Azevêdo decidió aceptar la oferta de la multinacional Pepsi, de la que será vicepresidente ejecutivo y responsable de asuntos corporativos y comunicaciones.
Al interior de la OMC se enfrentan desafíos políticos con EU por el Órgano de Apelación que, desde el pasado 11 de diciembre no tiene jueces que reemplacen a aquellos que cumplieron sus mandatos.
Por Isabel Saco
Ginebra, 31 de agosto (EFE).- La Organización Mundial del Comercio (OMC) queda descabezada desde hoy y por un plazo incierto tras la decisión de su director general, el brasileño Roberto Azevêdo, de abandonar su cargo un año antes del fin de su mandato tras ser fichado por una multinacional.
Azevêdo, quien fue elegido para dirigir la OMC en 2013 y reelegido para un segundo mandato en 2017, deja la organización en lo que es, literalmente, su peor momento por su escasa capacidad de concluir acuerdos que favorezcan el comercio global y por la animadversión que le tiene el Presidente estadounidense, Donald Trump.
LAS FACETAS DE LA CRISIS
La OMC estuvo al borde de un cierre administrativo a finales de 2019 por la reticencia de la Administración estadounidense de aprobar su presupuesto, lo que hizo a último minuto y tras asegurarse de que éste no incluía partida alguna para los árbitros del Órgano de Apelación que concluían su mandato.
Esa instancia se ha convertido en el rehén de Trump y el medio a través del cual impide que la OMC cumpla a cabalidad su función de dirimir en disputas comerciales entre los países miembros, ya que su función es emitir dictámenes en última instancia que los estados están obligados a cumplir.
Sin embargo, Estados Unidos impide desde el pasado 11 de diciembre el funcionamiento del Órgano de Apelación con su negativa a aprobar el nombramiento de los jueces que reemplacen a aquellos que cumplieron sus mandatos.
Si en una situación normal ese órgano funciona con siete miembros, entre 2016 y 2019 lo hizo con apenas tres (quorum mínimo), pero en diciembre dos de ellos terminaban sus funciones, dejando a un solo juez en ejercicio.
EL PEOR MOMENTO PARA ABANDONAR EL BARCO
Es en medio de esta parálisis institucional y de la mala imagen que acarrea que Azevêdo decidiera aceptar la oferta de la multinacional Pepsi, compañía para la que trabajará a partir de mañana mismo, 1 de septiembre.
Su nueva función será la de vicepresidente ejecutivo y responsable de asuntos corporativos y comunicaciones, un puesto recién creado y que será estrenado por el brasileño, ingeniero de formación y diplomático de carrera.
“Azevêdo se encargará de reforzar los esfuerzos de PepsiCo en sus relaciones con gobiernos, entidades reguladoras, organizaciones internacionales y partes interesadas no gubernamentales”, explica el comunicado emitido por la firma al anunciar su fichaje.
La amplísima red de contactos que Azevêdo ha podido tejer durante sus siete años al frente de la OMC corresponde perfectamente a las funciones que su nuevo empleador le ha encargado y que espera pueda cumplir de forma cómoda con la libreta de teléfonos que se lleva con él.
“Estoy encantado de unirme a PepsiCo en un momento en el que el fortalecimiento de las relaciones entre las empresas, los gobiernos y la sociedad es esencial para generar crecimiento durable e inclusivo a largo plazo”, ha dicho por su parte Azevêdo en una declaración que difundió al confirmarse su nuevo puesto.
LA DECEPCIÓN
“Qué vergüenza, aludir a motivos personales y pasarse al sector privado. Esto es sálvese quien pueda”, comentó a Efe sobre el cambio de camiseta de Azevêdo una diplomática europea acreditada ante la OMC en Ginebra.
Además de aludir a “motivos personales”, el exdirector general aseguró a las delegaciones y a la prensa que su decisión de dejar la OMC con un año de anticipación tenía que ver con su voluntad de que el proceso de selección de su sucesor no perturbase la preparación de la conferencia ministerial de la OMC prevista para julio de 2021.
“El señor Azevêdo decidió dejar el puesto de manera oportunista, cuando la organización está hundida en su peor crisis”, dijo a Efe el expresidente del Órgano de Apelación de la OMC Ricardo Ramírez.
“Siempre he pensado que él nunca tuvo un verdadero interés por sacar adelante la organización y esto únicamente lo confirma”, afirmó el experto, quien es catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ramírez se mostró de acuerdo con la necesidad de que se instituya una regla en la OMC y otras organizaciones multilaterales para regular el paso de un alto cargo al sector privado.
Más allá de la decepción general que causó el anuncio de su partida, algunos también han resaltado la gran capacidad de trabajo de Azevêdo y la forma como la puso al servicio de la OMC, aunque sin grandes resultados.
EL LEGADO Y EL FUTURO INMEDIATO
Dentro de la organización, Azevêdo tomó iniciativas sobre cuestiones de género, contra el acoso laboral y sexual, y el abuso de poder.
Asimismo abrió la Organización al sector privado para incitarle a ofrecer ideas sobre sus necesidades para avanzar en favor de un comercio basado en reglas y no en la ley del más fuerte.
Se recuerda también que, aunque mantenía la distancia con el personal, era un jefe respetuoso y dispuesto a escuchar.
A partir de hoy la marcha de la OMC dependerá de sus cuatro directores generales adjuntos, que serán los responsables de las decisiones en sus respectivas áreas hasta que se elija a un director general, lo que debería ocurrir a más tardar el 7 de noviembre si EU decide apoyar este proceso.
La Administración estadounidense ha sido claramente la peor piedra en el zapato de Azevêdo, quien en privado decía que la situación de la OMC podía haber sido todavía peor si no hubiese logrado contener la agresividad de la Administración Trump.
Lo que está claro es que Azevêdo se va satisfecho consigo mismo, como lo mostró en su última conferencia, en la que ante la pregunta de cómo autocalificaría su trabajo en la OMC en una escala del uno al diez, respondió que se pondría doce.
El comentario no cayó bien a todos y según comentó, también en privado, su madre -quien había visto la conferencia de prensa en Brasil- le regañó luego por su falta de humildad.