Investigadores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos analizaron tejido cerebral de 19 fallecidos por la enfermedad, en los que había “sistemáticamente, marcas de daño” causadas por el adelgazamiento y fugas en los vasos sanguíneos.
Madrid, 31 de diciembre (EFE).- Un estudio de cómo afecta la COVID-19 al cerebro detectó daños e inflamación en los vasos sanguíneos, que podrían ser consecuencia de la respuesta inflamatoria del cuerpo ante el virus, pues en los tejidos analizados no se hallaron rastros de infección.
Investigadores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos analizaron tejido cerebral de 19 fallecidos por la enfermedad, en los que había “sistemáticamente, marcas de daño” causadas por el adelgazamiento y fugas en los vasos sanguíneos.
Sin embargo, no vieron “signos de SARS-Cov-2 en las muestras de tejido, lo que sugiere que el daño no fue causado por un ataque viral directo al cerebro”, según los resultados que publica New England Journal of Medicine.
Los cerebros de los pacientes que contraen la COVID-19 “pueden ser susceptibles de daños en los vasos sanguíneos microvasculares” y los resultados “sugieren que pueden estar causados por la respuesta inflamatoria del cuerpo al virus”, según el autor principal del estudio, Avindra Nath, de los NIH.
News: NIH study uncovers blood vessel damage and inflammation in COVID-19 patients’ brains but no infection https://t.co/4SelpPtEHu
— NIH (@NIH) December 30, 2020
El experto espera que estos resultados “ayuden a los médicos a entender todo el espectro de problemas que pueden sufrir los pacientes para poder proponer mejores tratamientos”.
Aunque la COVID-19 es principalmente una enfermedad respiratoria, los pacientes a menudo experimentan problemas neurológicos como dolores de cabeza, delirio, disfunción cognitiva, mareos, fatiga o pérdida del sentido del olfato y, en ocasiones, pueden sufrir derrames cerebrales y otras neuropatologías.
El equipo examinó en profundidad muestras de tejido cerebral de 19 pacientes fallecidos de marzo a junio, con una edad entre cinco y 73 años y que murieron desde pocas horas hasta dos meses después de manifestar síntomas; muchos tenían uno o más factores de riesgo, como diabetes, obesidad y dolencias cardiovasculares.
Muestras de los bulbos olfativos y el tronco cerebral, que se consideran las regiones cerebrales mas susceptibles de verse afectadas por la enfermedad, fueron examinadas con resonancias magnéticas de muy alta sensibilidad.
Las exploraciones revelaron que en ambas regiones “abundaban” manchas brillantes (hiperintensidades), que a menudo indican inflamación, y otras oscuras (hipointensidades) que representan hemorragias.
En análisis con microscopio vieron que los puntos brillantes contenían vasos sanguíneos más delgados de lo normal que, a veces, filtraban proteínas de la sangre al cerebro, lo que “parecía desencadenar una reacción inmunológica”.
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En busca del virus SarsCov2 en el SNC: de momento desaparecido, aunque no así la inflamación q provoca.”Debido a la limitada información clínica disponible, no se pueden extraer conclusiones en relación con las características neurológicas de Covid-19″— Dr. Joaquín Ojeda (@OjedaNeuro) December 31, 2020
Las manchas estaban rodeadas de células T de la sangre y de las propias células inmunes del cerebro, agrega el informe.
En contraste, las manchas oscuras contenían vasos sanguíneos coagulados y con fugas, pero sin respuesta inmunológica.
El investigador principal destacó la sorpresa del equipo pues esperaban ver daño causado por la falta de oxígeno y, sin embargo, encontraron “áreas multifocales de daño que, normalmente, se asocian con derrames cerebrales y enfermedades neuroinflamatorias”, dijo Nath.
Los investigadores no vieron signos de infección en las muestras de tejido cerebral, aunque utilizaron varios métodos para detectar el material genético o las proteínas del SARS-CoV-2.
“Hasta ahora, nuestros resultados sugieren que el daño que vimos puede no haber sido causado por el virus del SARS-CoV-2 que infecta directamente el cerebro”, agregó
En el futuro, el equipo planea estudiar cómo la COVID-19 daña los vasos sanguíneos del cerebro y si eso produce algunos de los síntomas a corto y largo plazo que se ven en los pacientes.