto le contesta: “Lo comprendo bien, Sr. Presidente. Entiendo este punto crítico y entiendo la crítica posición política que esto constituye para su país y para usted, Sr. Presidente. Encontremos una manera creativa de superar este obstáculo”.
Es evidente que Peña Nieto no está defendiendo los intereses de los mexicanos tal y como lo manda la Constitución. Donald Trump quedó tan satisfecho después de su charla que le dice: “Quiero que seas tan popular que tu pueblo solicite una enmienda constitucional en México para que puedas reelegirte por otros seis años”.
No por favor, este señor Donald es doblemente nuestro enemigo por desearnos lo peor. ¿Reelegir a Peña Nieto? Eso sería la ruina para México. Es evidente que el presidente norteamericano odia a los mexicanos con este tipo de malos deseos.
Contrario a eso, Peña Nieto tiene todo lo necesario para ser juzgado por traición a la patria. Si ya privatizó casi todo con sus infames reformas, si ya vendió Pemex, si ya destruyó la educación pública, la sanidad social; si ya despojó a los trabajadores de sus derechos con las reformas laborales, si está entregando nuestros recursos naturales a las multinacionales; si ya permitió la corrupción generalizada de los gobernadores, si durante su gobierno ha habido cien mil muertos, si los carteles se han fortalecido, si el país es un caos y encima si ya nos demostró su actitud entreguista hacia Estados Unidos…. ¿qué más queremos para juzgarlo por haber traicionado a la patria?
Peña Nieto ha hecho todo lo necesario para ser imputable. Se ha declarado enemigo de los mexicanos. Y para ello, el articulo 123 del Código Penal Federal señala que quien “realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la Nación Mexicana”, se le puede imponer una pena de hasta 40 años e cárcel por haber cometido el delito de traición a la patria.
Mexicanos, hay que rescatar nuestra dignidad, nuestro amor propio, nuestra lealtad a la patria, despidiendo de su puesto y sometiendo a juicio a Enrique Peña Nieto… ¡Ya es hora!
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