Gisela Pérez de Acha
31/08/2014 - 12:00 am
La cátedra de Beyonce
Beyoncé sí sabe hacer feminismo. Nos ha dado una lección. Su feminismo no da hueva, no implica conceptos filosóficos hiper complicados y estudios de maestría, acepta ser sexy y no se dedica a dar sermones. Hablo de su performance en los MTV Video Music Awards de la semana pasada. Rompió récord. Nunca antes el feminismo […]
Beyoncé sí sabe hacer feminismo. Nos ha dado una lección. Su feminismo no da hueva, no implica conceptos filosóficos hiper complicados y estudios de maestría, acepta ser sexy y no se dedica a dar sermones. Hablo de su performance en los MTV Video Music Awards de la semana pasada. Rompió récord. Nunca antes el feminismo había sido tan cool.
La silueta de Beyoncé adornaba las letras: FEMINISTA. Me da algo con esa palabra. La verdad es que durante mucho tiempo las feministas me cayeron mal. No había más. Durante diecinueve años de mi vida, todo lo que trajera ese sello me daba repele.
Tal vez fue porque crecí en una escuela de Legionarios de Cristo donde los estereotipos masculinos y femeninos no se cuestionaban, sino que se obedecían. O tal vez me creí la propia caricatura: una bola de lesbianas, feas que no se depilan. Sea lo que sea, nunca le había entendido bien. Por eso la escena de Beyoncé me pareció tan interesante.
Toda mi adolescencia pensé que las feministas se parecían mucho a una mamá regañona. La típica señora que, auto-adscribiéndose una posición moral superior, se dedicaba a apuntar el dedo para emitir juicios valorativos de absolutamente todo. La fórmula era tener más de cuarenta años, e incorporar una serie de adjetivos vacíos (¡¡misógino!! ¡¡machista!! ¡¡sexista!! ¡¡patriarcal!! …y sus derivados) para colgárselos a cualquier cosa que se les cruzara en el camino. A nadie y mucho menos a adolescentes tardíos, le dan ganas de seguir los consejos “de mamá.” Vaya prejuicio de mi parte.
¿Dónde estaban las feministas cool? ¿Por qué nunca las vi? Las feministas de mi edad, las cabareteras y trabajadoras, las queer, católicas, musulmanas, indígenas o punk. ¿Dónde estaba la diversidad y por qué no la había encontrado?
Era el año 2008 en plena discusión sobre el aborto, y el único feminismo que yo percibía era el de GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) y las Católicas por el Derecho a Decidir. Digamos que a los 19 años yo necesitaba algo más punk. Es difícil empatar con la defensa de una agenda reproductiva, cuando aún no entiendes qué significa tu cuerpo en el contexto social de un país profundamente religioso. Mi cuerpo era culpa, fuente de pecado y representación de la lujuria. Me sorprendía que GIRE reforzaba el estereotipo de mujer/madre en lugar de deconstruirlo, daban conferencias recitando letanías y se sentaban a negociar con el poder. La neta, qué hueva. Con razón el feminismo seguía sin atraerme.
Me cayó el veinte en París. Poco después del escándalito de Sin Filtro, me gané una beca, empaqué mis maletas y emprendí mi camino hacia un cuarto de quince metros cuadrados donde moría de frío, pero tomaba mucho vino. Esa ciudad merece todos los clichés que le imputan. Literalmente encontré el feminismo ahí, pero no hacía falta ir tan lejos. Lo único que faltaba, era un poco más de diversidad en el ambiente.
“La base del feminismo es que las mujeres no pertenecen al hogar teniendo hijos.” Leí la frase en un seminario, y por primera vez me sentí identificada. Nunca he querido casarme, y mucho menos tener hijos. El feminismo adquirió un poco de sentido. Coincidió con que al día siguiente vi al colectivo de protesta FEMEN en primera plana de los periódicos:
Wow. Pensé. Entraron a Notre Dame a blasfemar, desnudas contra un Papa homofóbico. Serán mis traumas de la escuela de monjas, pero me encantan las blasfemias: es mi manera de seguir rezando. Por fin el feminismo fue interesante. A los cuatro meses me uní con ellas. Eran sesiones increíbles donde aprendí a ser guerrera y protestar con el cuerpo. Los embarazos de GIRE me daban igual, pero con las guerreras entendí que mi cuerpo es lo más básico que tengo y que nadie puede decirme que hacer con él (ni siquiera otras feministas). Entendí por fin, la importancia de la lucha pro-aborto. FEMEN critica mucho a las feministas académicas diciendo que aburren, sin lograr atraer a nuevas generaciones. En ese momento les di la razón, al final fue el marketing de FEMEN el que me había hecho salir de mis prejuicios.
Regresé a México con un tono radical y con varios nuevas ideas. “No hay un solo tipo de feminismo”, me decía Estefanía Vela en plena discusión agitada y con su tono regio tan característico, “son chingos de feminismos que coexisten y reivindican cosas diferentes.” Estefanía es académica en una universidad pública. Platicábamos sobre la importancia de la diversidad en el porno, la validez del sadomasoquismo, la censura en el sexo, los diferentes tipos de acoso y la enorme diversidad sexual.
Aprendí entonces que el feminismo es que cada quien sea y haga lo que se le pegue la gana. Hay tantos feminismos como modos de vida, porque el nacer con pito o vagina no determina las reglas y roles que tenemos que seguir.
Me tomó mucho tiempo darme cuenta que el feminismo es un marco activista que busca la libertad y la igualdad entre los sexos. Es una filosofía que cuestiona los roles que hemos aprendido y que nos hacen creer que los hombres son agresivos, proveedores y racionales, mientras las mujeres son sumisas, sentimentales y amas de casa. ¿Por qué entonces parece tan complicado de entender? ¿Quién tiene tanto interés porque el feminismo tenga una connotación negativa?
Por eso Beyoncé nos dio una cátedra a todos. Hay que tomar nota.
En el minuto diez de su performance en MTV aparecieron unos tubos en el escenario, la cantante abre las piernas y se cuelga de uno de ellos. Suficiente para causar escándalo de algunos; seguro “se estaba cosificando a ella misma”. Para la sorpresa del público y los televidentes, en la siguiente escena se apaga la luz y aparece el siguiente texto en inglés:
“Le enseñamos a las niñas que no pueden ser seres sexuales como los hombres lo son. Le enseñamos a las niñas a encogerse, y hacerse más pequeñas. Le decimos a las niñas: ‘puedes tener ambición, pero no demasiada.’ ‘Puedes desear ser exitosa, pero no demasiado’. De otra manera, amenazaría al hombre.
FEMINISTA: una persona que cree en la igualdad social, política y económica entre los sexos.”
Beyoncé logró hacer lo que muchas activistas aún no han logrado: llevar el feminismo a las masas, sin generar ningún tipo de hueva. El feminismo en los VMA’s parecía interesante, cool y divertido. La imagen era completamente diferente al cliché de la lesbiana feminista que no se depila y parecía decir que no hay por qué renunciar a nuestra sexualidad para creer en la igualdad. La foto rápidamente se volvió viral y en Twitter y Google aumentaron las búsquedas de la palabra “feminismo”.
Sin duda, este método es mucho más efectivo que las conferencias y letanías.
En la era de la información y el Internet, me queda claro que el discurso feminista tradicional no está funcionando frente a nuevas generaciones. Es hora de subvertir el significado de la palabra misma. Tal vez no sea tan mala idea entrar a la moda y al mainstream para que el mensaje se entienda de una mejor manera. ¿Qué opinan ustedes? En todo caso, y ante el mensaje de Beyoncé, creo que vale la pena discutirlo.
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