La mitad de nuestros amigos peludos temen a las explosiones y los fuegos artificiales. Pero el miedo de tu perrete a los petardos no se va a ir solo: hay que lograr que los vea como algo, al menos, no tan traumático.
Por Eva San Martín
Madrid, 31 de diciembre (ElDiario.es).– Si tu perro tiene miedo a los petardos y fuegos artificiales, no es el único. De hecho, un estudio reciente revela que la mitad de nuestros compañeros peludos los temen. Esto significa que más de 2.5 millones de peludos que viven en un hogar o protectora en España entran en pánico cuando empiezan los petardos y los fuegos artificiales. Para colmo, siguen las fiestas con sus uvas, sus villancicos y sus noches eternas de explosiones, luces estridentes, flashes y destellos. Todo esto, cuando eres un perro, da pavor.
…¡Buuum! No nos hagamos los duros: un estallido fuerte e inesperado es capaz de ponerle los pelos de punta a cualquier animal, incluidos nosotros. Los sonidos fuertes anticipan a veces que un evento violento o catastrófico se avecina. Sea un árbol que se cae, un fogonazo acompañado de un estrépito o el rugido potente de un gran animal, un sonido alto suele avisar de un peligro inminente. No es ningún farol perruno; los estallidos intensos resultan, además, dañinos para tu amigo.
El motivo: sus oídos son al menos cuatro veces más potentes que los nuestros. Además, oyen un montón de sonidos que a nuestros relativamente insensibles oídos les pasan desapercibidos (sobre todo, las frecuencias más altas). Así, un bombazo que percibiríamos a, pongamos, 24 metros de distancia, tu perrete lo oirá como si se hubiera producido a seis metros. Vamos, prácticamente como si el petardo le estallara en el oído.
MI AMIGO TIENE MIEDO A ALOS CUETES, ¿QUÉ HAGO?
Si tu perro esconde la cola, encoge el cuerpo, agacha las orejas, huye y mira hacia todos los lados cuando llegan los estruendos, o se hace pis, no lo culpes: solo está siendo un perro. En este caso, aterrorizado. Y enfadarte con él solo empeorará las cosas. De hecho, el miedo a los petardos no va a desaparecer solo. Más bien, todo lo contrario. Un estudio de 2015 concluyó que los perros mayores suelen temer aún más a los estallidos. Lo que sugiere que, lejos de acostumbrarse, su miedo crecerá a medida que pase más navidades ruidosas, o tormentas o estridentes celebraciones de fútbol.
No desesperes. Hay lugar para la esperanza perruna. Un estudio reciente publicado en la revista científica PLoS One determina que podemos evitar que la angustia a los ruidos y explosiones aparezca en nuestros perros; incluso es posible ayudarlos a superar el miedo, al menos a paliarlo, una vez que lo sufran. Una gran noticia tanto para los humanos que vivimos con ellos como para los expertos en comportamiento canino titulados que trabajan para ayudarlos cuando se enfrentan a un problema como este.
Para lograr que Lucas o Lulú dejen de ver el despliegue de petardos y fuegos artificiales como un evento tan traumático, y lo perciban como un momento más agradable, dos técnicas acuden en nuestra ayuda:
-La desensibilización
-El contracondionamiento
Es decir, exponemos a nuestro amigo al ruido de los petardos, poco a poco, mientras que le damos algo positivo, como un premio o su juguete más especial: de este modo aprende a asociar las explosiones con un evento feliz. No son métodos infalibles, pero suelen funcionar: una investigación de 2018 concluye que el 70 por ciento de los perros mejoran y reducen con su miedo a los petardos.
ENSEÑAR AL PERRO A NO TEMER: MP3…
La desensibilización es el proceso a través del cual intentamos que nuestro perrete perciba los estruendos y ruidos como un suceso neutral: es decir, como algo de lo que no debe preocuparse. Para ello, podemos poner en los altavoces del equipo de música un sonido de fuegos artificiales a un volumen muy bajo, tan suave que se escuche como un ligero sonido de fondo que tu amigo sea capaz de ignorar. Hay que empezar por la pista sonora que menos asuste a tu amigo. Por suerte, Internet nos lo pone fácil y permite encontrar vídeos de fuegos artificiales, en YouTube o en sitios como este.
Durante los próximos días -mejor aún, semanas e incluso meses-, puedes incrementar el volumen de ese sonido. Pero no te precipites, no subas la intensidad demasiado rápido: amóldate al ritmo de tu perrete. Después, puedes probar con otra pista de petardos o fuegos artificiales que genere mayor intranquilidad a tu amigo; pero, de nuevo, a un volumen tan bajo que tu saco de mimos preferido pueda tolerarla sin problema. Y repite: esta vez activando juntos los dos sonidos de las dos sesiones de fuegos o petardos.
…Y AÑADE RICOS PERRIPREMIOS
Aun así, Lucas o Lulú volverán a angustiarse, con mucha seguridad, cuando la traca final de los fuegos sea real o los petardos de las celebraciones de Navidad resuenen por la ventana. Y aquí entra la segunda técnica: el contracondionamiento. Con ella, vamos a intentar que nuestro amigo de cuatro patas asocie las explosiones con la llegada inminente de una placentera recompensa.
Para lograrlo, espera a que los fuegos suenen y, solo entonces, saca la bolsa de premios comestibles preferida de Lucas; o su juguete preferido. Pero recuerda guardarlo de nuevo tan pronto como el sonido cese; y vuelve a sacarlo en cuanto reaparezca.
Con todo, no te fíes. Y asegúrate de que tu camarada peludo está a salvo de fuegos y petardos en todo momento. Si vas a salir, recuerda atar a tu perrete, revisa que esté debidamente identificado con microchip y añade una plaquita con su nombre y tu teléfono, no sea que tengas un susto. En casa, además, prepárale una habitación segura donde refugiarse: mantenla accesible en todo momento, con las puertas abiertas, incluso puedes usar feromonas perrunas o algún fármaco suave para relajarle (en los casos más graves): pero hay que consultarlo antes con tu veterinario.
El objetivo de todo esto: ¡que asocie los fuegos artificiales con una divertida y sabrosa perrifiesta! Puede parecer laborioso, pero son esas cosas que hacemos por amor hacia nuestros queridos amigos peludos.