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Sanjuana Martínez

27/02/2017 - 12:00 am

Yunes y la pederastia

Pregunta dirigida a las mamás y a los papás: ¿Dejaría usted a su hija menor de edad sola con Miguel Ángel Yunes?… Es una pregunta sencilla, directa. Como padres tenemos una responsabilidad: velar por la seguridad y la integridad de nuestros hijos y particularmente de nuestras hijas, en un país como México, donde cada tres […]

Miguel Ángel Yunes es el símbolo de la impunidad endémica de México. Foto: Especial.

Pregunta dirigida a las mamás y a los papás: ¿Dejaría usted a su hija menor de edad sola con Miguel Ángel Yunes?…

Es una pregunta sencilla, directa. Como padres tenemos una responsabilidad: velar por la seguridad y la integridad de nuestros hijos y particularmente de nuestras hijas, en un país como México, donde cada tres horas se agrede a una mujer, donde solo el uno por ciento de los violadores denunciados es encarcelado y donde hombres acusados de pederastia pueden convertirse en gobernadores.

No es una pregunta con intención política ni ideológica. Eso es lo de menos.  Hablamos de nuestras hijas, no de partidos políticos corruptos y corruptores. Ustedes, madres y padres, vean por un instante a sus hijas, obsérvenlas con el corazón lleno de amor. Son nuestro tesoro más grande. Piensen, imaginen que un hombre se atreve a tocarlas lascivamente y las lastima, que un hombre intenta atacarlas en su parte más intima y las agrede hasta consumar una violación.

Estoy consciente que resulta aterrador este ejercicio que les propongo, pero es necesario. Pongámonos en la piel de las madres y los padres que tienen hijas víctimas de abuso sexual. Imaginemos por un momento, el peso de la culpa que nos caería encima, el dolor inicial del ataque a nuestras pequeñas, el sufrimiento de la larga recuperación de esas niñas.

Llevo años trabajando historias de víctimas de abuso sexual. Y afirmo categóricamente que la mayoría de ellas dice la verdad. Comprendo que los delitos sexuales son en su mayoría crímenes de comisión oculta. Y que en definitiva se trata de la palabra de las víctimas contra la palabra de sus verdugos. Pero es muy difícil que un menor de edad denuncie falsamente a su atacante, es prácticamente imposible que mienta. Su alma, su yo interior está destrozado, su cuerpo tiene las huellas del horror; todo su ser quedo fracturado y resulta inimaginable que mienta, aunque reconozco que puede haber un mínimo porcentaje de embusteros.

Y pienso en las víctimas de la red de trata dirigida por Jean Succar Kuri y sus amigos políticos y empresarios. Y pienso en Edith Encalada y su testimonio aterrador, pienso en su sufrimiento y en las secuelas que tiene que vivir muchos años después de haber denunciado a su agresor, finalmente encarcelado gracias a su testimonio y al trabajo extraordinario de mi colega Lydia Cacho.

El caso lo conocemos de sobra, pero supongamos que el Gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes tiene razón, que todo es un complot y que las acusaciones que lo señalan dentro de esta red de trata junto a su compañero priista el senador Emilio Gamboa Patrón, son falsas, malintencionadas; y que las niñas que los identificaron tienen intereses políticos ocultos.

¿De verdad creen ustedes que esas menores de edad mintieron? ¿Se imaginan a sus propias hijas falseando la realidad para dañar políticamente a sus agresores?…. ¡Por favor, seamos serios!.

Pero vamos más allá. Volvamos al libro de Lydia publicado en 2005 en donde la periodista cita a “Emma” una de las víctimas de Jean Succar Kuri, quien en realidad es Edith Encalada, según lo ha desvelado la víctima en entrevistas periodísticas.

Según Edith, Miguel Ángel Yunes Linares llegó a Cancún acompañado de una niña y su madre, mientras Succar quiso tocar a la menor, pero no pudo porque le dijo que “seguramente” Yunes tenía sexo con ella:

A continuación la declaración textual de Edith:

Yo estuve con el señor Miguel Ángel Yunes y con el señor Emilio Gamboa Patrón en una comida. Johny (Nombre con el que identificaba a Succar Kuri) me llevó con él al Distrito Federal, a un restaurante muy elegante en la avenida Insurgentes, donde fueron llegando varios señores. Me saludaron con mucha amabilidad. Cuando ya iban a hablar de negocios, Johny me mandó a que fuera a pasar un par de horas en un centro comercial. Nunca olvidaré que Yunes me miró muy sonriente y gentilmente me dio un billete, creo que eran cien dólares, me impresionó mucho. Me dijo que me comprara un vestido muy bonito. Yo me fui con uno de sus chóferes y ellos se quedaron hablando. A Miguel Ángel Yunes lo vi varias veces, es muy amigo de Johny. Tiene un yate que se llama Fedayin y viene mucho a Cancún. Una vez me acuerdo que vino con Sandra, su amante, quien traía a su hija Sofía, de ocho años y a su sobrina Tania, de nueve. Johny intentó tocar a Sofía, porque recuerdo que la novia se puso súper furiosa y amenazó a Johny. Yunes la calló y ella ya nunca dejó que su hija entrara a la casa. Pero creo que para Miguel Ángel era normal lo que Johny hacía porque nunca le oí preguntarle por mí o por qué me tenía si era una niña, o a las demás, que también lo eran. Johny me decía que él quería tocar a esa niñita, que estaba preciosa y que seguro su amigo Miguel Ángel se la estaba cogiendo porque la mamá estaba espantosa y que la usaba para tapar las apariencias. Me contó que una vez, cuando eran más chiquitas esas niñas, él le besó su parte íntima a una de ellas pero que Tania era una machorrita y la había defendido y nunca la dejaba sola con él.

La niña Sofía en cuestión, ya salió el año pasado en plena campaña electoral veracruzana, a decir públicamente que nunca fue abusada por Yunes. Supongamos que todo fue un complot para manchar el buen nombre de Miguel Ángel Yunes, que en realidad se intenta dañar el prestigio y el honor de este político, pero vuelvo a hacer una pregunta clave: ¿Con qué intención las víctimas identificarían al actual Gobernador de Veracruz en una red de trata con fines de explotación sexual?

Hasta ahora, en los ríos de tinta que se han vertido sobre este asunto, nadie ha dado una respuesta coherente a la pregunta anterior. En ese entonces, Yunes no era candidato a un puesto de elección popular. Entonces, ¿por qué una menor de edad intentaría perjudicarlo?

Aquí como en todos los casos judiciales lo que cuenta son las declaraciones iniciales, los testimonios después del suceso en cuestión. La menor de edad cuenta como Yunes le dio 100 dólares y le dijo que se comprara un “vestido muy bonito”. ¿No les parece raro?

Pero sigo hablando como abogada del diablo o mejor dicho abogada del que fue identificado como un demonio del Edén. Vamos a suponer que el señor Yunes es muy generoso y anda repartiendo dinero, que a todas luces en los saqueos de Veracruz ya nos dimos cuenta que así es, el Gobernador de Veracruz desborda generosidad, pero ¿por qué decirle a la menor que se comprara un vestido “muy bonito” si no tenía ningún interés sobre ella?…

De acuerdo, panistas, priistas, perredistas y demás compañeros políticos de Yunes seguirán defendiéndolo en este punto. Es la palabra de la víctima contra la suya. De acuerdo, supongamos que el señor Yunes es un hombre honorable muy alejado del delito de pederastia. Dos penúltimas preguntas: ¿Por qué sostenía una amistad con el pederasta Jean Succar Kuri, afortunadamente aún encarcelado por sus crímenes? ¿Acaso no se dio cuenta de lo que era publico y notorio, es decir, de que tenía una red de trata infantil con fines de explotación sexual?

Los defensores del señor Yunes dirán que eso no tiene nada que ver, que la amistad con Succar era sincera y entrañable y que eso no lo convierte en pederasta. Una última pregunta: ¿Sabía Yunes que Succar era un pederasta?…. Difícil de creer que desconocía la actividad delictiva de ese sujeto. Supongamos que tienes un amigo, sales con él a fiestas, comes con él, lo invitas a tu yate, convives con él y no te das cuenta que es un pederasta. Extraño ¿no creen?. No olvidemos que las redes de trata de niñas y mujeres con fines de explotación sexual están constituidas por hombres de poder político que lamentablemente nunca son investigados precisamente por su poder.

En fin, el argumento de defensa de los ahora compañeros panistas, aliancistas y perredistas de Yunes y de sus ex compañeros priistas, es que el Gobernador de Veracruz es un hombre honorable y decente por encima de todo lo anteriormente descrito. Mienten. No lo es. Su pasado está lleno de denuncias por corrupción. Solo hay que checar su historial para comprobar que el señor Yunes vive y ha vivido del erario público durante los últimos 40 años y que sus ingresos no se corresponden con su millonario tren de vida ni con sus posesiones.

Miembro del PRI desde 1969 al 2005 ocupó cargos donde la sombra de la corrupción lo siguen persiguiendo. Y también las denuncias por violación de derechos humanos cuando ocupó cargos de seguridad pública. Allí están las 17 recomendaciones que se pasó por el arco del triunfo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitidas cuando fue Secretario General del Gobierno en la Administración de Patricio Chirinos Calero (1992-1997). En su pasado tan cuestionable, también figura Elba Esther Gordillo porque fue miembro de su honorable y decente grupo político.

Luego, en 2005, otra persona honorable, el señor Vicente Fox lo convirtió en Subsecretario de Seguridad Pública y después en Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y en 2006 un señor también muy decente, Felipe Calderón Hinojosa lo nombró director general del ISSSTE.

Y después, en junio de 2016, tres señores muy respetables y honestos: Jesús Ortega del PRD, Ricardo Anaya del PAN y Luis Méndez de Nueva alianza, se unieron a él para crear una coalición y convertirse en el Gobernador de Veracruz.

¡Por favor!… Con semejantes compinches, digo, compañeros de lucha política y destacada trayectoria humanística, como vamos a dudar de la honestidad, de la integridad, de la rectitud del señor Yunes.

Seguramente su compañero panista Manuel Espino que lo denunció por “enriquecimiento ilícito” por más de 3 mil millones de pesos, también mintió. Seguramente esas declaraciones patrimoniales que el panista presentó contra el actual Gobernador de Veracruz en el año 2013 y que demostraban que sus ingresos no se corresponden con sus adquisiciones, son puras falsedades. Seguramente también son mentiras las pruebas que ubican a su hijo menor Omar Yunes Márquez haciendo transacciones millonarias sin un origen claro del dinero.  Seguramente el director de la AFI, Juan Carlos Ventura Moussong, quien envió un oficio a la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales en Delincuencia Organizada (SIEDO) en concreto al fiscal Eduardo Berdón Toledo, para someter a proceso a Yunes y su amigo el ex Gobernador Patricio Chirinos por “fomentar actividades del narcotráfico y recibir alrededor de quince millones de dólares”, son puras patrañas.

Con todo este pasado pulcro, que digo pulcro, limpio y decoroso, cubierto de honorabilidad y decencia, el señor Yunes puede ser elevado a los altares y convertirse en San Yunes, tal vez por eso, se siente con la calidad moral de denunciar al líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador —-número uno en las encuestas rumbo al 2018—- y de afirmar que el corrupto y fugado Javier Duarte con permiso del Estado, le entregó dinero al partido Morena con conocimiento de su líder.

Si la anterior denuncia viniera de un hombre marcado por la honradez en su vida, pues sería digna de investigación, pero si viene de un hombre cuyo historial político esta marcado por la corrupción y la comisión de presuntos delitos deleznables y de un hombre que le da 100 dólares a una niña víctima de una red de trata con fines de explotación sexual frente a su verdugo, quien además, es su amigo, para que “se compre un vestido bonito”, pues no se si tenga algún ápice de credibilidad para alguno de ustedes.

Miguel Ángel Yunes es el símbolo de la impunidad endémica de México, el símbolo de la podredumbre del sistema político mexicano capaz de elegir a la peor escoria humana para puestos de elección popular a fin de perpetuar sus intereses, es el símbolo de una sociedad enferma dispuesta a otorgar su voto a cambio de unos cuantos pesos, es el símbolo de la decadencia social alimentada por el machismo y el patriarcado por encima del respeto y seguridad de las niñas y las mujeres, es el símbolo de la corrupción, el símbolo del gatopardismo ideológico, el símbolo de unas instituciones electorales simuladoras y sin independencia; es finalmente, el emblema de “todo se vale si tienes poder”, es la efigie de un engendro producto de las cloacas del sistema que nos gobierna.

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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