Luego de la crisis de menores migrantes que llegaron a Estados Unidos en 2014, México y aquel país comenzaron a dar mayores atenciones a la población de jóvenes conocidos como dreamers. Esta población en su mayoría es mexicana y se ha logrado formar académica y laboralmente con los estándares más altos, pero siempre con la posibilidad de ser deportados al no tener en regla su situación migratoria. A esa crisis le siguió la victoria de Donald Trump, y los miedos comenzaron a materializarse, a tal grado que la expulsión parece algo inminente. Y ya hay alguien que los busca: Canadá ya se prepara para ofrecer el nuevo “sueño canadiense” porque sabe que los dreamers son sinónimo de excelencia académica y laboral. México sólo observa, ya que en medio de la crisis aún se debate entre modificar o no la Ley de educativa para bajar 5 por ciento la revalidación de materias.
Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).– La posibilidad de que Estados Unidos repatrie a millones de trabajadores mexicanos indocumentados hizo evidente que México no cuenta con una política de atención a los migrantes de retorno. Además, las ofertas que pueda hacerles a más de 600 mil dreamers son mínimas.
El entorno de incertidumbre y bajo desarrollo económico no hace creíble cualquier promesa de buenos salarios, acceso a la educación o buenas oportunidades laborales para los miles de jóvenes que podrían ser repatriados a México.
Expertos en migración consultados por SinEmbargo consideraron que es una tragedia que México no pueda recibir ese regalo que traerá por las políticas antiinmigrantes del Presidente Donald Trump y que en medio de esta crisis no se pueda al menos reaccionar de manera rápida.
Por el contrario, Canadá ha levantado la mano y quiere ganarse a esos jóvenes al extender el “sueño americano” a su territorio. Ese país entiende que es momento de dar la bienvenida a los dreamers de Estados Unidos.
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De acuerdo con el diario canadiense The Globe and Mail, actualmente Canadá trabaja en una medida para abrirle las puertas a estos jóvenes que encaje fácilmente en sus objetivos de política migratoria, bajo la premisa de que a quienes van a recibir son personas que “trabajan y construyen familias”.
“Algunos llegaron a Estados Unidos cuando aún estaban en pañales; llegaron con sus padres en busca de una vida mejor. Muchos sólo se enteran de que no son ‘legales’ cuando tratan de obtener una licencia para conducir. Y a pesar de que son en gran medida exentos de las más recientes políticas migratorias, el Presidente Donald Trump les ha negado toda garantía”, acota el diario.
Los dreamers tienen fluidez en inglés y grados de excelencia en las actividades académicas y laborales. Pero a pesar de los diplomas y títulos, las perspectivas profesionales son negativas, ya que viven bajo el temor de ser deportados. Incluso los jóvenes se resisten a tener amigos por el miedo a revelar su condición migratoria.
Aunque la mayoría de la población estadounidense apoya la legalización o una ley que le permita a este sector acceder a la ciudadanía, el único intento hasta hoy es el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Esta política implementada dentro de una crisis humanitaria en 2014, en la que se registró una llegada masiva de menores migrantes a Estados Unidos, permitió a los jóvenes indocumentados protegerse de la deportación. A la fecha hay 750 mil personas inscritas en este programa, de los cuales 620 mil son mexicanos.
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Los jóvenes inscritos a DACA son una parte importante de la contribución económica futura de Estados Unidos. Para el asesor económico del Primer Ministro Justin Trudeau, son el objetivo: Canadá empezará a enfocar una estrategia de migración que pueda cooptar el talento empresarial y a los estudiantes internacionales; serán considerados migrantes económicos y se les ofrecerá el “sueño canadiense”.
Este grupo poblacional tiene entre sus cualidades hablar bien el inglés, estudiaron en las escuelas de Estados Unidos y algunos tienen experiencia en el campo laboral de ese país. Además, por estar en DACA, ya fueron sometidos a análisis que demuestran que no son una amenaza para la seguridad nacional y no tienen antecedentes penales.
Son la promesa y Canadá los quiere: “son personas excepcionales. No es fácil ir a la universidad cuando se es indocumentado”, agrega el diario.
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Los sueños se ven truncados con el "America First" de Trump. Aún no hay una declaración sobre DACA, pero se prevé que la información de la personas inscritas sea utilizada para deportarlas. De entrada, 510 mil 622 dreamers tienen que renovar DACA este año.
Canadá sabe que no puede recibir a todos, pero sí a 30 mil, que resultarán de una selección de los mejores perfiles para la economía canadiense.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM), el 78 por ciento de los dreamers en Estados Unidos son de origen mexicano y son considerados una red de potenciales líderes biculturales con alta preparación académica.
Son una población a la que no se le preguntó si quería migrar o no, porque viajaron a muy corta edad, razón por la que muchos no hablan español y llegar a México es llegar a un país del que no se consideran parte.
MAL MOMENTO PARA TODO
Para la doctora en Ciencias Sociales Leticia Calderón Chelius, de entrada, México está en el peor momento para generar una política integral en todos los temas y no tiene la capacidad para responder a los desafíos que se le plantean y que ante las amenazas de deportaciones, se ha hecho evidente que aquí nunca se trabajó en una política de asistencia al migrante de retorno.
“En México, nunca se pensó en el retorno de migrantes, esa era la peor pesadilla de todo político mexicano y ni se consideraba como posible. Entonces el retorno que se daba era considerado un retorno hormiga, pero nunca uno que desafíe el sistema. Ahora estamos hablando de un capital humano que se ha educado en el extranjero sin que a México le cueste un peso y se da una ‘recuperación de cerebros’”, explicó la investigadora.
Los dreamers, agregó, pueden cubrir una gran necesidad de México de tener perfiles profesionales que puedan insertarse en el mercado laboral nacional y podrían reforzar el bono demográfico de jóvenes de entre 18 y 35 años.
“Si alguien fuera inteligente desde el Gobierno, tomaría ese regalo para compensar muchas de las carencias que en México se han dado y que sería incluso potenciar el retorno de esos migrantes altamente calificados […] el potencial que tienen, la calidad humana y educativa de muchos de ellos debe aprovecharse”, añadió.
Para la investigadora, el principal tope para la elaboración de un plan de apoyo a los dreamers es la burocracia. Actualmente se trabaja en la modificación de la revalidación educativa, ya que, por ejemplo, si un ingeniero formado en Estados Unidos viene a México, primero tiene que tener todos los documentos correctos y firmados, y en el caso de los dreamers, son gente que se fue sin documentos.
Las personas que regresan deportadas, cuando pasa el shock y deciden empezar de nuevo, no puede hacer equivalencias porque la Ley dice que para reconocer los estudios en el extranjero, tiene que haber una carrera o estudios equivalentes en un 70 por ciento a lo que se estudió en el extranjero.
La propuesta del Secretario de Educación, Aurelio Nuño, es bajar de 70 por ciento de los créditos a 65. La propuesta de la sociedad civil es que no haya equivalencias bajo ese principio.
“Estamos en una situación de emergencia, de cambios de paradigmas que implicaría flexibilizarse al máximo. Eso no nos quitará la mexicanidad, porque a veces creen los burócratas que no deben permitir que se nos cuele alguien. Ocurre lo mismo con los extranjeros que pueden y quieren trabajar aquí. Muchos de los haitianos varados en Tijuana son ingenieros, médicos y enfermeras, pero no pueden ejercer porque este país se siente con la vara divina para poder determinar quién sí y quien no”, agregó Calderón Cheluis.
Desde su perspectiva, México sabe qué hay que hacer y felicitó a Canadá por apresurarse “ellos podrán escoger a los mejores y México tiene que apurarse a flexibilizar”.
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MÉXICO NO ES OPCIÓN
De acuerdo con el doctor Tomás Milton Muñoz Bravo, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 20 mil dreamers mexicanos cursan actualmente estudios de nivel licenciatura en Estados Unidos, la mayoría son menores de 30 años y forman parte de DACA. Desde muy pequeños fueron llevados a aquel país por sus papás de manera indocumentada. Otros se dedicaban a estudiar el bachillerato o la universidad. Otros ya estaban en activos en la vida profesional en diferentes oficios.
El catedrático sostiene que sí hay diferencias por nichos y por estrato socioeconómico, pero en general, la población inmigrante mexicana en Estados Unidos sin documentos tiene poco acceso a la educación y el grueso, toda vez que termina el equivalente a la secundaria, se dedica a realizar labores productivas. Es por eso que únicamente se estaría calculando que este total de dreamers mexicanos, 20 mil, estarían inscritos en nivel licenciatura.
Hasta el momento son notorias algunas acciones que desde las universidades se han iniciado. Muñoz Bravo considera que es correcto iniciar con la agilización de trámites para que los estudiantes universitarios deportados sean incorporados al sistema mexicano, pero el problema es que no hay pasos integrales, una política plena ante lo que pueda suceder, que son las deportaciones masivas.
“¿Qué puede ofrecer México? A final de cuentas aquí nos encontramos en un momento de incertidumbre y difícilmente podría proporcionarles a estos dreamers, el nivel de vida que tienen en Estados Unidos. Eso es una tragedia, porque los dreamers desean es hacer su vida allá. Llevan 10, 15 o 20 allá y es un trauma ser deportado a un país que no les es familiar, donde hay pocas oportunidades y en el que aunque pueden tener opciones, no son lo suficientemente fuertes y bien remuneradas como lo que pueden conseguir allá”, señaló.
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Coincidió con él, el profesor e investigador del Tec de Monterrey, Gustavo López Montiel. Consideró que existen los programas y los mecanismos, pero están aislados y además, se están enfocando en la revalidación de estudios.
“Hasta el momento eso no se ha podido construir como parte de un programa integral en donde no únicamente haya lugares disponibles, sino también financiamiento para que puedan ocupar esos lugares. Que no lleguen y busquen ellos mismos algún espacio, porque eso vuelve muy complicado insertarlos”, sostuvo.
Esa población, continuó, a final de cuentas preferiría estar en Estados Unidos que en México, por las posibilidades de éxito y las oportunidades que se pueden abrir después de haber pasado por la universidad, cosa que aquí puede no ocurrir y además, hay temores por los sueldos, los niveles de trabajo y por las condiciones laborales.
“Eso a final de cuentas es una pérdida de recursos humanos en México, además que como fuerza laboral muchos de ellos hablan inglés o han trabajado en el extranjero y la mayor parte generan mayor calidad de trabajo cuando regresan. Aquí hay un conjunto de facilidades y una lógica distinta en la que las personas se ganan la vida y en Estados Unidos es distinto, las prestaciones, las dinámicas de competencia [...] eso sería benéfico para muchos espacios en México", concluyó.
Hasta el momento, sólo el Instituto Politécnico Nacional (IPN) ha presentado un plan para la revalidación de estudios, estancia y ofertas de campo laboral para los dreamers que sean deportados.
El programa ofrecerá de manera gratuita y expedita, la revalidación de estudios y, en su caso, la expedición de certificados, títulos o grados académicos, a los mexicanos con estudios parciales o totales realizados en Estados Unidos, y que a partir del 20 de enero de 2017 (día del a toma de protesta de Trump) se vean en la necesidad de regresar.
No será requisito presentar actas de nacimiento o documentos equivalentes, certificados, diplomas, constancias, títulos o grados que amparen los estudios y el Instituto verificará la información de dichos documentos por medios electrónicos y, realizará las traducciones al español de los mismos.
Quienes obtengan la revalidación total de sus estudios, recibirán el certificado, título o grado académico, según corresponda, del programa académico que se haya considerado equivalente o afín.
Quienes obtengan el título o grado académico expedido por el IPN mediante este mecanismo, podrán participar en un concurso de evaluación para ingresar como personal académico del Instituto, siempre y cuando cumplan con los demás requisitos establecidos en la convocatoria.