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Alejandro De la Garza

31/08/2024 - 12:02 am

Fracasos de la IA en la política y más…

“El alacrán no quiere entrar en honduras con respecto a la inteligencia artificial, pues como bien sabemos, los muchos paraísos tecnológicos prometidos siempre terminan en distopías pobladas de chatarra cibernética”.

“La herramienta también puede ser utilizada para labores más pedestres, como organizar listas de correo electrónico o bases de datos de votantes”. Foto: Pixabay.

El sino del escorpión observó durante la pasada campaña electoral a la Presidencia del país, el video de la entonces candidata Xóchitl Gálvez elaborado mediante Inteligencias Artificial (IA). En las redes sociales de su equipo se reportaron un total de ocho producciones con IA, pero en particular uno de estos videos tuvo más de un millón de reproducciones en sólo dos días. En esa imagen se veía a la nueva vocera oficial de la candidata, ella misma pero identificada como “iXóchitl”, recreada con IA como una candidata joven, de piel tersa y blanca, que invitaba a los electores a votar por su candidatura. Su intención era demostrar que la tecnología era su mejor aliada y que ella sí era “la candidata a la vanguardia en IA”.

Como sabemos, de poco sirvió este apoyo tecnológico a la candidata derrotada, pero para su consuelo, este fenómeno de falta de confianza en la IA se ha repetido en varios países, sobre todo en Estados Unidos, donde la utilización de candidatos virtuales o incluso clonados por la IA, ha llevado a la gente a desconfiar de esta herramienta, según informa el New York Times en su nota “El año de elección de las IA… que no fue” (21-08-24), donde documenta cómo más de 30 compañías tecnológicas estadounidenses han dirigido desde enero pasado sus herramientas de IA hacia las muchas campañas electorales del próximo noviembre en ese país (incluida la campaña a la Presidencia). Pero los políticos se han mostrado cautelosos, los electores dudosos y la mayoría de la gente desconfiada.

La nota ejemplifica con el caso del empresario Matthew Diemer, candidato al Congreso en Ohio, cuya voz fue recreada (back voice technology) por la compañía de IA Civox para realizar decenas de miles de llamadas personalizadas a los votantes, incluso utilizando “su característico sentido del humor”. El resultado: las personas cortaban la llamada en los primeros segundos, en cuando la voz advertía que era un “voluntario” de IA trabajando para el candidato. También otro robot de llamadas generado con IA, que imitaba la voz del presidente Biden durante las elecciones primarias de New Hampshire, fue denunciado por varias organizaciones y tuvo que ser investigado por las autoridades.

Como no podía quedarse atrás en esto de la manipulación cibernética, hace dos semanas el expresidente y candidato Donald Trump posteó en su propia red social, “Truth Social”, una imagen generada por IA de la popular cantante Taylor Swift, en la que supuestamente muestra su apoyo al magnate convicto de 34 cargos criminales. La respuesta de los fans de la cantante fue de ira y condena. “Las campañas políticas de por sí enfrentan problemas de confianza”, advierte el consultor político consultado por el NYT, Phillip Walzak: “Ningún candidato quiere ser acusado de postear deepfakes (imágenes falsas generadas por IA) en las elecciones o utilizando la IA para engañar a los votantes”, advirtió. A su vez, la compañía BHuman, especializada en crear imágenes con IA, también ha fracasado al ofrecer a los candidatos recrear su imagen virtual en videos personalizados dirigidos a los votantes, una clonación del rostro y la voz perfeccionada con IA que al parecer no despierta la confianza alguna en los electores. ¿Será esto lo sucedido a la candidata iXóchitl Gálvez?

No obstante, en otros países como la India, la IA ha resultado políticamente útil. La compañía Patrsonaliz.ai ha trabajado con más de 30 políticos en las elecciones nacionales de este año en aquel país. Su programa de IA creó videos en los que los candidatos interactuaban con los votantes en la red Linkedin, a través de sitios web o al enviar imágenes a los teléfonos inteligentes mediante WhatsApp o mensajes de texto. Esta compañía se está expandiendo ya al Sudeste asiático y algunos países africanos, pues se habla de que incluso pueden clonar completamente a los candidatos y llevarlos “de cuerpo presente virtual” a presentaciones y mítines políticos. Además de estos usos de las IA, que por sus elevados costos podríamos llamar “vip”, la herramienta también puede ser utilizada para labores más pedestres, como organizar listas de correo electrónico o bases de datos de votantes.

En México, según reporta el estudio de Santander y Endeavor dado a conocer el 21 de agosto pasado, en los últimos seis años la cantidad de empresas dedicadas a la IA que se han instalado en México ha crecido casi 10 veces, pues en 2018 se tenían contabilizadas 34 y actualmente suman 362, lo que coloca a nuestro país como una potencia en lo referente a la transformación digital. De estas más de 300 firmas dedicadas a temas de inteligencia artificial que operan en el país, 49 por ciento se encuentran en la Ciudad de México, 10 por ciento en Jalisco, 9 por ciento en Nuevo León y el resto se divide en las demás entidades.

El alacrán no quiere entrar en honduras con respecto a la inteligencia artificial, pues como bien sabemos, los muchos paraísos tecnológicos prometidos siempre terminan en distopías pobladas de chatarra cibernética o peor, en máquinas asesinas rebelándose contra sus creadores. Ante ello, el venenoso recurre (con su usual y bien ganado pesimismo universal), a Kate Crawford y su libro Atlas de inteligencia artificial: Poder, política y costos planetarios (FCE Argentina, 2023), donde expone:

“La IA no es artificial ni inteligente. Más bien existe de forma corpórea, como algo material, hecho de recursos naturales, combustible, mano de obra, infraestructuras, logística, historias y clasificaciones. Los sistemas de IA no son autónomos, racionales ni capaces de discernir algo sin un entrenamiento extenso e intensivo. Se trata de sistemas diseñados para servir a los intereses dominantes ya existentes: son, finalmente, un certificado de poder”.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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