Hasta el viernes por la tarde, 86.8 millones de personas habían votado en las elecciones presidenciales. Eso equivale al 63 por ciento del total de boletas presentadas en los comicios de 2016. La mayoría de los expertos electorales creen que en estas participarán entre 150 y 160 millones de personas, lo que supondría que se ha superado el ecuador de la votación. En un estado, Texas, ya se han emitido más de los que hubo hace cuatro años.
WASHINGTON (AP) — Tras un año de hondas perturbaciones, Estados Unidos se apresta a realizar una elección presidencial que dará su veredicto sobre el papel del país en el mundo y el rumbo de su economía, su voluntad de contener una pandemia en plena escalada y su capacidad de enfrentar el racismo sistémico.
Pero los dos contendientes, el Presidente Donald Trump y el demócrata Joe Biden ofrecen algo más que soluciones distintas para los problemas más apremiantes del país. Se trata de hecho de un referendo sobre la función de la presidencia misma y la solidez de la democracia. El Presidente ha puesto en tela de juicio la legitimidad del resultado antes de la jornada electoral, y las fuerzas del orden se preparan para la posibilidad de disturbios civiles.
“Esto es algo más que la consabida diferencia ideológica entre los dos candidatos. Hay una visión fundamentalmente distinta de lo que es la presidencia y lo que significa el liderazgo para la nación”, dijo Jeffrey Engel, director del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Southern Methodist.
Los votantes parecen ser conscientes de ello: más de 86 millones de personas ya han emitido sus boletas, un récord absoluto para la votación anticipada.
Una victoria de Trump profundizaría el enfoque antiestablishment, nacionalista para abordar los problemas del país que ha aplicado durante los últimos cuatro años, un enfoque que los partidarios del presidente adoran y sus detractores detestan. Los tribunales, para los que Trump ha designado una multitud de juristas conservadores, virarían aún más hacia la derecha.
Una victoria de Biden sería un repudio del presidente tanto como una victoria para el veterano político demócrata, exvicepresidente y senador. Aunque el plan presentado por Biden visualiza un papel más enérgico para el gobierno federal en la vida estadounidense y una campaña más agresiva contra la pandemia, el eje de su ofensiva ha sido el contraste de su temperamento con el de Trump.
También está en juego el control del Senado, ya que los demócratas tienen la oportunidad de recuperar la mayoría. Según los pronósticos, los demócratas conservarán su mayoría en la Cámara de Representantes.
La sociedad estadounidense está dividida en bandos enconados, y quien gane la Casa Blanca enfrentará el desafío de gobernar en medio de tan profundas divisiones. La campaña ha puesto de manifiesto lo estratificado que se ha vuelto el país. La base de apoyo de Trump está entre los votantes blancos, de menores ingresos y niveles de educación. Los votantes de mayor nivel educativo, sobre todo las mujeres, y los de color, sobre todo los afroestadounidenses, prácticamente han abandonado el Partido Republicano durante el cuatrienio de Trump.
¿QUÉ DICE EL VOTO ANTICIPADO?
Hasta el viernes por la tarde, 86.8 millones de personas habían votado en las elecciones presidenciales. Eso equivale al 63 por ciento del total de boletas presentadas en los comicios de 2016. La mayoría de los expertos electorales creen que en estas participarán entre 150 y 160 millones de personas, lo que supondría que se ha superado el ecuador de la votación. En un estado, Texas, ya se han emitido más de los que hubo hace cuatro años.
Los demócratas tienen una importante ventaja sobre el Partido Republicano en el voto anticipado — 47 por ciento frente al 33 por ciento — según el análisis realizado por la AP de los datos de la consultora política L2.
Esto no significa que los demócratas vayan a ganar. Pero sí incrementa la presión sobre los republicanos para lograr una ventaja similar, o mayor, el 3 de noviembre.
Según el análisis de la AP, más de 1 de cada 4 boletas presentadas por el momento, el 27 por ciento, eran de votantes nuevos o infrecuentes, personas que o bien nunca han votado antes o que lo han hecho menos de la mitad de las veces que pudieron participar. Parece una gran cifra, pero no es mucho más alta que en los últimos años. La firma de datos demócrata Catalist halló que en 2016 aproximadamente un cuarto del electorado no había votado en las anteriores presidenciales.
El destino de Biden podría estar ligado a una fuerte participación de los votantes negros en los estados en disputa. Por el momento, alrededor del 9 por ciento de las boletas anticipadas son de afroestadounidenses, casi a la par con el 10 por ciento de 2016, de acuerdo con una estimación de votantes realizada por Pew Research entonces.
Los votantes negros están manteniendo su cuota en varias zonas en disputa. En Carolina del Norte suponen el 21 por ciento tanto en voto anticipado como en registros, mientras que en Georgia constituyen el 30 por ciento voto adelantado y el 32 por ciento de los electores registrados.
Un ligero descenso en la elevada participación de los afroestadounidenses en 2008 y 2012 repercutió en la derrota de los demócratas cuatro años más tarde, y la formación y sus seguidores están observando atentamente qué ocurre en esta ocasión.
Por el momento, los datos son ambiguos. Ha subido el número de afroestadounidenses mayores que han votado. Los negros de 65 años o más son ya una de los grupos demográficos más fiables en lo comicios, pero según los datos de TargetSmart, han mejorado su participación en seis estados clave: Arizona, Florida, Georgia, Nevada, Carolina del Norte y Texas.
Al mismo tiempo, de acuerdo con el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), los votantes negros más jóvenes, que son menos fiables, han depositado ya más votos que en 2016. Este es un indicio del aumento del compromiso de un sector del electorado que bajó en 2016.
Según el sindicato, los votantes negros se están recuperando de los efectos de la pandemia del coronavirus y del colapso de la economía, que golpeó especialmente a su comunidad, además de las movilizaciones contra el racismo en el país. Esto les motiva a superar los persistentes obstáculos para votar, dijo Mary Kay Henry, presidenta internacional de SEIU.
“Las comunidades de color se han enfrentado estas múltiples crisis”, dijo Henry apuntando que eso ha reafirmado su decisión de votar.