Clarice Lispector crea una alegoría de la vida humana en su novela "La vida íntima de Laura"

17/12/2016 - 12:03 am

La escritora de origen ucraniano, pero radicada definitivamente en Brasil, se adentra en los hábitos, temores, costumbres y reacciones de una gallina, que pueden ser no muy diferentes a los de una persona

Ciudad de México, 17 de diciembre (SinEmbargo).- Siempre en estado de alerta, siempre vulnerables, descocadas y persistentes, las gallinas encantaron la imaginación de Clarice Lispector. Afirmaba que entendía perfectamente la vida íntima de éstas, y lo probó en tres relatos suyos: “Una gallina” que cuenta la historia del ave atrapada en la cocina esperando ser sacrificada para el desayuno. “Una historia de tan grande amor” en el que la gallina aparece dotada con cualidades humanas, y en la que se cuenta que la dueña, una niña, conocía su alma y buscaba curarlas de ser gallinas y “El huevo y la gallina” en el que considera el tema del ser desde la perspectiva de ambos.

Imantadas por el giro que no cesa, las gallinas han suscitado una similitud con la mujer, incluso el cacareo es una metáfora, quizá ya hasta gastada, sobre los modos de conversación, en tropel, femenino. La comparación sólo puede resultar chocante desde el desdén racional que nos hace sentir superiores a otras formas de vida animal.

Pero en La vida íntima de Laura, editado por el Programa Nacional Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura, ilustrado por Raquel Cané, Clarice Lispector va soplando entre el plumaje para presentar un apetitoso personaje relleno de un envidiable ingenio para vivir la vida y resolverla. Los ires y venires de Laura mirados de cerca son nuestras mismas ocupaciones y preocupaciones.

La sutileza de la narración está en la infinidad de preguntas soterradas en las situaciones más cotidianas que enfrenta Laura, que viene a ser si no la gallina de los huevos de oro, sí la más apreciada por su fecundidad.

Para descubrir la verdad hay que ir a la vida íntima, que está hecha de lo que no se cuenta a los demás, advierte la escritora, al presentarnos a una gallina, “la más simpática del mundo”, con mucha voluntad y astucia, una gallina igual a todas, pero distinta a todas, descripción que nos comprende a todos, tal vez por ello la narradora dice: “Te pido un favor, empieza a querer a Laura pronto”.

Un libro de Clarice Lispector. Foto: Especial
Un libro de Clarice Lispector. Foto: Especial

PARA CONOCER LA VIDA SECRETA DE LAURA

Para conocer la vida secreta de Laura, debemos comenzar por el dato más importante: la autoconciencia de una condición existencial frágil. Solemos pensar que las gallinas son bobas por cómo se comportan, porque se la pasan corriendo, picoteando; siempre tan ocupadas en hacer ¿qué?, lo mismo, decimos, pero Laura tiene pensamientos y sentimientos, que la hacen ser y reaccionar de modos específicos, por ejemplo, no le gusta que le hagan caricias, “huye haciendo gran escándalo y cacarea “¡No me maten, no me maten!”.

En la obra de Clarice Lispector es recurrente el tema del yo –sea humano o animal-, separado irremediablemente de los demás y por ello obligado a interpretar su entorno para resolver los problemas, el temor y la respuesta de Laura comprometen al lector a encontrar su propio reflejo de supervivencia.

Desde la sencillez de un cuento para niños, Lispector consigue una de las intenciones más inconscientes aunque irremediablemente presente en la obra de arte como vehículo de empatía: cambiar la capacidad de sentir. Hemos creído que los seres humanos tenemos ventanas especiales para asomarnos a la existencia, como si el bienestar, el dolor, las angustias y temores fueran asuntos de sólo una especie. Sin embargo cuando una noche un extraño entra a la granja donde vive Laura para robársela, su esposo, el gallo Luis, quien vive creyendo que domina al Sol y a la Luna porque su canto los hace aparecer o desaparecer, y el resto de las gallinas comienzan a gritar y cacarear, es la misma emoción y reacción que cualquier humano experimentaría.

Así que mucho de lo que vamos descubriendo con La vida íntima de Laura, es que son las sensaciones las que muchas veces apuran nuestras acciones. Como cuando un día creyó que se la iban a comer, y como a ella le gusta mucho estar viva, fue y se ensució toda, se alborotó las plumas “date cuenta de que no era tan tonta, sabía que si no lo hacía los demás la reconocerían, porque ella era la más limpia y peinada de todo el gallinero”.

Laura es irresistible, provoca con el lector una relación casi inmediata, sentimos con ella, nos asombramos a través suyo de un mundo que descubrimos desconocido hasta ahora, y encontramos preguntas que quizá nunca nos hicimos o que aún hoy no sabemos responder.

LA VIDA DE CLARICE LISPECTOR

Clarice Lispector, Chechelnik (1920, Ucrania – 1977, Río de Janeiro). Su estilo introspectivo y sumamente original la consagró como una de las voces más exquisitas de la literatura no sólo americana, sino universal. Clarice buscaba con sus textos, adentrarse en la profundidad de los sentimientos y las sensaciones humanas.

Escribió desde niña y a los 21 años publicó su primera novela, Cerca del corazón salvaje. En 1963 dio a conocer la que es considerada su obra maestra la novela La pasión según G.H. Otros títulos fundamentales de su producción son Lazos de familia, La manzana de la oscuridad, La ciudad sitiada, Agua viva, Un soplo de vida, Un aprendizaje o el libro de los placeres y La hora de la estrella. Los libros para niños de Clarice, de una sensibilidad y un estilo únicos, circularon poco en idioma castellano. V&R los ofrece a los lectores de América Latina en una colección de lujo bellamente ilustrada por la artista argentina Raquel Cané.

Raquel Cané, Santa Fe, Argentina, 1974. Es diseñadora gráfica e ilustradora. Trabajó como asistente y directora de arte en importantes editoriales argentinas como Ediciones de la Urraca, revista Rolling Stone, Ediciones B. Ha sido ilustradora de textos como la Obra completa de Jorge Luis Borges, El cuento del retintín (de Laura Devetach), Ally y la fiesta de disfraces, Ally y el picnic de primavera (ambos de Lucie Cooper) y Sabios y pícaros (de Susana Itzcovich), entre otros.

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