Panamá, 31 ago (EFE).- Jóvenes latinoamericanos de la organización internacional RET presentaron hoy en Panamá una campaña contra la xenofobia y afirmaron que la palabra es la mejor arma para luchar contra la discriminación racial.
“Cuando una familia se moviliza en busca de protección internacional, los adolescentes y los jóvenes pierden el rumbo. El proyecto de vida se corta y en ocasiones enfrentan retos como la discriminación o la xenofobia”, indicó el responsable de comunicación de RET en América Latina y el Caribe, Markel Méndez.
La iniciativa “Lo que nos une” busca asegurar la asistencia humanitaria y la integración social, económica y educativa de los jóvenes refugiados que llegan a Ecuador, Costa Rica, Panamá y Venezuela, procedentes principalmente de Colombia, el principal emisor de desplazados en el continente, agregó.
El objetivo de la campaña, que arrancó en 2013, es enseñar a los jóvenes refugiados a responder a los actos discriminatorios sin violencia, “empoderarles” y hacer que se reconozcan “como sujetos de derecho”.
“Muchas familias piensan que como están en otro país no tienen los mismos derechos, pero hay derechos que son universales”, dijo el responsable regional de comunicación de esta organización internacional, con sede en Ginebra (Suiza), que fue creada en 2000 por la entonces Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la japonesa Sadako Ogata.
Por su estabilidad sociopolítica y su elevado crecimiento económico, Panamá ha experimentado en los últimos años la llegada masiva de inmigrantes, muchos de ellos refugiados. Esta situación ha generado cierto rechazo en algunos sectores de la población.
“Hemos visto que existe cierta aprehensión, cierta discriminación contra los extranjeros. Las informaciones que salen en los medios de comunicación (sobre robos y delitos) no ayudan a que la percepción de la gente cambie”, reconoció la directora de la Oficina Nacional para la Atención de los Refugiados en Panamá (Onpar), Yaribeth de Calvo.
En 2014 solicitaron la condición de refugiados en Panamá más de mil 400 personas, la mayoría colombianos. En agosto de este año la cifra ya supera los mil 800 solicitantes, según la Onpar, que depende del Ministerio de Gobierno de Panamá.
El joven colombiano Nilson Tribiño, que salió de la ciudad de Cali (oeste) huyendo de las pandillas, es uno de esos 1.800 aspirantes a refugiado.
“Si no me metía en una de las pandillas del barrio, me la iban a montar”, explicó a Efe.
La familia Tribiño aterrizó en Panamá hace tres años, y aunque los principios fueron “complicados” por la aversión de muchos panameños, la situación “ha ido cambiando” porque, según el joven colombiano, cada vez más personas empatizan con los refugiados y entienden su situación.
“Antes ibas a montarte en un diablo rojo (autobús típico de Panamá), te escuchaban que eras colombiano y a veces no te dejaban subir. Ahora la cosa está mejor”, afirmó.
A diferencia de Tribiño, su compatriota Santiago Aruque, que huyó de Bogotá por la violencia del narcotráfico, ve las cosas más negras y denuncia la discriminación que sienten muchos jóvenes como él en las escuelas panameñas.
“Se sienten amenazados por nosotros, como si les quisiéramos quitar su espacio”, sostuvo Aruque.
RET, que en Panamá cuenta con apoyo gubernamental y a nivel mundial está respaldada por agencias como Acnur, Unesco y Unicef, ha ayudado directamente desde su creación a más de 700 mil jóvenes y cerca de 12 mil educadores.