A inicios de año, miles de personas provenientes de Haití y algunos lugares de África se afincaron en Tijuana y Mexicali, en la frontera de México con Estados Unidos. Investigadores del Colegio de la Frontera Norte salieron a las calles a platicar con ellos y obtener las historias detrás de la migración.
Por Ana Luisa Guerrero, Agencia Conacyt
Ciudad de México, 6 de agosto (SinEmbargo/AgenciaConacyt).– La solicitud de asilo político y humanitario a Estados Unidos es la única esperanza que vislumbran miles de haitianos para dar una nueva dirección a su vida. Desde mayo, numerosos contingentes de migrantes se han apostado en las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali, en Baja California, para iniciar el trámite del Estatus de Protección Temporal (para Haití) que el gobierno norteamericano instauró en 2010 y que a pesar de que concluyó en septiembre pasado, todavía sigue aceptando solicitudes.
Al hacer el intento por ingresar legalmente a esa nación, están dejando imágenes atípicas en estas ciudades fronterizas en las que la migración es un fenómeno cotidiano. Y es que, en meses recientes, es común ver personas de piel oscura deambulando por las calles a la espera de su cita con la patrulla fronteriza norteamericana.
En la garita fronteriza de San Ysidro, que conecta las ciudades de Tijuana y San Diego, a diario se observaban filas casi interminables de haitianos, incluso africanos, deseosos de ser entrevistados para presentar su caso, con el anhelo de conseguir el asilo.
Algunos de ellos, en ocasiones familias enteras, se han instalado en hoteles o casas habitación, otros han pedido socorro en los 14 albergues habilitados en Tijuana, mientras que algunos se apuestan en las aceras. Cada uno tiene una historia particular de sufrimiento y adversidad que debe ser contada.
Interesados en documentar esta migración inusual en la ciudad, investigadores de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) han emprendido el proyecto Archivo Oral de Migración que tiene el propósito de reunir el testimonio de personas en tránsito, deportados, voluntarios y representantes de instituciones y organizaciones de la sociedad civil inmersos en el fenómeno migratorio. En su primera fase (de septiembre a diciembre de 2016), reunió testimonios de personas relacionadas con la migración de haitianos y población de origen africano.
LA META: SALIR DE HAITÍ
A sus 27 años de edad, Rubén ha experimentado la incertidumbre que trae consigo la migración. Salió de Haití en busca de mejores condiciones de vida. Su travesía tuvo como primer destino República Dominicana, donde aprendió español; siguió por Panamá, Ecuador y Perú para llegar a Brasil (su destino por tres años) donde trabajó en la cocina de un restaurante y puliendo automóviles. Su intención es ingresar a Estados Unidos, porque en Nueva Jersey tiene un primo que lo espera. Ahí pretende trabajar y estudiar, porque en su país dejó a su padre e hija y desea ofrecerles una mejor vida.
Haití ha resentido los drásticos efectos de la vulnerabilidad ante fenómenos de la naturaleza. El 12 de enero de 2010, un terremoto de 7.3 en la escala de Richter devastó la isla, dejando más de 316 mil muertos, 350 heridos y más de 1.5 millones de personas sin hogar, según datos que ofreció el primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive, un año después del siniestro.
En septiembre pasado, el huracán Matthew, catalogado como el más fuerte que ha afectado el Caribe desde 2007, extendió una estela de devastación contabilizándose más de mil víctimas mortales, dos millones de personas damnificadas y una gran destrucción material en viviendas y edificios oficiales, sobre todo en las zonas más pobres del país, con un daño superior a los 12 mil millones de dólares.
Durante los tres días de intensas lluvias a causa del huracán, se destruyó 100 por ciento de los cultivos agrícolas, según el Programa Mundial de Alimentos. En tanto que fue catalogado en situación de crisis fase 3, es decir, en un contexto de inseguridad alimentaria aguda, de acuerdo con la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna, debido a que la agricultura en esa nación es básicamente de subsistencia, lo que significa que si no producen, no comen.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que actualmente Haití vive su peor crisis alimentaria desde 2001, mientras que a la fecha alrededor de 59 mil personas siguen viviendo en campos de desplazados.
Esta “situación apocalíptica”, como la describió el presidente interino, Jocelerme Privert, desató la salida masiva de haitianos de su país en busca del asilo norteamericano. Han llegado a México, porque es la única frontera que conocen para ingresar a la tierra que les podría ofrecer un futuro prometedor.
MIGRACIÓN INUSUAL
El arribo de haitianos y africanos a territorio nacional tuvo un incremento exponencial en 2016. El Instituto Nacional de Migración (INM) reportó que del 1 de enero al 4 de octubre se otorgaron 14 mil 471 oficios de salida a extranjeros provenientes de Haití, República del Congo, Ghana, Guinea, Etiopía, Bangladesh, Eritrea, Somalia, Sudán y Nigeria, entre otras naciones. Según la dependencia, al 4 de octubre se encontraban tres mil 521 extranjeros en Tijuana y Mexicali a la espera de ser recibidos por el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. En tanto, organizaciones civiles y religiosas que les ofrecen asilo estimaron que a finales del año habría más de 40 mil migrantes.
El flujo de entrada y salida de estas comunidades ha sido constante. Las autoridades migratorias mexicanas expiden oficios que les permiten regularizar su situación migratoria o abandonar el país en un periodo de 20 días.
Para Simón, el plazo se vence en un día. Llegó a Tijuana con su esposa y sus dos hijas, de tres y cuatro años, quienes pasan la noche en el Desayunador Padre Chava, uno de los albergues que la congregación de los Salesianos instaló en la ciudad. Él, por su parte, pernocta en la casa de un pastor, y a diario acude al desayunador para estar con sus niñas. En Haití era profesor de educación física; migró a Brasil —como miles de haitianos previo a la realización del Mundial al requerirse fuerza de trabajo— cuando su sueldo y la situación de su país le impidieron “vivir bien”. En Curitiba trabajó como auxiliar de producto en una empresa que hacía amendoins (cacahuates) y luego ascendió como operador de maquila, permitiéndole llevar consigo a su familia.
Tras la crisis económica y política en el país carioca, perdió su trabajo y decidió solicitar asilo en Estados Unidos, como lo hacían muchos de sus connacionales. Su travesía al norte fue azarosa y costosa, sorteó peligros al cruzar fronteras de forma ilegal y, por si fuera poco, perdió los documentos que certifican su nacionalidad “en el agua”, cuando cruzaba de Costa Rica a Nicaragua. La incertidumbre con la que ha vivido durante este tiempo se recrudece esperando la fecha para su cita con la autoridad norteamericana, teniendo solo un día de permanencia legal en México.
DOCUMENTAR HISTORIAS
El proyecto Archivo Oral de Migración arrancó en el segundo semestre de 2016 para “hacer la historia contándola”, recogiendo el testimonio de migrantes, voluntarios y miembros de organizaciones civiles que los apoyan en su tránsito por México.
A iniciativa de los doctores Tonatiuh Guillén López y Araceli Almaraz Alvarado, director general y directora de Docencia de El Colef, respectivamente, fue que comenzaron a recoger estas historias en las que se plasma el recorrido de los migrantes para llegar a Tijuana, las emociones que los embargan a su arribo y sus deseos de ser acogidos por el Estatus de Protección Temporal de Estados Unidos. Adicionalmente, se recupera el testimonio de los activistas y voluntarios que colaboran en los albergues para conocer la labor que realizan.
Sin embargo, no solo se trata de recoger historias y consolidar la institución como un referente en investigación sobre migración, sino que los contenidos están siendo divulgados y albergados en una plataforma en línea para consulta de investigadores, estudiantes y todos los interesados en temas migratorios.
A la fecha suman 17 testimonios recabados por el equipo que ejecuta el proyecto, integrado por 13 estudiantes de posgrado. La maestra Georgina Guerra, directora de Difusión de El Colef, es la directora logística del Archivo Oral de Migración; mientras que los licenciados Ricardo Franco Zamora y Alfonso Caraveo Castro, en su calidad de responsables de atención a medios de comunicación y de fotografías en la institución, dan difusión a los avances del proyecto.
Asimismo, varios de los testimonios ya han sido difundidos a través de la plataforma de divulgación del Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
En entrevista, la doctora Almaraz explica que la metodología de acercamiento con estas comunidades se realiza en los albergues e involucra actividades de voluntariado, las cuales son aprobadas y coordinadas con los responsables de los centros. Mientras que el trabajo de documentación se rige bajo la premisa de no alterar el orden de los lugares ni las conversaciones que de forma natural se tienen, así como respetar la confidencialidad y apertura que cada uno de los migrantes tenga para colaborar en el proyecto.
En todo momento se respeta el sentido de los testimonios, los cuales son revisados y autorizados para ser difundidos en el Archivo Oral de Migración.
PROYECTO DE RETOS
¿Cómo lograr los testimonios cuando los migrantes han padecido extenuantes trayectos, enfrentado adversidades y sus sentimientos se asemejan a una olla de presión? El grupo de trabajo ha sido paciente y empático con la situación.
En el arranque del proceso se enfrentaron a un primer gran reto: el idioma. La población proveniente de Haití habla francés, portugués o criollo haitiano, entonces debieron buscar personas que hablasen esos idiomas para lo cual recurrieron a estudiantes de los programas de posgrado, teniendo muy buena respuesta.
La doctora Araceli Almaraz narra que la primera aproximación fue con el Desayunador del Padre Chava, que les permitió acercarse a la comunidad migrante; no obstante, el momento en que arribaron el ánimo y ambiente no era el adecuado; “había mucha gente, todo era caótico, mujeres con niños en brazos esperaban pasar a las duchas, otros migrantes estaban escogiendo ropa que se les daría. Estaban muy nerviosos esperando su pase para cruzar y no era la oportunidad para entrevistarlos”.
De acuerdo con quien cariñosamente se le conoce como Madre Margarita, directora de este centro de apoyo salesiano, con la llegada de migrantes haitianos y africanos se vieron “completamente rebasados” para ofrecer sus servicios, debido a que su capacidad es para 100 personas y en estos días atienden diariamente al menos 500, entre ellos niños menores de ocho años, mujeres embarazadas y jóvenes.
Este sitio ofrece cobijo y desayuno a migrantes que intentan cruzar la frontera con Estados Unidos, ropa, víveres, atención médica, servicio de peluquería, talleres de música y pláticas de rehabilitación, así como asistencia telefónica y préstamo de Internet para que establezcan contacto con familiares y amigos. Uno de los apoyos más importantes que brinda es asesoría para que acudan al INM.
Fue entonces que decidieron adaptar el proyecto a las condiciones prevalecientes, por lo que poco a poco se construyó un plan de intervención y de voluntariado que resultó efectivo para acercarse a las historias de los migrantes.
“Pensamos que si no podíamos entrevistar, entonces debíamos apoyar hasta encontrar el momento adecuado para nuestro trabajo. Nos dividimos y preguntamos en qué podíamos ayudar, unos apoyaron recibiendo las donaciones, otros a separar la ropa y doblarla, unos más ayudaron en cocina, incluso auxiliamos en llamar a quien quisiera un corte de cabello, ofrecido por una comunidad religiosa de Estados Unidos que trajo personal para ello”, cuenta.
Durante tres semanas consecutivas apoyaron con estas acciones y entre las jornadas comenzaron a entrevistar y recoger testimonios.
Por la afluencia de migrantes en el Desayunador, la congregación religiosa habilitó el Campamento-Refugio de Atención a Migrantes San Juan Bosco, con mayor capacidad para atender a la población migrante y espacios dignos. En este sitio, los integrantes del proyecto continuaron sus labores de voluntariado a través de talleres de inglés, a fin de que los haitianos tuvieran mejor pronunciación para su entrevista con autoridades norteamericanas. Este taller fue solicitado por los propios migrantes a los miembros del Archivo Oral de Migración de El Colef.
“Ellos traían un listado de palabras para dar respuestas o insertarse de manera más rápida en Estados Unidos si es que les dan el asilo; nosotros manifestamos nuestra disposición y les pedimos su lista de palabras para enriquecerla”, explica.
El Campamento-Refugio es más propicio para atender a mujeres y familias, porque cuenta con salones y canchas para que los niños puedan jugar, lo que contribuye a que los padres estén más tranquilos al ver que sus hijos están bien.
Toda esta labor también desencadenó en que los miembros de El Colef contribuyeran a la publicación de Necesidades de los albergues en Tijuana, pues al entrevistar a otros voluntarios y encargados de albergues “nos manifestaban las necesidades que tenían (especialmente comida, materiales de limpieza y bolsas de basura, artículos para higiene personal y objetos propios para la población infantil) y de esta forma fuimos portavoces, lo que hizo más rica la participación y el trabajo en la comunidad”, añade. A la fecha se han publicado cuatro boletines, uno por mes, en el que se actualizan las necesidades por albergue y el total de población atendida.
En actividades de socialización, el Grupo de Archivo Oral de Migración de El Colef ha promovido la donación de cuadernos para dibujar y juguetes para niños, el quiebre de piñatas y la asistencia a la ópera.
SEGUIR CONTANDO HISTORIAS
El flujo migratorio de haitianos y africanos a lo largo de cinco meses no ha cesado, pues se dice que la autoridad norteamericana sigue entrevistando solo hasta 80 personas por día. Contemplando que seguirán arribando a la ciudad miles de personas, los investigadores de El Colef planean realizar una segunda fase de recuperación de entrevistas durante el primer semestre de 2017.
De acuerdo con la doctora Araceli Almaraz, se prevé que la información que han recuperado les permitirá escribir algunos artículos sobre las tendencias de la migración de haitianos hacia Estados Unidos, de los trayectos que recorren e incluso sobre la nueva realidad de la migración global. Al respecto, comenta que un experto en Migración Sur-Sur invitado por el Archivo Oral de Migración, el doctor Fernando Neira, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se refiere a los migrantes haitianos como los nuevos nómadas.
El Archivo Oral de Migración contempla mantener un proyecto informativo de las estadísticas de los migrantes haitianos, enfatizando en su perfil sociodemográfico y las rutas de viaje. También se ha considerado lanzar una convocatoria para montar una exposición fotográfica en los primeros meses de 2017.
Finalmente, se busca abrir un espacio de consulta global al alcance de todos aquellos investigadores de la migración que lo deseen. La idea es fomentar las comparaciones con otras comunidades de migrantes en el mundo.
El trabajo que pueda hacerse en torno a este fenómeno global no queda aquí, porque se estima que un número importante de estos migrantes no recibirá asilo y tampoco podrá regresar a su país de origen, lo que posibilita la intención de quedarse en México; y ello también podría ser objeto de estudio.