CREEL: ÉSTA, SU SEGUNDA VEZ…

31/10/2011 - 12:00 am

Parece conocer bien este sitio. Es la antesala del poder, el casillero adecuado para anunciar jaque; dos pasos antes del galardón definitivo y único: la Presidencia de la República. Es el mismo punto en el que puede llegar la derrota y el jugador, sin remedio, debe dar marcha atrás. Justo como le ocurrió  en la pasada elección federal, de 2006, a este hombre que ahora se ha puesto de tres cuartos frente al fotógrafo con un movimiento que surgió casi con naturalidad.

Santiago Creel Miranda muestra experiencia al posar como aspirante a la candidatura del Partido Acción Nacional (PAN), del cual es miembro desde 1999. La luz, colada por el ventanal de la sala de juntas de “México Adelante”, el movimiento que lo respalda, le ilumina un gesto sereno. Es un mediodía de octubre de 2011 en la colonia Polanco de la Ciudad de México y Creel tiene 56 años de edad. No se muestra avaro con el tiempo. No ve el reloj, aunque asume que la tarde le anuncia una larga lista de entrevistas. Una vez más, como hace seis años, se le ve cómodo en su traje de precandidato.

Es, en estos momentos, lo más parecido a un hombre con un papel en blanco enfrente: quiere aprender de los errores, dejar atrás la imagen de político meteórico, las desavenencias tejidas como secretario de Gobernación. Pretende capitalizar esa simpatía que lee en las encuestas que le entrega Parametría. Es puntero, por encima de Josefina Vázquez Mota y muy lejano a Ernesto Cordero.

En las elecciones de candidato dentro del PAN, él hubiera preferido un sistema abierto al voto de la sociedad, aunque apoya que el proceso sea a través de militantes y adherentes. Cuando hace su proyecto de país, pone a la educación como el trazo principal. Y entonces, inevitable, aparece el nombre de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y fundadora del Partido Nueva Alianza: Elba Esther Gordillo sostuvo en reciente intervención radiofónica que ayudó a ganar a Felipe Calderón en el 2006 y que Creel, en mayo de 2011, la invitó a desayunar a su departamento de San Diego, California, para tramar una alianza.

 

–¿Cómo está su relación con Elba Esther Gordillo?

–No tengo relación. No tengo relación  –dice con vehemencia y niega con la cabeza en señal de contundencia.

“De ninguna manera –sigue Creel– sacrificaría al sistema educativo por votos en las urnas, esos votos para mí serían mal habidos. Y que cualquier otro se beneficie de ellos… El punto más importante del país es que podamos reconstruir el sistema educativo porque yo estoy convencido que no hay mejor instrumento para igualar a desiguales en el mediano y largo plazo que la educación. Es el gran instrumento que tiene el Estado”.

 

–¿Cómo puede lograrse la revolución educativa?

–El elemento más importante sin duda es reconvertir el principio de cantidad por calidad pero el segundo elemento fundamental para mí es hacer nuestra educación pública auténticamente pública. Hoy en día nuestra educación es de dos, o del gobierno o de la cúpula magisterial, con los sesgos que tiene la relación con el gobierno. Lo primero que yo buscaría es devolverle la educación pública a la sociedad. Es la mejor manera de hacerla pública, con la integración de padres de familia, para ir reformulando el sistema educativo nacional. Lo tercero que yo vería es que en el sistema educativo evaluar también es educar, en el caso mexicano. En primer lugar ubicarnos dónde estamos en todo. Por eso requerimos una evaluación, que ya hay muchas y hay diversos diagnósticos, pero que no está por demás hacer una integral del sistema, de tal manera que nos permita evaluar estudiante por estudiante, escuela por escuela, director por director, evaluar maestro por maestro, empezando por contar con un padrón que hoy no existe…

 

–¿Significa reposicionar al sindicato?

–Yo digo que no es un tema de naturaleza sindical. Aunque tiene que platicarse y negociarse con el sindicato, es un tema de esencia educativa que tiene repercusiones de carácter laboral y que debe buscarse llegar a un justo medio de las cosas para que esto pueda funcionar porque todavía las plazas que no se concursan son muchas y todavía los ascensos, ninguno de ellos está vinculado a un sistema de evaluación que permita ir recomponiendo un sistema en cuanto a su calidad. Ni siquiera tiene el componente de la capacitación del sistema de vista de la evaluación.

 

Este no es el primer Creel en la antesala del poder. Un siglo antes de que naciera, su bisabuelo, Enrique C. Creel Cuilty, gobernador de Chihuahua de 1904 a 1910, se convirtió en el sucesor natural de Porfirio Díaz, según el historiador Lorenzo Meyer. Pero estalló la Revolución Mexicana. La familia Creel viró sus  planes políticos y de vida. Los Creel vivieron en Estados Unidos, en el exilio. Con los años, rehicieron la fortuna familiar. Esa genealogía es el equipaje de Santiago Creel, el abogado que abandonó las causas ciudadanas para convertirse en político. El panista que hoy consiente en hablar del futuro. Se le dice: “Eso ocurrirá en el periodo creelista”. No rechaza la frase. La repite: “Sí, en el periodo creelista”.

 

–¿Cómo continuará la lucha contra el crimen organizado?

–Con una estrategia diferente.

 

–¿Por dónde viraría?

–Desde la estrategia en sí. Haré una estrategia focalizada que priorice sobre la que más genera violencia. Que sea instrumentada por una nueva institucionalidad civil y que se aboque a los focos rojos que veo en el mapa que tienen que atenderse de manera inmediata: el sistema carcelario penitenciario, carreteras, 25 municipios de enorme vulnerabilidad hacia el crimen organizado dentro de un contexto de 200 municipios donde  hay violencia del crimen organizado, en donde un instrumento fundamental es el combate de las finanzas de los criminales, pero también el fortalecimiento de los fiscales federales y la nueva institucionalidad que opere todo esto; debería ser una especie de DEA mexicana dentro de una secretaría del interior nueva, algo que agrupe lo que hoy está disperso en distintos mandos. Es increíble que en el peor mal que estamos padeciendo que es la violencia y la inseguridad, no exista una institución correspondiente que enfrente esa problemática.

 

–¿Se endurecería la Ley de Lavado de Dinero?

–Pues más que endurecerse espero poder sacar adelante la iniciativa que yo mismo planteé y que ya fue aprobada en Cámara de Senadores y que ahora está al arbitrio de los diputados del PRI porque no la han querido pasar por más de prácticamente un año.

 

–Le tocaría resarcir un daño muy importante. Miles le van a decir: “¿Dónde está mi hijo?”.

–Yo pienso que (ello) debe ir por dos caminos, un camino es la transparencia; es decir, tenemos que saber la historia de qué pasó con cada quién y segundo, el deslindar responsabilidades y ahí es la tarea más difícil pero más necesaria porque no solamente es saber la historia, no solamente es saber la verdad sino también hacer justicia o en otras palabras aplicar la ley sin más, sin generar un juicio anticipado de las cosas pero sí es muy importante que cada crimen se sepa y se sancione.

 

Todo cambia

Recién nombrado secretario de Gobernación en 2000, Creel recordó que apenas seis años antes había pisado por primera vez el Palacio de Covián, sede de la dependencia, por invitación de Jorge Carpizo McGregor, entonces a cargo de la cartera. En esa ocasión, Creel iba en grupo. Lo acompañaban José Agustín Pinchetti, Ricardo Pozas Horcasitas, José Woldenberg Karakowsky, Fernando Zertuche y Miguel Ángel Granados Chapa. Todos serían parte del primer consejo ciudadano del Instituto Federal Electoral, naciente en aquel tiempo.

Seis años después, Miguel Ángel Granados Chapa (cuya muerte ocurrió este mismo octubre) lo calificó como “candoroso, inexperto, demócrata venido a menos”. Creel había elegido dejar la Secretaría de Gobernación para aspirar por la candidatura del PAN.

Era difícil que alguien pronosticara lo que al final ocurriría; lo que a la postre, el mismo Creel ha llamado “derrota”. La candidatura del PAN la ganó Felipe Calderón. Y aquella ventaja de la que gozaba, como candidato del Presidente, se diluyó en las votaciones de los panistas. Fue ese momento cuando hubo que retroceder.

Esta vez, Santiago Creel no es el delfín presidencial. No se encuentra en el Palacio de Covián, el despacho de la Secretaría de Gobernación, desde el que en 2005 solía hablar con los reporteros, una vez que decidió aspirar a la candidatura de su partido.

En septiembre de 2006 se convirtió en senador. Hace unos meses pidió licencia y decretó: “Quien sea el candidato oficial o se perciba serlo, va a perder”.

Este mediodía, Santiago Creel sonríe cuando escucha que los escenarios cambian, que ahora, hablará para un medio de periodismo digital y no para un impreso.

 

–¿Ha cambiado su proyecto de país respecto a 2006?

–Sin duda. Yo creo que el elemento más distintivo es el elemento social que tiene que ver con el gran dique de la desigualdad. Entonces el proyecto que encabezo es un proyecto de romper esos diques, de reordenar los intereses creados que tiene el país de buscar que no sea un pequeño grupo el que decida las cosas, sino que podamos realmente democratizar esos diques, de tal manera que no sean los intereses de unos cuantos; (que no) sea la economía donde muy pocos tienen mucho y muchos tienen muy poco,  (que) realmente seamos un país de cohesión social y de igualdad.

 

–¿Cual es la enseñanza de 2006? Usted a veces la ha llamado “derrota”, ¿es eso, senador?

–Es un resultado que a mí me ha permitido aprender de mis errores, que me ha permitido corregirlos y que me ha permitido ir construyendo una fortaleza de lo que aparentemente en un inicio fue una debilidad.

 

–¿Para qué otra vez?

–Para consolidar un cambio que todavía está pendiente. Un cambio que permita romper los diques que han frenado el desarrollo del país. Diques de intereses que todavía están presentes en la economía, en los gremios, en el campo, en la política, en el sistema de partidos, en la política social; diques que se ven con mucha claridad presentes en el sistema educativo, en cómo hemos abordado el problema de la energía en el país y también lo que debe ser el desarrollo sustentable con el medio ambiente; diques que se reflejan y tienen un rostro muy nítido en la mujer mexicana, todavía padeciendo una cultura machista que se ramifica de muchas maneras; diques que han impedido que millones de jóvenes sigan estudiando o encuentren trabajo; diques que igualmente piden que adultos mayores gocen de una pensión digna y justa; que les retribuya los años de trabajo que han aportado a su familia y al país; diques que no han permitido que transite una cultura que le abra las puertas a los discapacitados, diques que siguen frenando el combate a la pobreza y que de seguir así nos tardaríamos prácticamente un siglo en arrancar la pobreza o un siglo de tener una educación de calidad en los tres niveles…

 

Aquí está el hombre que en los noventa, fabricó fama de abogado conciliador. El que obtuvo relevancia cuando medió entre el equipo del candidato electo a la Presidencia de la República, Ernesto Zedillo y el dirigente del éxodo por la Democracia, Andrés Manuel López Obrador. Logró que aquel movimiento no se desbordara. Algunas manifestaciones de simpatizantes del hoy precandidato por el PRD, PT y Convergencia habían tomado carreteras y pozos petroleros.

En 2006, Creel se despojó del traje de dirigente ciudadano y  aceptó integrar el llamado “gabinetazo” de Vicente Fox. Desde esa cartera obtuvo algunos de sus estigmas: el otorgamiento de permisos para operar casinos (entrega de concesiones a Televisa), el decreto por el que de manera oficial desapareció el tiempo oficial que radiodifusoras y televisoras le pagaban al gobierno (el “decretazo”) y el proceso en que Canal 40 perdió su concesión (“Chiquihuitazo”).

 

–Como primer mandatario, ¿qué relación le interesaría con las televisoras?

–Una relación de Estado y esa relación de Estado significa entidad reguladora sin conflicto de interés para generar decisiones y cumplimiento de la ley por encima de cualquier otra situación, y velar auténticamente cualquier visión de Estado por el bien común”.

 

 

Cómo gobernaría

–Ha dicho usted que formará un gobierno de unidad nacional, es decir de soluciones nuevas a problemas viejos, ¿todavía piensa en la Presidencia compartida?

–Sí, por supuesto una presidencia moderna y democrática es una presidencia que agrupa, que suma, que multiplica que no resta. Es una presidencia que hace de la pluralidad una fortaleza y no una debilidad.

 

–¿Cómo la formaría en la coyuntura mexicana?

–Buscando que si no se llega o si no llego con una mayoría estable en el Congreso, buscar las fuerzas políticas que quieran acompañar a un proyecto progresista democrático, que podamos convenir un programa de gobierno en donde claramente encontremos nuestras coincidencias que nos den esa unidad. Buscar separar las diferencias y poner el acento en las coincidencias, lo mismo en una agenda legislativa que soporte ese programa de gobierno y un gabinete de integración plural que permita ejecutar y operar y mantener el gobierno de unidad nacional.

 

–¿Proporcionalmente estarían repartidas las secretarías de Estado entre los partidos?

–Todo depende de las circunstancias. Yo creo que lo que es muy determinante es cuál es el porcentaje final en la urna y cómo está la correlación de fuerzas en el congreso y el resto del país, y dependiendo de eso y también fundamentalmente de lo que pueda congregarse en un campo común de ideas y de propuestas con la agenda legislativa entonces habrá que tomar las decisiones de quién y cómo se ejecutarían esas políticas entre un gabinete, pero no necesariamente un gobierno de cuotas, no creo yo en las cuotas, lo que sí creo es que la pluralidad permita traducir su fuerza en un programa y en una ejecución.

 

El precandidato albiazul se despide con cortesía. Menciona que tendrá una hora de vacaciones, la de la comida. La tarde no anuncia pausas.

 

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