La salida de Comey del FBI, para quien Donald Trump ya se está buscando un reemplazo, se dio en un contexto de investigación de los lazos de la campaña del mandatario estadounidense con el Kremlin ruso. Aunque el Presidente basó la decisión del despido en recomendaciones del Departamento de Justicia, a través del Fiscal general Jeff Sessions, crecen las sospechas de que la decisión se tomó por motivos personales y mucho antes de producirse.
Incluso, en un artículo publicado en el Washington Post se hace un llamado a un impeachment, mecanismo recogido en la ley para la destitución de un Presidente. En tanto, el ex director de inteligencia nacional James Clapper, opinó que las instituciones democráticas en Estados Unidos “están bajo ataque” tras la decisión del Presidente.
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Ciudad de México/Washington (SinEmbargo/AP) — Cuatro meses después de asumir el cargo, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha perdido confianza en algunos miembros de su equipo en la Casa Blanca, depende mucho de un puñado de familiares y antiguos colaboradores y está furioso porque los intentos de la Casa Blanca de apagar la polémica por las investigaciones del FBI y el Congreso sobre Rusia solo parecen avivar las llamas.
Incluso, el polémico despido de James Comey en la dirección del Buró Federal de Investigaciones (FBI, en inglés) llevó a Donald Trump a dar un paso más hacia su impeachment, mecanismo recogido en la ley para la destitución de un Presidente, así lo destacó hoy el diario Washington Post.
“Había sobradas razones para preocuparse por este Presidente y sopesar la extraordinaria solución que es un impeachment, ya antes de que despidiera al director del FBI James Comey y admitiera (…) que su acto había sido provocado por la profundización de las pesquisas sobre los lazos de su campaña con Rusia”, escribió para el diario el catedrático de derecho constitucional Laurence Tribe.
En un artículo de opinión, el constitucionalista —mentor académico del ex Presidente Barack Obama y fundador de la progresista Asociación Estadounidense por la Constitución (ACS, por sus siglas en inglés)— defiende sin ambages que Donald Trump “debe ser destituido”.
Tras varios meses en que “la realidad política” hacía parecer “prematura” esa opción, el catedrático de la Universidad de Harvard destacó que ya no es el caso y que “esperar a los resultados de las múltiples investigaciones en curso es arriesgarnos a atar el destino de nuestra nación a los caprichos de un líder autoritario”.
A juicio de Tribe, la destitución del director del FBI “es un intento obvio de interferir una indagación que afecta a asuntos de seguridad nacional” mucho más graves que los que causaron la dimisión en 1974 del entonces Presidente Richard Nixon a resultas del caso Watergate.
Por su parte, el ex director de inteligencia nacional James Clapper, opinó que las instituciones democráticas en Estados Unidos “están bajo ataque” tras la decisión del Presidente Donald Trump de despedir al director del FBI.
"Creo que, en muchos sentidos, nuestras instituciones democráticas están bajo ataque, tanto externamente -- y eso es lo principal, la interferencia rusa en nuestro sistema electoral -- y creo que nuestras instituciones están bajo ataque a nivel interno”, dijo.
Cuando se le preguntó si se refería a Trump, Clapper respondió: “Exactamente”.
Clapper reaccionó así al despido de James Comey como jefe del FBI en momentos en que Comey encabezaba la investigación sobre los posibles nexos de la campaña de Trump y el gobierno ruso.
El ex director de inteligencia dijo que los próceres de la independencia estadounidense crearon tres poderes independientes a fin de que ninguno tenga el monopolio del poder, pero que bajo la presidencia de Trump, “eso está bajo ataque, se está perdiendo”.
La agencia de noticias AP destacó hoy que la frustración de Trump alcanzó un punto de inflexión esta semana con la destitución del director del FBI James Comey, que supervisaba la pesquisa sobre los posibles lazos entre la campaña del Presidente y las interferencias rusas en las elecciones estadounidenses. Temiendo que su propio equipo filtrase la decisión, Trump mantuvo al margen a colaboradores importantes mientras decidía el abrupto despido.
El personal de comunicación encargado de explicar la decisión al pueblo estadounidense fue informado con una hora de antelación. El estratega jefe Steve Bannon lo supo por televisión, según tres fuentes de la Casa Blanca, aunque una persona cercana a Bannon lo negó.
Cuando la defensa de la Casa Blanca sobre la decisión no cumplió sus cambiantes expectativas, Trump intentó tomar el timón. Pero terminó creando más complicaciones para su equipo con declaraciones que incluyeron lo que parecía una amenaza a Comey.
“’¡Más le vale a James Comey que no haya ‘cintas’ de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar a la prensa!”, tuiteó Trump el viernes por la mañana.
En una Casa Blanca acostumbrada a momentos de caos, la gestión de Trump del despido de Comey podría tener consecuencias graves y duraderas. La decisión ya parece haber dado más motivación al comité de inteligencia del Senado que investiga la interferencia rusa en las elecciones y los colaboradores del Presidente, y los legisladores anunciaron una citación al exasesor de seguridad nacional Michael Flynn.
Además, los aliados de Comey se apresuraron a dejar claro que lo defenderán ante ataques de Trump, lo que incluiría disputar las afirmaciones del Presidente sobre que Comey le dijo que no estaba siendo investigado a título personal.
Varias personas cercanas al Presidente dijeron que su dependencia de un pequeño círculo de asesores mientras estudiaba el despido de Comey refleja su desconfianza hacia muchos miembros de su personal. Depende mucho de su hija Ivanka Trump y su yerno, Jared Kushner, así como en Hope Hicks, su portavoz de campaña, y Keith Schiller, su guardaespaldas desde hace años. Schiller fue uno de los consultados por Trump acerca de Comey y el Presidente le encargó entregar una misiva informando al director de su destitución.
Los confidentes de Trump señalan que Bannon se ha visto marginado en decisiones importantes como la destitución de Comey, tras chocar con Kushner. Y si bien Trump elogió al secretario general de la Casa Blanca, Reince Priebus, después de que la cámara de representantes aprobara una reforma sanitaria la semana pasada, personas cercanas señalan que el Presidente ha seguido expresando dudas de forma ocasional sobre el liderazgo de Priebus en el Ala Oeste. Aun así, Priebus estaba en el pequeño grupo de colaboradores consultados sobre el despido de Comey.
Trump se pasó la mayor parte de la semana alejado de las cámaras, un cambio drástico respecto a su ajetreada agenda habitual, que a menudo incluye varios actos con cámaras al día. Incluso cuando sus asesores pusieron en marcha un decreto presidencial al crear una comisión sobre fraude electoral _un proyecto personal del Presidente que algunos colaboradores creían haber enterrado_ Trump firmó la orden en privado.
Más que por la falta de avances en objetivos importantes de política, se dice que Trump está enfurecido por la oleada de filtraciones que salen de la Casa Blanca y llegan a los noticieros. Ha mirado con sospecha incluso a asesores destacados como Bannon y Priebus cuando la prensa ha publicado artículos sobre las disputas internas de la Casa Blanca.
Una docena de empleados de la Casa Blanca y otras personas próximas a Trump detallaron el proceso de toma de decisiones del Presidente y su estado de ánimo bajo condición de anonimato para comentar conversaciones y deliberaciones privadas.
Después de que Trump decidiera despedir a Comey, varios asesores le dijeron que era probable que los demócratas reaccionaran de forma positiva dado que muchos creían que el ex director había jugado un papel en la derrota de Hillary Clinton en las elecciones del año pasado. Cuando ocurrió lo contrario, Trump se enfadó tanto con los demócratas como con su equipo de comunicación por no haber reunido con rapidez a más republicanos que lo defendieran en televisión.
Buena parte de la ira de Trump se ha centrado en el equipo de comunicación, que se vio sorprendido al completo por el despido de Comey. El Presidente se ve cada vez más como el único portavoz eficaz de la Casa Blanca, según varias personas que han hablado con él. Hacia el final de la semana, el mandatario planteó la posibilidad de reducir las ruedas de prensa televisadas de la Casa Blanca.
Dos funcionarios de la Casa Blanca dijeron que algunas frustraciones de Trump se centran en lo que él considera una cobertura injusta de sus decisiones y unas críticas exageradamente duras al Secretario de prensa, Sean Spicer, así como a la subsecretaria de prensa, Sarah Sanders, que gestionó buena parte de la reacción al despido de Comey. Los colaboradores señalaron que Trump no cree que su equipo diera versiones contradictorias sobre su decisión, pese al hecho de que la explicación oficial cambió de forma drástica a lo largo de 48 horas.
La Casa Blanca dijo en un principio que Trump se había visto instado a despedir a Comey por un reporte interno crítico del subsecretario de Justicia sobre la gestión que había hecho el año pasado del director del FBI de las pesquisas sobre los emails de Hillary Clinton. Más tarde, los voceros dijeron que el Presidente llevaba meses barajando el despido, mientras que Trump dijo que habría tomado la decisión independientemente de las recomendaciones del Departamento de Justicia.
“El desafío que tienen es que a veces el Presidente actúa tan deprisa que no tienen un equipo a mano para organizarse”, comentó Newt Gingrich, ex Presidente de la Cámara de Representantes y aliado de Trump. “Es un poco como un quarterback que se adelanta a su línea de ataque”.
Trump estudia expandir su equipo de comunicaciones y ha considerado contratar a productores de Fox News, según un empleado de la Casa Blanca.
Miembros del gobierno confiaban en que la victoria en la Cámara de Representantes diera al Presidente un necesitado impulso e inyectara nuevas energías a los esfuerzos para sustituir por completo la ley sanitaria conocida como Obamacare, así como para aprobar una enorme reforma fiscal. El equipo del Presidente también miraba con interés al primer viaje de Trump al extranjero, una gira por Oriente Medio y Europa.
Sin embargo, la reacción al despido de Comey volvió a golpear a la Casa Blanca. El visible enfado de Trump y sus erráticos tuits hicieron que un periodista preguntara el viernes a Spicer si el Presidente estaba “fuera de control”.
“Sinceramente, eso es ofensivo”, respondió Spicer.