Sanjuana Martínez
12/06/2017 - 12:00 am
Normalización del fraude electoral
Mapachismo, compra de votos, relleno de urnas, falsificación de actas, tergiversación de las cifras, manipulación del padrón electoral, excesos en los topes de campaña, falsas estadísticas del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares y un sin fin de irregularidades nos han confirmado que el fraude electoral sigue siendo la practica avalada, aceptada y defendida por nefastas instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE) o el IEEM (Instituto Electoral del Estado de México).
Mapachismo, compra de votos, relleno de urnas, falsificación de actas, tergiversación de las cifras, manipulación del padrón electoral, excesos en los topes de campaña, falsas estadísticas del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares y un sin fin de irregularidades nos han confirmado que el fraude electoral sigue siendo la practica avalada, aceptada y defendida por nefastas instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE) o el IEEM (Instituto Electoral del Estado de México).
A diferencia del pasado, actualmente el fraude electoral en México es una práctica normalizada. Nada pueden hacer los agraviados, nada pueden hacer los ciudadanos, solo denunciar, exigir justicia, esperar sentados y resignarse.
Ese ha sido mi experiencia desde que voté por primera vez. A mis 54 años nunca he vivido una elección limpia. Y jamás he conocido ese que llaman elecciones libres, democráticas y equitativas.
Mi experiencia después de votar y me imagino que la de millones de mexicanos, siempre ha sido la de la decepción y la certeza del atraco y del robo descarado de mi voto y el de todos.
Desde que tengo uso de razón he sido testigo de la mercantilización del voto, un derecho de los ciudadanos que se vende, remata y se ofrece al mejor postor.
Y para muestra basta un botón: las elecciones del Estado de México que fueron un auténtico cochinero. Ante la atenta mirada del INE y del IEEM hemos visto un fraude de estado, una monumental estafa cometida con dolo y rapacidad.
Estamos hablando de la creación de una estructura bien diseñada para escamotear la voluntad popular. El nivel de mapacherías cometidas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en contubernio con el INE y el IEEM es tan nauseabundo y repugnante, que resulta imposible narrarlo uno por uno sin vomitar por el malestar que produce tanta vileza y rufianería oficial.
El descaro es tal, que ya ni siquiera los funcionarios y directores del INE y el IEEM se muestran preocupados ante la exhibida del estrepitoso fracaso del sistema electoral que integran.
Contra la voluntad popular y la evidenciad del fraude electoral, finalmente el INE y el IEEM declararon ganador al candidato oficialista Alfredo del Mazo, máximo representante del Grupo Atlacomulco. Fue una designación de facto por encima de la ley.
Según el IEEM, un total 2,048,322 (33.69 por ciento) votaron por el candidato Alfredo del Mazo y 1,879,376 (30.81 por ciento) por la candidata de Morena, Delfina Gómez. El problema es que estas cifras son inciertas, porque no tenemos la certeza de nada.
Sin embargo, con los 4 mil 19 paquetes electorales del Edomex abiertos, pudimos comprobar la escandalosa manipulación de las cifras a favor de Del Mazo. Y se pudo confirmar que el PREP es un desastre, un auténtico adefesio institucional que sirve solo para satisfacer los intereses del partido en el poder. Entre las cifras del PREP y el último corte del cómputo, existe una diferencia nada más y nada menos que de 281,002 nuevos votos. De ese total, 92,414 son votos fueron para la maestra Delfina Gómez y un total de 92,975 para del Mazo. Y en el computo final de los 45 distritos electorales hay una diferencia de solo 168 mil 899 sufragios a favor de Del Mazo.
¿Realmente esos fueron votos para Del Mazo o son votos trapicheados a través de la compra indiscriminada de sufragios que hizo el PRI o bien a través de la manipulación descarada de las cifras en las actas y en el conteo rudimentario que tenemos?
Decir que Del Mazo ganó la elección, es igual a decir que el PRI con Peña Nieto en Los Pinos lo impuso como virtual gobernador del Estado de México, donde por cierto no ha habido alternancia.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es igual a decir que a pesar de las pruebas de fraude, “haiga sido como haiga sido”, será gobernador, un gobernador espurio, claro.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es igual a decir que el IEEM rechazó que se abrieran las 18 mil 605 porque sabe que hay cientos de irregularidades.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es no querer reconocer que tan solo en cinco distritos electorales, el PRI se adjudicó 400 mil votos de manera absolutamente irregular a través del relleno de urnas y la muy vergonzosa falsificación de actas.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es confirmar que el cúmulo de despropósitos a la hora de ir descubriendo las trampas y tropelías institucionales del presidente del INE, Lorenzo Córdova y el presidente del IEEM, Pedro Zamudio Godínez, contra la voluntad popular.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es confirmar que nuestro sistema electoral es un fiasco y nuestra democracia una cuasi democracia donde no existe la certeza en los resultados electorales a pesar de tener un sistema carísimo.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es comprobar que la mayor parte de los medios de comunicación ya ni siquiera lo consideran noticia porque prefieren ignorar las pruebas del fraude electoral para seguir recibiendo las prebendas del estado.
Decir que Del Mazo ganó la elección, es confirmar que tendremos nuevamente un gobernador ilegítimo en México, un nuevo espurio en el poder.
Pero por favor, no llamen democracia a esto, ni tampoco a este ejercicio de simulación, lo definan como “elecciones limpias y libres”. Estamos ante un fraude electoral, un fraude de Estado que nadie, ni siquiera la maquinaria de partido y del Estado, que es la misma, podrán maquillar.
Y parece que es políticamente incorrecto exhibir las pruebas del fraude electoral, pero hay que seguir alzando la voz. Hay que exigir anular las elecciones del Estado de México y las de Coahuila y las de todos los estados donde se registraron decenas de irregularidades. Hay que anular elecciones, volver a convocarlas y volver a convocarlas cuantas veces sea necesario, hasta que por fin, tengamos unas elecciones verdaderamente limpias, esperando que tal vez las vean nuestros nietos o bisnietos.
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