La llegada de Trump a la Casa Blanca de los Estados Unidos ha provocado animadversiones en todo el mundo.
Es un asunto que a todo el mundo, en realidad, debe preocupar, pero más a los países de soberanías vulnerables, como México y otros más de Latinoamérica.
Si Estados Unidos no atravesara por una situación económica que los especialistas califican de severa, la amenaza de nuestro Vecino del Norte (sobre todo para los países latinoamericanos) podría tomarse con mesura. Sin embargo, no es así.
Tal como sucedió durante la Gran Depresión de 1929, Estados Unidos ha dado indicios (y el propio discurso inaugural de Trump lo ha ratificado) de que van a hacer lo que sea necesario para volver a ser el país próspero e imperial que en muchas épocas los caracterizó, sobre todo después de haber salido triunfantes de las dos guerras mundiales del pasado siglo.
Lo primero que hicieron durante la Gran Depresión, por ejemplo, fue empezar a echar fuera a todos los inmigrantes que habían llegado después de la Primera Guerra Mundial con el sueño de prosperidad y bienestar que Estados Unidos obtuvo gracias a los saldos que le dejó la venta de armas, jugoso negocio que siempre los ha sacado de sus crisis.
Hoy, lo vimos durante la campaña de Trump, la política migratoria parece ir en el mismo sentido: echar a los inmigrantes y levantar un muro en la frontera con México. Si ya lo hizo Obama con creces, lo que se espera de Trump puede recrudecerse.
Asimismo, y esto es lo más peligroso, la política exterior que implemente Estados Unidos con los países, especialmente, de Latinoamérica puede volver a crear estragos sociales inimaginables.
En el caso de México, la pérdida del control del petróleo y la sumisión ante las políticas económicas y privatizadores estadounidenses pondrá al país en peor situación de la que está. Si a esto agregamos el lastre que nos significa la corrupción y la incapacidad de las autoridades e instituciones para hacer frente a la contingencia por venir, lo que se espera en las elecciones de 2018 es un duro golpe contra nuestra soberanía por parte de Estados Unidos, una imposición de un candidato presidencial que convenga a sus intereses y un boicot contra los sueños de una sociedad que, más allá de las complejas fórmulas financieras y democráticas, lo único que quiere es comer bien, dormir bajo un techo digno, no tener miedo de salir a la calle y tener un trabajo bien remunerado.
Es difícil pedirle a un Estado débil, como el nuestro, que socave a uno fuerte, como el de Estados Unidos, pero no se trata de que sólo no unamos los mexicanos cuando todos los países latinoamericanas para contrarrestar una amenaza que nos implica a todos.
@rogelioguedea
