En Kemang, una zona del sur de Yakarta visitada por extranjeros occidentales, el bar ha estado poco concurrido durante el periodo religioso, que comenzó el 26 de mayo y finaliza este sábado en Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo.
Por Ricardo Pérez-Solero
Yakarta, 22 jun (EFE).- La franquicia estadounidense Hooters, polémica por los uniformes sugerentes que obligan a vestir a las camareras, ha sobrevivido a su primer ramadán en Yakarta con los ajustes legales y estéticos que requiere el mes de ayuno para los establecimientos en Indonesia.
En Kemang, una zona del sur de Yakarta visitada por extranjeros occidentales, el bar ha estado poco concurrido durante el periodo religioso, que comenzó el 26 de mayo y finaliza este sábado en Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo.
Desde hace más de una década las autoridades de la capital restringen la venta de alcohol durante el mes de ayuno, en parte como una medida para contener las redadas de grupos extremistas que intentan imponer a la fuerza sus valores y que se han intensificado en los últimos años.
Bajo el actual Gobierno, los restaurantes y bares no pueden servir alcohol durante la celebración musulmana, y discotecas, saunas y salones de masajes han de cerrar sus puertas, a excepción de los hoteles y las "zonas de entretenimiento especialmente designadas".
El resultado es que, en los restaurantes que siguen abiertos, biombos y telas impiden ver el interior durante las horas de sol que dura el ayuno y que en algunos bares las bebidas alcohólicas se sirven en vasos de plástico o tazas para disimular su contenido.
"Hay dieciocho lugares que han recibido sanciones (durante el Ramadán). Las sanciones son en forma de advertencia para la revocación de permisos", dijo a Efe el portavoz de la Policía de Yakarta, Prabowo Argo Yuwono, al comenzar la ultima semana de la celebración.
Hooters, como el resto de los bares y restaurantes, sigue este acuerdo tácito entre autoridades, grupos extremistas y empresarios para que el negocio continúe de manera menos evidente.
"Intentamos no vender alcohol a los indonesios pero todavía lo vendemos, en diferentes tazas, o vasos, camuflarlo un poco, es el estándar", dice a Efe Dwi, una camarera de la franquicia que prefirió utilizar un nombre ficticio.
Sin embargo, Dwi asegura que la imagen de Hooters ha atraído la atención del grupo islamista Frente de Defensores del Islam (FDI), uno de los más radicales del país, y de las autoridades.
"(Las autoridades) puede ser que vengan una vez a la semana solo para ver si Hooters rompe las reglas o no", indica la camarera.
En cuanto al FDI, que es uno de los grupos musulmanes con más seguidores, la camarera asegura que visitaron la oficina de la franquicia antes de que abriese a comienzos del año, pero el incidente se resolvió con "dinero".
Hooters celebró su preinauguración en marzo, entre la expectación que acompaña a la controvertida marca y la sorpresa de que se decidiese a abrir su primer restaurante en Yakarta, de mayoría musulmana, en lugar de abrir en la turística isla en Bali, de mayoría hindú.
Un mes después, Hooters Yakarta decidió cambiar de uniforme para la inauguración oficial y sustituir sus característicos pantalones muy cortos por faldas, en una maniobra para posicionarse como un "restaurante familiar".
La presión de los residentes del vecindario, que enviaron una carta para prohibir que las camareras se sacasen fotografías con el uniforme fuera del bar, contribuyó al cambio de imagen de la franquicia en la capital.
Una imagen polémica que Hooters Yakarta no ha logrado disipar.
"Si mencionas Hooters lo primero que piensan es 'pechos', los gestores indonesios querían cambiar esta visión (...) pero vimos que es imposible, no es algo que puedas eliminar, hay una marca, aceptamos a niños, pero es un bar", señala la trabajadora. EFE