Tomás Calvillo Unna
31/07/2024 - 12:04 am
La primitiva inteligencia artificial
“El tiempo es el camino que recorre para lograrlo; la densidad biológica es el código de su tránsito”.
I
Sentimos que algo se nos fue de las manos,
entramos a un territorio impregnado de incertidumbres,
ignoramos las coordenadas de esta geografía;
abrimos las puertas sin saber a bien que queríamos.
La mitología no fue suficiente
para advertir los riesgos
que hoy corremos.
Convertida en relatos literarios
extravió su encarnación.
Sucedió años atrás con los átomos,
y el despreciado jardín del paraíso,
el fruto de su conocimiento alienado
a esta obsesión civilizatoria por la velocidad.
Ya experimentamos la tragedia
de las bombas atómicas.
II
El altavoz de la evidencia,
en la adicción de los instantes.
Cómo desprenderse de esa inercia
que es fulminante.
La abrumadora información emerge
sin reparo alguno.
Hoy, parecieran los peligros aún mayores,
incluso, para cualquier ejercicio de precaución.
No se trata solo del dominio de los reinos del capital,
ni de las fronteras entre naciones
que todavía se confrontan,
sumando dolor tras dolor.
Sin advertirlo,
pretendemos trasmutar el territorio de la mente
al mapa de nuestros apegos;
adheridos al poder que violenta
el último refugio de lo sagrado.
Esa dimensión que olvidamos
y en el mejor de los casos la encerramos
en los inciertos destinos de las iglesias:
guardianes de tradiciones que se craquelan
en los vitrales de los siglos.
III
El inagotable misterio de la respiración,
sus biológicas determinaciones,
sus secretos bien resguardados,
los tesoros genéticos de su memoria
el movimiento de su instintiva presencia.
La resurrección encriptada del inhalar y exhalar,
esa desnudez primigenia del poder de vida
El tejido inmemorial de los relatos que nos expresan,
la sabiduría innata de la proporción,
el permanente observatorio;
la inmensidad y lo infinitesimal,
en el mirador de nuestro fugaz tránsito.
La llave del destino,
esa gracia sin ornamentos:
el pacto de la respiración
su incalculable riqueza de vida,
el salto mortal del último aliento.
IV
Una media luna de piedras
en el jardín de la imaginación,
para poder transitar este amanecer
sin mayores reparos.
Quien conoce las rutas de los peregrinos
sabe bien de estas tareas:
la estancia en la tierra
vincula el alma a su Ser:
para decirlo con las palabras heredadas
y no solo con las fórmulas matemáticas.
El tiempo es el camino que recorre para lograrlo;
la densidad biológica es el código de su tránsito.
Las cintas adhesivas de cada día
no tardan en desprenderse,
la tenue marca en la piel es lo que resta:
la libertad de la lentitud,
su sabia carencia.
Rendija:
Sabrán los afamados carteles de México, para que ejército trabajan, en qué guerra participan, soldados de que uniforme son. No estaría mal que leyeran un poco de historia, todavía están a tiempo de impedir una masacre con muchas más víctimas colaterales. Y las autoridades del país se deberían de sumar a una clase de geografía política, para darse cuenta donde están paradas o sentadas y lo que nos espera.
Abran un capítulo de la primera mitad del siglo XIX y busquen: Inglaterra, el opio y China.
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