Las personas creen que si viajan en contingente podrían librarse de las redes de trata, la extorsión y otras formas de actuar del crimen organizado, plantea. La migración del siglo XXI es una expresión más de la violencia estructural que se vive en los países de origen y que se extiende en los países de tránsito y destino.
Por Brenda Macías
Ciudad de México, 31 de agosto (SinEmbargo).– Las autoridades y el crimen organizado violan sistemáticamente los derechos humanos de las personas en situación de movilidad, expone la doctora Cristina Gómez Johnson, coordinadora de la Maestría en Historia de la IBERO.
En los últimos 20 años, la política migratoria de México y Estados Unidos está centrada en la seguridad fronteriza y no en la gestión de las migraciones. La observación de la doctora Gómez Johnson está respaldado por la investigación documental y de campo Viejas y nuevas movilidades humanas: el circuito migración internacional/desplazamiento interno forzados, el caso de México y Colombia, financiada por la División de Investigación y Posgrado de la IBERO.
Algunos de los resultados de la investigación están en el artículo “Transformaciones en las migraciones contemporáneas en México (2000-2019). Acercamiento a las violencias y solicitudes de refugio”, publicado por la revista Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, en el año 2020. El texto fue escrito en colaboración con la doctora Fernanda Espinosa Moreno, del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Colombia.
En un video publicado por el canal de YouTube de la División de Investigación y Posgrado, las académicas detallan que los resultados de la investigación confirman lo que otras investigaciones de este tipo reportan: no se vela por la seguridad de los migrantes, los actores que más los vulneran son autoridades de la Guardia Nacional –en su momento de la Policía Federal– y del Ejército.
Desde el año 2001, luego del atentado terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York, la política migratoria de Estados Unidos se ha desmejorado. En el tiempo histórico observado en la investigación, México se ha convertido en un país de destino y la respuesta del país para dar asilo ha sido insuficiente, destacan.
Para llegar a estas conclusiones, la doctora Cristina Gómez Johnson y la doctora Fernanda Espinosa realizaron búsquedas bibliográficas, hemerográficas, entrevistas semiestructuradas, observación participante, revisión de bases de datos oficiales y monitoreo de medios. Así como trabajo etnográfico en estaciones migratorias de Tapachula, Chiapas; Ciudad de México y Tijuana, Baja California.
Las académicas detectan que las caravanas migrantes son un ejemplo de cómo ha cambiado la movilidad humana en los últimos 20 años. A partir del encuentro con las personas, las académicas precisaron que las caravanas migrantes se organizan por medio de las redes sociales y tienen su antecedente más cercano en los movimientos de las madres buscadoras de sus hijas e hijos desaparecidos.
En las caravanas se vive al límite, en condiciones de peligro y precariedad. Las caravanas de migrantes se caracterizan por una falta de información sobre las dimensiones del peligro de cruzar por México. Las personas desconocen las múltiples expresiones y actos de violencia que podrían experimentar en su viaje, relatan las migrantólogas.
Las personas creen que si viajan en contingente podrían librarse de las redes de trata, la extorsión y otras formas de actuar del crimen organizado, plantea. La migración del siglo XXI es una expresión más de la violencia estructural que se vive en los países de origen y que se extiende en los países de tránsito y destino, refirieren.
El tema de su investigación permanece vigente ante el éxodo de ciudadanas y ciudadanos haitianos que están buscando refugio en otros países de América Latina y el Caribe, y en Estados Unidos por las catástrofes ambientales y terremotos. A este movimiento habrá que sumar a las niñas y mujeres afganas, quienes son las más vulnerables ante el retorno del régimen Talibán en aquel país de Medio Oriente, expone.