En el primer día del megarecorte de agua en el Valle de México, debido a obras de mantenimiento en el Sistema Cutzamala, habitantes de la Delegación Iztapalapa –hoy Alcaldía– no se muestran ni sorprendidos ni inquietos por la emergencia: por cuatro décadas, dicen los mayores, han sufrido permanentemente la escasez del vital líquido y también han pagado, con su propio dinero, por un servicio que los gobiernos federal, de la Ciudad de México y de la ahora Alcaldía no les han dado, aún cuando es un derecho humano establecido en la Constitución Mexicana.
El corte de agua que inició este 31 de octubre en 13 alcaldías de la Ciudad de México se prolongará al próximo 4 de noviembre, aunque las autoridades informaron que el servicio se restablecerá por completo hasta 72 horas después.
Ciudad de México, 31 de octubre (SinEmbargo).- Para los vecinos de la colonia Primera Ampliación de Santiago Acahualtepec, en la Delegación Iztapalapa, la escasez de agua no es un problema derivado del recorte de agua que comenzó este miércoles en el Valle de México y que se prolongará, al menos, hasta el próximo domingo. Desde hace más de 40 años tienen que esperar a que llegue el día jueves para poder tener un poco del líquido, y se han acostumbrado a una rutina en la que el acarreo y el pago de gastos extras por pipas, garrafones de agua purificada y lavanderías son la única oportunidad para asear su casa, ropa y alimentos.
Quienes han vivido en la zona desde su juventud sueñan con recibir agua en cantidades suficientes y con un color que les genere confianza, diferente al ya cotidiano que es amarillo o café, y que algunas veces viene acompañado con pequeños animales y gusanos que tienen que colar con telas.
Les han prometido muchas veces acabar con el problema, sin embargo la solución continúa presentándose como una imposibilidad a pesar de que en la misma colonia se encuentra una planta de bombeo de agua. Entre las alternativas para contar con el recurso está el uso de pipas, las que “se supone no cuestan nada” pero en las que invierten entre 200 y 300 pesos en propinas para los piperos. Por los garrafones de agua purificada, con la que cocinan y algunas veces hasta se bañan, pagan entre 10 y 12 pesos: 120 pesos semanales si se considera el uso de 10 contenedores.
Los menos afortunados se quejan de enfermedades de la piel e infecciones ocasionadas por el contacto con el agua sucia y los más viejos no tienen otra alternativa más que esperar a que “caiga el agua”, ya que a su edad “nada más se arriesga uno” al ir a pedir a la delegación una pipa gratuita a las dos o tres de la mañana.
El megarecorte de agua de esta semana no es una preocupación para quienes desde hace más de cuatro décadas saben lidiar permanentemente con la escasez, cuando este servicio representa un derecho humano y así está registrado en la Constitución Mexicana.
IZTAPALAPA, EN EMERGENCIA PERMANENTE
De acuerdo con el estudio “Las Estadísticas del Agua en México”, elaborado por la Comisión Nacional de Agua (Conagua), en 2016 la Ciudad México contaba con un total de 8 millones 883 mil 416 habitantes, de los que 98.91 por ciento tenía acceso a agua. A su vez, el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2017 estimaba que sólo 0.85 por ciento de las viviendas en Iztapalapa no disponían de agua entubada por la red pública.
Los informes no consideran, sin embargo, que la mayoría de los servicios de agua brindados para esta Alcaldía no son diarios y tampoco las 24 horas del días. Un estudio sobre la demarcación realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres demostró que el déficit de suministro es cercano al 35 por ciento, por lo que el tandeo se convierte en una de las opciones más viables para la distribución. Según datos de la propia Alcaldía, casi el 25 por ciento del suministro en la demarcación proviene de este método, proporcionando agua a 68 colonias.
El tandeo, explica Rosario Escobedo, habitante de Iztapalapa, suele hacerse a través de pipas para las que se tiene que ir a tomar un turno a las dos o tres de la mañana. Quienes lo hacen tiene prioridad para ser atendidos por la mañana; además tienen que pagar los servicios de los piperos, quienes piden propinas que van desde los 100 a los 300 pesos.
Doña Lupita, quién llegó a Santiago Acahualtepec cuando su hijo mayor tenía dos años y hoy tiene 45, siempre ha tenido problemas de agua. Paga 700 pesos para que le llenen la cisterna, la cuál vacía en una o dos semanas. Asegura que si pudiera hacerlo iría ella misma por el agua, sin embargo considera que ya es demasiado adulta para acarrear y “montarse a una pipa”.
“Paga uno más comprando la pipa que lo paga uno en el gobierno”, explica doña Lupita, luego de confirmar que el agua en la colonia ha sido condonada debido a que sólo es enviada una o dos veces por semana.
“Allá en mi casa no cae una gota, no hay nada, tengo la cisterna vacía porque no hay agua. Ya tenemos tiempo que no tenemos agua, nos mandan, a veces, dos veces a la semana de agua(..) Yo si pudiera yo iba traer la pipa, pero ya estoy vieja y no me voy a andar trepando en una pipa, me caigo y me sale más caro”, dice Lupita.
Celia Terrazas también vive en la demarcación desde hace más de 30 años. Ella gasta el agua como si fuera “agua bendita” y se baña a “jicarazos” con un poco de agua de garrafón. Recuerda que desde el sismo de 1985 la situación de escasez ha sido dura, por lo que al menos una vez a la semana dedica dos horas al día para acarrear agua –desde una llave que tiene en el patio– hacia los tinacos que ha acondicionado en su azotea para retener el líquido.
Celia se lamenta por la falta de agua, pero también por la mala calidad con la que la recibe; no siente confianza para lavar sus alimentos con ella, por lo que tiene hervir y comprar agua embotellada extra.
“Comparamos agua de garrafón para bañarnos y hacer la comida porque con el agua de la llave ni podemos hacer la comida, porque todo el tiempo sale agua de tamarindo, bien apestosa. Esa es otra: porque lavamos la ropa con agua de los tinacos y sale la ropa blanca manchada porque es agua amarilla”, explica.
LA MALA CALIDAD DEL AGUA
Entre 2009 y 2016, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal ( CDHDF) recibió un total de mil 2017 quejas relacionadas con el derecho al agua y el saneamiento. La mayoría de ellas fue realizada por excesos de cobro. Sin embargo, otras también consideraron la mala calidad del líquido.
No existen cifras que puedan arrojar la cantidad de personas que padecen de este problema, pero los habitantes de Iztapalapa han denunciado en múltiples ocasiones que el agua llega sucia, con basura, con animales, con mal olor y con una coloración que no es natural.
Mariano Sánchez y su esposa se dedican a la venta de frituras y de “chicharrones preparados”. Como vendedores de comida procuran limpiar bien sus alimentos para no generar enfermedades. Ellos sueñan con tener agua azul como la vieron en uno de sus viajes Michoacán, ya que les gustaría no sentir el picor después de bañarse.
“Hemos salido a Michoacán y yo digo: ‘¡pero que agua tan bonita!, hasta azul se ve de lo limpia que es’. Yo digo: ‘que así nos mandaran el agua, qué padre!. Ya así uno no gastaba en agua de garrafón”, comenta Mariano.
Junto a los problemas ya mencionados, las personas con escasez de agua limpia suelen padecer problemas de salud.
Rosa Moreno Sánchez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de Méxicop (UNAM), explica que la falta de esta líquido impide el desarrollo de hábitos comunes como lavarse las manos después de ir al baño y antes de cocinar, contribuyendo a ala salud de las personas.
Los mismos habitantes señalan como comunes las infecciones o “ronchas en la piel” que afectan principalmente a los recién nacidos que aún tienen “su piel delicada”.
No contar con agua durante el corte de suministro de esta semana no es una contingencia menor. Pero para los habitantes de Iztapalapa no genera inquietud ni sorpresa: es una población acostumbrada a no contar con un servicio que por Ley deberían tener garantizado.