MICHOACÁN: DEL APOSTOL JOHN AL APÓSTOL LOCO

31/07/2013 - 12:00 am

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Un hombre que camina las sierras con una Biblia bajo el brazo y el cuerno de chivo en el hombro. Un nombre que predica el perdón, la humildad y la discreción. Un hombre que escribe su “apostolado” y llama a la fe y al éxito. Y un sanguinario, también, que impone su propia ley. El gobierno de Felipe Calderón declaró muerto a Nazario Moreno González en diciembre de 2010, pero diversos informes dicen que vive y dirige a Los Caballeros Templarios. Esta es parte de su historia...

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El Libro de John

John Eldredge. Foto tomada de la solapa de uno de sus libros.
John Eldredge. Foto tomada de la solapa de uno de sus libros.

Ciudad de México, 31 de julio (SinEmbargo).– El 13 de enero de 2009, en el municipio michoacano de San Lucas –el sitio de peregrinaje católico más importante de la Tierra Caliente–, las autoridades aseguraron un vehículo en cuyo interior había armas de fuego, cartuchos, granadas y nueve ejemplares de Salvaje de Corazón, de John Eldredge, dedicados por la mano de El Más Loco.

Salvaje de corazón. Descubramos el secreto del alma masculina, de John Eldredge, es otra lectura obligatoria entre los miembros del cártel. La obra fue difundida con perseverancia por El Más Loco y ahora lo es por sus seguidores, más concretamente por Servando Martínez La Tuta, un profesor rural convertido en capo de Los Caballeros Templarios. El otro es Enrique Quique Plancarte, el hombre que durante la primera época de La Familia Michoacana funcionaba como enlace de la organización con los medios de comunicación.

El papel de La Tuta explica por qué la promoción de Salvaje de Corazón está apoyada por maestros y personal de la Comisión Nacional de Fomento Educativo, según documentos internos elaborados por la Policía Federal Preventiva a los que este medio obtuvo acceso.

John Eldredge es escritor, consejero y conferencista. Dirige Ministerios Ransomed Heart y vive en Colorado Springs con su esposa y sus tres hijos, personajes frecuentes en sus libros de los que ha vendido más de un millón de ejemplares. También es –él mismo lo dice– un hombre que se sueña a sí mismo en la forma de “un enorme semental salvaje” y en esto radica parte de la esencia del pensamiento que tanto influye a los narcos michoacanos.

Salvaje de Corazón tiene por tesis el legado masculino otorgado por Dios, en su condición varonil, a los hombres quienes se mantienen en la insatisfacción y la duda existencial por no atender a la masculinidad que les fue conferida.

Nazario Moreno González, El Más Loco, tuvo contacto con el ministerio de John en California, donde antes padeció la adicción a las mismas drogas que luego vendió masivamente hasta su supuesta muerte, pregonada por el gobierno de Felipe Calderón desde diciembre de 2010 pero de la que nadie está seguro, sino todo lo contrario: evidencias de los últimos años indican que vive, y sigue en activo ahora como cabeza de Los Caballeros Templarios.

El libro de John está conformado por 12 capítulos y se basa en anécdotas personales y familiares de Eldredge, referencias del cine hollywoodense, la Biblia y otras obras evangélicas.

Así como Nazario inicia su experiencia literaria en el Cerro del Húngaro, Apatzingán, John inicia su texto inspirado en la cordillera de Sawatch, Colorado.

Pronto, John establece la principal disyuntiva discursiva: es Jesús alguien más parecido a la madre Teresa de Calcuta o a William Wallace, el guerrero escocés del siglo XIII en cuya vida se basó Mel Gibson para filmar Corazón Valiente (1995).

“Un tema regular en programas de entrevistas y libros nuevos es: ‘¿Dónde están los verdaderos hombres?’. Quiero contestar –responde Eldredge–: Les pidieron que fueran mujeres (…). Cuando todo se ha dicho y hecho, pienso que la mayoría de los hombres creen que Dios los puso en la tierra para ser chicos buenos”.

Eldredge se recuerda en la Navidad de 1964. Abre el mejor regalo posible: un par de pistolas de seis tiros con mango nacarado, con fundas de cuero negro, una camisa roja de vaquero con dos caballos salvajes bordados en el pecho, brillantes botas negras, pañuelo rojo y sombrero de paja. Esto no era un “disfraz”, advierte el escritor, sino una “identidad”.

“La agresión es parte del diseño masculino; estamos estructurados para ella. Si creemos que el hombre está hecho a imagen de Dios, entonces debemos recordar que ‘Jehová es varón de guerra. Jehová es su nombre (Éxodo 15.3)' (…) Las niñitas no inventan juegos donde muere mucha gente, donde el derramamiento de sangre es un prerrequisito para tener diversión.

“Jesús no es un ‘sacerdote eunuco’, ni monaguillo de rostro pálido con el cabello partido a la mitad que habla suavemente y evita la confrontación, quien al fin logra que lo maten porque no tiene salida (…) Es el Señor de los señores, el capitán de ejércitos de ángeles. Y cuando Cristo regrese, viene (sic) a la cabeza de tremenda compañía, montado en un caballo blanco, con espada de doble filo, y ropas ensangrentadas (Apocalipsis 19). Ahora eso suena más a William Wallace que a la Madre Teresa.

“No hay duda al respecto: hay algo violento en el corazón de Dios (…) hay definitivamente algo salvaje en el corazón del Señor (...) La crisis total de hoy día de la masculinidad ha llegado porque ya no tenemos una cultura guerrera, un lugar para que los hombres aprendan a luchar como hombres. No necesitamos una reunión de Tipos Verdaderamente Agradables; necesitamos una reunión de Hombres Peligrosos de Verdad”. 

Nazario Moreno González en una de las pocas imágenes conocidas. Foto: Archivo
Nazario Moreno González en una de las pocas imágenes conocidas. Foto: Archivo

El apóstol Nazario

Nazario no tiene un nombre. Posee cinco: El Chayo, El Dulce, El Pastor, El Más Loco y sólo una fecha de nacimiento, el 8 de marzo de 1970, en Apatzingán, capital de la Tierra Caliente michoacana.

Mide 1.65 metros. Es moreno claro y tiene cejas gruesas; tiene la nariz afilada, ligeramente aguileña. La barbilla es prominente –o es que las fotos obtenidas por la policía lo muestran en permanente desafío–, ojos oscuros y entrecerrados, acechantes; frente amplia, y abundante cabello negro. Tiene una placa metálica en el parietal izquierdo de su cráneo. Pocos saben que llegó ahí por una patada en un juego de futbol desavenido en bronca y que desde entonces sufre terribles dolores de cabeza.

Su historial también menciona su detención en 1994, en Mc Allen, Texas, por tráfico de droga, pero poco más al respecto.

Al menos desde inicios de la década anterior, un grupo de michoacanos al que él perteneció se empecinó en hacer negocio con la droga en Estados Unidos, alentados por las historias de sus padres y abuelos braceros, quienes no paraban en relatar la fascinación de los gringos por la mariguana.

Cuando volvió de aquel país, El Chayo aún no era El Más Loco, pero ya era un hombre que andaba por las ardientes cañadas michoacanas con una biblia en la mano y el cuerno de chivo en la otra. Para entonces, ya le hacían guerra a Los Valencia, jefes del Cártel del Milenio.

Nazario Moreno González y Jesús El Chango Méndez Vargas iniciaron el cobro de cuotas a narcotraficantes para que pudieran operar en Michoacán al tiempo que su grupo, en aquel tiempo llamado “La Empresa”, se consolidaba como una célula del Cártel del Golfo.

Algunas claves de la actividad de Nazario fueron dadas por “Ricardo”, un policía judicial de Michoacán vendido al narcotráfico y luego reconvertido por la Procuraduría General de la República en testigo protegido y que constan en la averiguación previa PGR/SIEDO/205/209, en poder de SinEmbargo.

Desde 1991, el agente “Ricardo” trabajó para los cárteles del Golfo, del Milenio y de la Familia Michoacana. El policía no era más que un transportista de cocaína, marihuana e ice.

Aún subordinados al Cártel del Golfo, los michoacanos eran dirigidos por Carlos Rosales Mendoza apodado El Negro o El Tísico, además lugarteniente de los tamaulipecos en Guerrero. En aquellos días, Nazario era jefe de plaza en Morelia y mantenía similar jerarquía con Jesús El Chango Méndez Vargas, apostado en Apatzingán.

A fines de los 90, Nazario, según las acusaciones de la PGR, tenía una relación privilegiada en la capital michoacana. Era compadre del primer comandante regional de la policía ministerial en ese entonces, Noé Medina.

Tras la detención del líder del Cártel del Golfo en esa época, Osiel Cárdenas Guillén, los terracalenteños buscaron su independencia en choque frontal con aquella organización y, poco tiempo después, con Los Zetas.

Si algo está claro en el pensamiento de Nazario es su voluntarismo. Después de Dios, la idea más arraigada en sus Pensamientos es la superación de los problemas.

“Muchachos, ánimo y nunca le tengan miedo a nada ni a nadie, al contrario hay que vencer los obstáculos con valor y decisión, siempre pensando en el éxito, porque sólo los perdedores no lo enfrentan (…)

“Convéncete de que el mundo no es un parque de diversiones, sino un ambiente de trabajo, no, no es un día festivo que se nos dio para descansar, sino un curso intensivo de aprendizaje (…) y empieza a amar a todos sin hacer preferencias y trata a la gente como te gustaría que te trataran y nunca desprecies a nadie”.

El gobierno federal persiguió a los michoacanos, alentado por la pretensión social de estos, y, en julio de 2006, arreció la acometida. Nazario se refugió en Estados Unidos, pero no por mucho tiempo. Volvió en septiembre de ese año para llorar sobre la tumba de su hermano Eliodoro, asesinado pocos días antes en Morelia. Por esas fechas escribió Pensamientos.

“Aquí postrado a los pies de mi propia muerte quisiera estar. Es tanto el dolor que ya no quiero existir más, elevando una plegaria a Dios le pido me fortalezca. Abatido le hice una petición, le pedí que me diera su perdón y me dio clemencia, le pedí me diera alegría y me dio tristeza, le pedí me diera amargura y lapidaba mi alma y me dio soledad”.

En el mismo mes de la muerte de Heliodoro, a El Más Loco se le vio en La Piedad. Viajaba en una Hummer amarilla. Por eso también llama la atención lo escrito por esas mismas fechas en Pensamientos:

“No es más rico quien más dinero tiene, sino el que menos necesita”.

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El Más Loco también era (o es) un hombre con capacidad de ordenar sobre la vida de los rivales. Iba y venía con un hombre apellidado Valladares, su jefe de sicarios.

“Ricardo”, el informante, estaba tan instalado en la estructura de los narcos michoacanos que asistía a sus reuniones, muchas sostenidas, según él, en el restaurante Los Caporales de Morelia, a 300 metros de la Casa de Gobierno de Michoacán.

Un encuentro ocurrió a principios de 2003. La conversación se centró en un problema ocurrido en los ranchos Los Mendoza y La Tupitina, propiedades de El Tísico y sitios de descarga y almacenamiento de cocaína. Los narcotraficantes se decían robados por unos albañiles trabajadores de las fincas.

El Chayo ordenó la ejecución de entre 10 y 12 de ellos”, relató “Ricardo” durante su testimonio de 2008.

No fue la única ocasión. Según el mismo testigo, El Chayo ordenó, a principios de 2004, a un hombre de apellidos Solís Solís y sobrenombre El Lince ejecutar a Elio Ibarra El Paquín, miembro del Cártel del Milenio.

El ex policía dio más detalles sobre la vida de El Chayo en 2008. El Más Loco, predicador del perdón, la humildad y la discreción vivía bajo la protección de 80 sicarios en un ranchito de Tancítaro convertido en fábrica de metanfetaminas.

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El Más Loco se apersonó vestido con uniforme militar a la reunión. Tenía la cabeza tocada con una boina negrea y de su cintura destacaba una pistola.

Recorrió con la mirada a los convocados, todos empresarios aguacateros y huerteros de frutas de Pátzcuaro, Tacámbaro, Villa Madero, Acuitzio, Salvador Escalante y otros.

Era 13 de julio de 2010 en el restaurante Los Escudos de Pátzcuaro y el líder de la Familia Michoacana mostraba un rostro severo. Sus invitados debían cooperar para continuar con la lucha.

“No tienen de qué preocuparse. Yo tengo el control de las autoridades locales y cualquier problema con la policía del estado o federal yo se los resuelvo.

“He tenido que matar y mandado matar a muchas personas que no han querido entender que La Familia está por encima de todo y todo tiene un costo y todos y cada uno de ustedes tienen que aportar”, conminó el narcotraficante, según un documento confidencial del gobierno también en poder de este medio.

La reunión, según ese reporte, fue convocada por un priísta de nombre Valentín Rodríguez, identificado por la policía federal como un viejo colaborador del capo Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, muerto en 1997.

En las investigaciones policíacas se subraya que El Chayo ordenó la muerte del vocalista del grupo musical K-Paz de la Sierra, asesinado con extrema crueldad y, supuestamente, como consecuencia de un lío amoroso. También que ordenó la dispersión de cinco cabezas arrojadas en un bar de Uruapan.

La Familia de Nazario

La aparición de La Familia Michoacana mostró la intención y capacidad propagandística del cártel y la pretensión de sus líderes por ser reconocidos como justicieros sociales. Los narcotraficantes insertaron un manifiesto el 22 de noviembre de 2006 en los diarios locales La Voz de Michoacán y El Sol de Morelia.

Se identificaron como miembros de La Familia Michoacana y “trabajadores masivos” de la Tierra Caliente organizados por la necesidad de salir de “la opresión” y “la humillación” a la que fueron sometidos por otras organizaciones criminales, específicamente, el Cártel del Milenio y un grupo delictivo regional ya desaparecido y que se conoció como la Banda de los 30.

“(Nuestro ‘objetivo’ es) seguir manteniendo los valores universales de las personas, a los cuales tienen pleno derecho. Al erradicar lo que nos hemos propuesto, aunque para esto, desgraciadamente se ha recurrido a estrategias muy fuertes por parte de nosotros, ya que de esta forma hemos visto que es la única manera de poner orden en el Estado y no vamos a permitir que esto se salga de control de nuevo”.

Aseguraron que apoyarían a la gente con despensas, literatura y aulas principalmente en “el área rural” del estado y existir por la “misión” de erradicar en Michoacán el secuestro, la extorsión, los asesinatos por paga, el secuestro exprés, el robo de tráileres, automóviles y casas.

“Nuestra única razón es que amamos a nuestro estado y ya no estamos dispuestos a que la dignidad del pueblo sea atropellada”, presumieron de sí mismos los narcos de quienes, aseguran las autoridades, siempre han cometido todos y cada uno de esos delitos.

“Se está erradicando en su totalidad en todo el estado la venta al menudeo de la droga LETAL (sic) conocida como ‘ICE’ o ‘HIELO’, por ser una de las peores drogas que está haciendo daños irreversibles a la sociedad”, prometieron los traficantes michoacanos, a la vez señalados como uno de los cárteles más beneficiados por el incremento del consumo de esa sustancia en Estados Unidos.

Y preguntaron:

“Tú qué harías como michoacano, ¿te unirías a La Familia si ves que estamos combatiendo estos delitos? o ¿dejarías que sigan creciendo?... Danos tu opinión. A ti padre de familia preguntó: ¿Te gustaría que tu hijo anduviera en las calles en peligro de caer en las drogas y en la delincuencia?”.

***

El informe “Respuestas estadounidenses y mexicanas a las organizaciones mexicanas traficantes de drogas” presentado al senado de Estados Unidos en mayo de 2011 sobre la situación de los cárteles en México muestra un mapa en que La Familia Michoacana es situada en Michoacán, Jalisco, Colima, Guanajuato, Guerrero, Querétaro y, vía una renovada alianza con el Cártel del Golfo, en Tamaulipas y Nuevo León.

Además, las autoridades mexicanas observan su presencia en el Distrito Federal, el Estado de México y Chiapas.

“Es una organización dedicada al tráfico de drogas extremadamente violenta”, enuncia el reporte estadounidense y compara sus prácticas con las del capo colombiano en los ochenta, Pablo Escobar, por el negocio de las drogas y la distribución de biblias y dinero a gente pobre, escuelas maltrechas y funcionarios públicos locales.

El mismo documento recuerda la “significativa” presencia de los michoacanos en Estados Unidos en el mercado de las metanfetaminas, sustancias especialmente adictivas y nocivas.

La lectura de la Biblia es, para las autoridades mexicanas, un símil entre los michoacanos y gánsteres italianos. La detención en 2006 del jefe de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, arrojó el hallazgo de ejemplares de la Biblia con anotaciones y claves que, para el FBI, forman parte de un código con que el padrino de Corleone mantendría comunicación con su mafia.

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